Un murmullo recorrió la grada de Anoeta cuando los atletas de 400 metros vallas salieron a la pista. Las voces flotaron leves sobre los espectadores unos instantes, y luego se hizo el silencio. Las miradas fijas en dos atletas, saltando de uno a otro, tratando de interpretar cada uno de sus gestos. El público sabe que ésta no es una carrera más. Van a asistir a un duelo y como en las películas del viejo Oeste sobre el inmaculado tartán hay dos pistoleros: el malagueño Carlos Azulay, del club CAIM, y José Alonso Valero, del club Galgo MAM. El primero corre por la calle 8 y el segundo por la 7, y ninguno cruza la mirada al colocarse en los tacos de salida. Silencio sepulcral cuando el juez levanta la mano con la pistola. El cañón que apunta a un cielo aún soleado de julio. No sopla viento esa tarde en San Sebastián, y el humo del disparo tarda en disiparse. Como propulsados por un muelle los atletas han abandonado los tacos y corren raudos hacia la primera valla. Los dos atacan el obstáculo a la vez, pero Azulay tropieza con la madera. Sin llegar a caerse trastabilla el paso y continúa la carrera.
Nueve días antes se han enfrentado ambos en la pista de Vallehermoso, en el I Trofeo MAM. Allí, la misma tarde que Alberto Ruiz "Lobito" sobrepasa el listón del salto de pértiga en 5.41, estableciendo un nuevo récord de España, Carlos Azulay le arrebata el récord a Valero en los 400 metros vallas, parando el cronómetro eléctrico en 49.59.
El Campeonato de España en San Sebastián es pues una revancha para Valero que, de momento, después de esa primera valla, le ha cogido dos metros de ventaja al malagueño, una ventaja que se mantiene valla tras valla. Superada la última, Azulay encuentra fuerzas de donde no las hay, aprieta los dientes y acelera. Acelera sordo al griterío de la grada, con los ojos fijos en la línea blanca de meta, inclinando cada vez más el tronco hacia adelante. Valero se cree ya ganador y alza su mano derecha, apuntando con su dedo índice al mismo cielo que cuarenta y nueve segundos antes encañonó el juez de salida. Entonces, Carlos comprende que ha de tirarse si quiere ganar la carrera. Y allá que se tira.
En un primer momento la acción resulta inútil y, aunque le adjudican a ambos el mismo tiempo (49.7), los jueces dan como ganador a Alonso Valero. Carlos Azulay se encomienda a la foto finish, pero no existe tal foto. El sistema eléctrico está estropeado y los tiempos son manuales.
Minutos después, surge un rumor y el locutor Gregorio Parra sacude Anoeta. El que ahora llaman speaker está a su vez retransmitiendo el campeonato para la televisión, y ha visto en pantalla la llegada a cámara lenta. Una, dos y hasta tres veces, desde un ángulo y desde otro. El ganador siempre es Azulay. Los jueces se reúnen, visualizan las imágenes y rectifican. Luego, la fiesta cambia de bando y mientras Carlos Azulay celebra el título, Manuel Pascua Piqueras, el entrenador de Valero, monta en cólera, un Pascua Piqueras que ya empieza a querer ganar a toda costa. A cualquier precio*.
*Aunque eso es algo que no se descubrirá hasta muchos años más tarde, como se puede ver en el siguiente enlace:
http://deportes.elpais.com/deportes/2010/12/30/actualidad/1293697312_850215.html
Nota: Gracias de nuevo a David Amores por traerme la foto de Azulay a casa.
Nueve días antes se han enfrentado ambos en la pista de Vallehermoso, en el I Trofeo MAM. Allí, la misma tarde que Alberto Ruiz "Lobito" sobrepasa el listón del salto de pértiga en 5.41, estableciendo un nuevo récord de España, Carlos Azulay le arrebata el récord a Valero en los 400 metros vallas, parando el cronómetro eléctrico en 49.59.
El Campeonato de España en San Sebastián es pues una revancha para Valero que, de momento, después de esa primera valla, le ha cogido dos metros de ventaja al malagueño, una ventaja que se mantiene valla tras valla. Superada la última, Azulay encuentra fuerzas de donde no las hay, aprieta los dientes y acelera. Acelera sordo al griterío de la grada, con los ojos fijos en la línea blanca de meta, inclinando cada vez más el tronco hacia adelante. Valero se cree ya ganador y alza su mano derecha, apuntando con su dedo índice al mismo cielo que cuarenta y nueve segundos antes encañonó el juez de salida. Entonces, Carlos comprende que ha de tirarse si quiere ganar la carrera. Y allá que se tira.
Final de los 400 m.v. en el Campeonato de España de Atletismo de 1983 en San Sebastián Primero Carlos Azulay, y segundo José Alonso Valero (dorsal 111) Foto: Atletismo Español |
En un primer momento la acción resulta inútil y, aunque le adjudican a ambos el mismo tiempo (49.7), los jueces dan como ganador a Alonso Valero. Carlos Azulay se encomienda a la foto finish, pero no existe tal foto. El sistema eléctrico está estropeado y los tiempos son manuales.
Minutos después, surge un rumor y el locutor Gregorio Parra sacude Anoeta. El que ahora llaman speaker está a su vez retransmitiendo el campeonato para la televisión, y ha visto en pantalla la llegada a cámara lenta. Una, dos y hasta tres veces, desde un ángulo y desde otro. El ganador siempre es Azulay. Los jueces se reúnen, visualizan las imágenes y rectifican. Luego, la fiesta cambia de bando y mientras Carlos Azulay celebra el título, Manuel Pascua Piqueras, el entrenador de Valero, monta en cólera, un Pascua Piqueras que ya empieza a querer ganar a toda costa. A cualquier precio*.
*Aunque eso es algo que no se descubrirá hasta muchos años más tarde, como se puede ver en el siguiente enlace:
http://deportes.elpais.com/deportes/2010/12/30/actualidad/1293697312_850215.html
Nota: Gracias de nuevo a David Amores por traerme la foto de Azulay a casa.
Este post es la 2ª parte de "El día que yo también me tiré a la piscina".
ResponderEliminarOlvidé anotar que habrá una 3ª parte que llevará por título Duro de pelar.
EliminarAquel año el Club CAIM no tenía ni un duro y Carlos tuvo que coronarse Campeón de España con una camiseta que sólo costaba 100 pesetas. Una camiseta verde, un tanto cutre, a la que algunos le cogimos cariño.
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