¡Pista!, ¡Calle! o ¡Calle 1! es lo que se grita al corredor que ocupa dicha calle de la pista, cuando hace series a un ritmo menor que otro que viene por detrás, con la intención de que se aparte.
Calle 1 es también un blog sobre atletismo, una remembranza de aquellos tiempos en los que uno podía gritar esa especie de contraseña. Un blog en el que relacionar el atletismo con la literatura, el cine, el arte y los viajes; en definitiva, con todo aquello que nos hace más agradable la vida.
Hermanos Iñurrategi. Un latido en la montaña Cómic de Ramon Olasagasti y César Llaguno Sua Edizioak & Mendi Film Festival Fotografía: Lucía Rodríguez
En estos tiempos en los que la montaña se ha mercantilizado, en los que los lugares más sagrados del himalayismo se han convertido en una romería y muchos han dejado la ética alpina a un lado, con rivalidades del tres al cuarto y egos estúpidos y vergonzosos que desvían la atención de lo verdaderamente importante en la montaña, creo que es muy necesario destacar la figura de los hermanos Iñurrategi, Alberto y Félix, que son el mejor ejemplo de lo que debe ser este deporte.
Pueden leer mi reseña sobre el cómic Hermanos Iñurrategi. Un latido en la montaña (Sua Edizioak/#mendifilm, 2020), de Ramon Olasagasti y César Llaguno, clicando en el siguiente enlace a mi otro blog, un cuaderno de bitácora sobre literatura de viajes, montaña y aventura que inicié allá por 2015 para promocionar mi libro de relatos Carta desde el Toubkal, con el que fui finalista del VII Premio Desnivel en 2005.
Tras Vivir sin parar, de Kilian Riedhof, le llegó el turno a El Ladrón (Der Räuber), de Benjamin Heisenberg, un inquietante thriller sobre un maratoniano atracador de bancos que ganó los premios a la mejor dirección y al mejor actor en la Viennale de 2010.
Escena de la película El Ladrón, con Andreas Lust en el papel del protagonista
La película, una coproducción austro-alemana, está basada en la novela del escritor austriaco Martin Prinz. Un texto de 136 páginas que cuenta la historia real del atleta Johann Kastenberger, primer corredor austriaco en la 25 edición de la maratón de Viena en 1985, que a finales de los ochenta se hizo famoso por atracar numerosos bancos cubriéndose el rostro con una máscara de Ronald Reagan, motivo por el que la prensa lo apodó «Pumpgun-Ronnie».
Johann Kastenberger enmascarado (imagen real de las cámaras de seguridad)
Detenido tras un asesinato, su fuga a la carrera de la comisaría y su posterior persecución tuvo una amplia cobertura en la televisión y la prensa de la época. Durante cuatro días, Johann Kastenberger logró eludir a la policía, a veces en auto pero la mayor parte del tiempo a pie, corriendo campo a través.
Noticia del periódico sobre la fuga de Johann por una ventana de la comisaría
Martin Prinz, que también fue corredor, lo conoció en persona y fascinado por su andanzas decidió darle todo el protagonismo en su primera novela. En el texto, las escenas de acción se mezclan con divagaciones acerca de las carreras de larga distancia, la embriaguez de la velocidad y los picos de adrenalina cuando subimos las pulsaciones del corazón.
Der Räuber (El ladrón), de Martin Prinz
El libro ya ha sido traducido hasta al griego, así que a ver si alguna editorial patria se anima a publicarlo por estos lares. Me apunto el primero para leerlo.
En la película, el ladrón se llama Rettenberber, y no usa una máscara de Ronald Reegan, sino una más parecida a las películas de terror americanas.
Escena de El Ladrón (The Robber (Der Raüber))
El director, Benjamin Heisenberg, no disculpa al ladrón, ni analiza el motivo que lo mueve a actuar de esa manera. Tampoco hace una cronología de su vida.
La cinta empieza con el protagonista, interpretado por el actor Andreas Lust, entrenando en el patio de la cárcel, donde da vueltas a un pequeño perímetro delimitado por muros y cercas metálicas. Después continua con el preso corriendo en su celda sobre una cinta. Tras seis años encerrado, Rettenberger va a salir en libertad.
–La gran pregunta: ¿Qué planes tiene? ¿Tiene algún objetivo?
–Ya veré.
–¿Se alegra de salir en libertad?
–Por supuesto.
–Eso es bueno. No todos se alegran. A mucha gente le asusta.
–¿Que tiene pensado?
–No correr más en círculos.
Rettenberger, que tiene un trastorno de personalidad antisocial, sigue entrenando fuera, corre maratones y establece un récord en una prueba de montaña, la Kalnacher Bergmarathon, con un tiempo de 3:16:07. Incluso gana premios en metálico.
Escena de la película El Ladrón (The Robber (Der Räuber))
Escena de la película El Ladrón (The Robber (Der Räuber))
Pero no le basta con la adrenalina de la competición. Necesita más, es un yonqui de esa aceleración del corazón que da atracar un banco, ese Everest de pulsaciones en apenas unos minutos. Por eso sigue robando, a veces dos o tres bancos en el mismo día, cuando ya tiene un buen botín.
Escena de El Ladrón (The Robber (Der Räuber))
Escena de El Ladrón (The Robber (Der Räuber))
Lo que pronto nos quedará claro, cuando lo veamos blandir un trofeo, es que, además de ser un deportista, Rettenberger es un psicópata.
Andreas Lust en el papel del protagonista en El Ladrón (Der Raüber)
Tras ese momento comenzará la cacería. Un zorro que huye de los perros en los bosques austriacos.
Como leí en un simpático comentario de Filmin: «Ideal si buscas un poco de motivación antes de una maratón o un atraco».
Nota: El final de la película, y algún detalle más, no se corresponde del todo con la realidad. Pueden leer los hechos exactos en el siguiente enlace:
Pedro Delgado durante su conferencia en el IES Mayorazgo de Málaga Evento del proyecto SEARCH cofinanciado por Erasmus+ y el Programa de la Unión Europea Fotografía: Lucía Rodríguez
Desde el punto de vista de la sociología, no hay duda de que el deporte es una manifestación cultural implantada en las sociedades. Pero más que hablar de definiciones y conceptos, quiero mostrarles mediante ejemplos cómo el deporte esta indisolublemente ligado a la cultura y cómo este aparece representado en todos los campos artísticos: la pintura, la escultura, la fotografía, la literatura, el teatro, el cine e incluso la música.
La atracción de las artes por el deporte es una constante en este blog, así que me valdré del mismo para mostrárselo.
Pintura:
Tal vez las escenas de caza de la pintura rupestre pueden considerarse la primera manifestación del tema deportivo en el arte.
En Málaga tenemos dos pinacotecas donde se muestran o se han mostrado cuadros de temática deportiva. En una de forma clara y rotunda, y en otra de una manera más sutil.
Cross-country, 1944. Óleo de Aleksandr Deineka Museo Ruso de Málaga
En el blog se podrán encontrar más ejemplos, entre ellos este gouache sobre papel de Sorolla.
Carrera maratón (Nueva York), 1911 Joaquín Sorolla
Escultura:
En este apartado les quiero mostrar dos esculturas muy distantes en el tiempo: el clásico Discóbolo, de Mirón de Eléuteas, realizado en bronce en torno al 450 a.C, y otra de Federico Martín Bahamontes, el «Águila de Toledo», realizada por el escultor valenciano Javier Molina Gil en 2018.
Copia romana en mármol del Discóbolo de Mirón
Escultura en bronce de Federico Martín Bahamontes en Toledo Obra de Javier Molina Gil
Aquí tenemos muchos ejemplos, desde el reportaje de Robert Capa del Tour de Francia de 1939, a la icónica foto de Ramón Masats del seminarista que se estira a lo Arconada, las fotografías de Raymon Depardon en los Juegos de México 68, las instantáneas vintage de la primera edición de la maratón de Los Ángeles en 1986 o esa histórica fotografía del atletismo malagueño que recoge el momento en el que Carlos Azulay se tira a la piscina para vencer a José Alonso Valero en los 400 m.v. del Campeonato de España de Atletismo de 1983, una imagen que a mí me dio para escribir un relato.
Explorar la presencia del deporte en el teatro es algo más difícil y, de momento, sólo he conseguido dar con cuatro espectáculos teatrales:
Dos dedicados al boxeo:
Urtain, obra escrita por Juan Cavestany y dirigida por Andrés Lima, sobre la vida y tragedia del boxeador más popular de finales de los sesenta y principio de los setenta, José Manuel Ibar "Urtain", llevada a las tablas por la compañía Animalario. Se alzó con 9 galardones en los XII Premios Max.
El gran combate del siglo, de la autora y directora Denise Duncan, centrado en la figura del estadounidense Jack Johnson, el primer campeón mundial de los pesos pesados negro, que tuvo que lidiar con el odio racial de una sociedad segregacionista que no soportaba sus éxitos. La obra está inspirada en el libro de igual título de Jack London y Del boxeo, de Joyce Carol Oates.
Cartel obra de teatro El combate del siglo
Escena de la obra de teatro El combate del siglo
Uno dedicado al ciclismo:
Tourmalet, la obra escrita y dirigida por Miguel Ferrando Roche que ha sido llevada a los escenarios por la compañía Groc Teatre, y que nos muestra a tres hermanos que se preparan para salir a la carretera con la intención de llegar al Tourmalet y que, en un giro de guión, acaban transformándose en Luis Ocaña, Raymond Poulidor y Gino Bartali.
Slastic, del grupo Tricicle.Slastic es una imaginaria marca de artículos deportivos que puso título al tercer espectáculo de la compañía y que les sirvió de «excusa» para tratar el tema deportivo a base de scketches o situaciones fugaces que nos arrancan una sonrisa, como ya hicieron con su actuación en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992.
Jugando con el tema del teatro, escribí una entrada que lleva por título Esperando a Godot en la 27 Media Maratón Ciudad de Málaga, donde aguardaba la entrada en meta del último atleta.
La literatura deportiva nace en la Antigüedad con Píndaro, poeta lírico de la Grecia clásica, quien celebra en sus odas triunfales las hazañas de los campeones olímpicos.
Dando un salto en el tiempo, a 1605, año de la publicación de El ingenioso hidalgodon Quijote de la Mancha, les diré que sus páginas rezuman actividad física.
En poesía tenemos a la Generación del 27, cuyos poemas deportivos están recogidos en un monográfico dedicado al deporte de la Revista Litoral.
Y el año pasado, Natalia Velasco, una pertiguista y poeta malagueña, publicó un poemario en el que tiene cabida el salto de pértiga: El cielo de la boca.
El cielo de la boca, Natalia Velasco Editorial Letraversal
Cuarto intento
Guardo el recuerdo del primer salto
en los callos de las palmas de las manos.
Llevo otros tres en el hombro izquierdo,
en la muñeca (la derecha, la que cruje)
y en el punto justo donde termina la espalda.
Para mí un salto es un cuerpo
que se sabe de memoria la caída,
un cuerpo que tiene un pacto con la gravedad,
que se encuentra cómodo en posición invertida,
que va sumando intuiciones y confía
en que el golpe será de gomaespuma.
El cielo de la boca, Natalia Velasco
También quisiera recordar al estadio más poético del mundo:
Shiraz Hafezieh Athletic Center (Shiraz (Irán)) Fotografía: Pedro Delgado
El deporte es un elemento universal en todas las culturas, pero en Calle 1 también nos fijamos en ciertas peculiaridades que sólo se dan en un país o una región en concreto, como pueden ser los gimnasios tradicionales iraníes (Zur-Hane (Casa de Fuerza)) o las antiguas carreras vascas y las pollaradas aragonesas.
Zur-Hane (Casa de Fuerza) , Kermán (Irán) Fotografía: Pedro Delgado
Con todo esto, espero haberles demostrado cómo la cultura y el deporte van de la mano, y les animo a buscar muchísimos otros ejemplos de esa unión en el archivo del blog.
Nota: Esta entrada recoge mi participación como ponente en el evento de diseminación del Proyecto SEARCH (Sport Education for Active and Responsible Citizenship Through Health Caring), organizado por el I.E.S. Mayorazgo de Málaga el día 8 de abril de 2022, con la cofinanciación de Erasmus+ y el Programa de la Unión Europea. Desde aquí le doy las gracias a Carmen Guerra y a Beatriz Macías, por invitarme al acto, y a los ponentes que me acompañaron: Marina Caro, Juan José Casado y Susana Muñoz.