martes, 1 de abril de 2025

TEMPS MORT (TIEMPO MUERTO)


Cartel de la película Temps mort (Tiempo muerto)
Festival de cine de Málaga 2025

Gracias a la distribuidora A Contracorriente Films tuve la suerte de asistir el pasado mes de marzo al estreno de la película documental Temps mort (Tiempo muerto) en el Festival de Cine de Málaga.

 Cuatro años después de que el guionista Carlos Jiménez contactase por redes con el director y guionista Félix Colomer, y fuese a su casa a contarle la historia de Charles Thomas, El Terrat y 3Cat premiaron la singularidad y la autoría produciéndoles el documental: 82 minutos de metraje en el que se mezclan testimonios, entrevistas e imágenes de archivo de Charles Thomas con recreaciones con actores que le dan un toque muy cinematográfico. Lo que parecía un biopic, acaba tornándose en un inquietante y sorprendente thriller con continuos giros de guión que demuestran que la realidad supera muchas veces a la ficción.

Félix Colomer y Carlos Jiménez, director e ideador del documental
Fotografía: Carlos Guerrero (Málaga Hoy)

 Como les dije a ambos al finalizar la proyección, no me emocionaba tanto con un documental desde Searching for Sugar Man.

 Temps mort se centra en la figura de Charles Thomas, carismático jugador de baloncesto que llegó a España a finales de los 60 para triunfar con tan solo 20 años en el Barcelona. Pero eso fue después de su paso por el Sant Josep de la mano del directivo Ramón Ciurana, que fue en 1968 hasta Estados Unidos para ficharlo. Así fue como llegó Charles Thomas a Badalona junto a su mujer Linda Banns y sus dos hijos pequeños. Y allí fue donde se convirtió en el máximo anotador de la Liga española en sus dos primeras temporadas.

Charles Thomas con el San José de Badalona
Fotografía: Archivo Justo Conde & J. Ramón Ramos
(Fundació Bàsquet Calatà)

 Tras destacar en el Sant Josep, lo fichó el club blaugrana en 1970. Arropado por jugadores de mayor calidad técnica y física, como el también estadounidense Norman Carmichael, Charles Thomas se convirtió en toda una estrella, volviendo loca a la afición con sus espectaculares mates, rebotes y tapones.

C. F. Barcelona Baloncesto de la temporada 71-73
nº 15 Norman Carmichael, nº 13 Charles Thomas, nº 7 Aíto
Foto: Archivo Justo Conde & José Ramón Ramos/Fundació Bàsquet Català

 Sin embargo, el azar –o el destino, porque así se lo vaticinó una pitonisa– puede ser muy puñetero a veces, y en 1974, en un partido contra el Real Madrid, sufrió una tremenda lesión. Fue una mala caída al saltar a por un balón con Clifford Luyk. Una acción fortuita que le destrozó la rodilla y lo apartó de las canchas de baloncesto.

Tiro en carrera a aro pasado de Charles Thomas
Foto: J. Conde & J. R. Rámos/Fundació Bàsquet Català

 Él sólo tenía el basket en su vida y a raíz de ello, su carácter cambió y se volvió un tanto depresivo. La lesión era muy grave –se había roto el tendón rotuliano– y andaba perdido, intentando encontrarse a sí mismo. Triste, cabizbajo, empezó a distanciarse de la familia y a evadirse con los amigos por la noche.

Rotura del tendón rotuliano
Fuente: drcmelendez.com

 Aún así, con mucho esfuerzo, logró volver a jugar al año, pero ni él ni su rodilla eran los mismos. Ahí empezó su declive. Ya no saltaba como antes, y eso le frustraba. Sus expectativas se habían hecho añicos y se le vino todo abajo. Para él era como si se hubiese quedado cojo.

Espectacular salto de Charles Thomas en su primera etapa en el Barcelona
Fotografía: Justo Conde & José Ramón Ramos/Fundació Bàsquet Català

 El Barcelona acabó cediéndolo al Manresa para la temporada 1976-1977, y eso lo vivió como una afrenta. Le pareció un menosprecio como jugador.

Charles Thomas con la camiseta del C.D. Manresa
Fotografía: Archivo Justo Conde & José Ramón Ramos
(Fundació Bàsquet Català)

 En Manresa sólo jugaría 9 partidos. Una tarde se negó a salir a la pista, y eso fue el final.

 Su carácter se agrió y tras una fuerte discusión cuando iban conduciendo por Barcelona, Lynda se bajó del coche con los niños, cogió un avión y se volvió a Estados Unidos. Eso le hizo perderse más. Se le fue la cabeza, se juntó con malas compañías y coqueteó con las drogas. Se aisló y no quiso que le ayudaran sus amistades, y un día, tras vivir 8 años en Barcelona, desapareció sin avisar. Al parecer se volvió a Estados Unidos. Quería recuperar a sus hijos, pero su abuelo no se lo permitió. Eso sería en 1976.

 Envuelto en una espiral de adicciones, Charles Thomas se hundió todavía más. Si su situación personal era mala, la económica se volvió crítica, y acabó convertido en un homeless. Deambulaba por las calles de Nueva York y, más tarde, empezó a ir de un lado para otro: unas semanas aquí, dos meses allí... Bebía mucho para calmar el frío, y el alcohol y las drogas terminaron por llevarlo a la indigencia.

Fotograma de Temps mort (Tiempo muerto), dirigida por Félix Colomer

 En 1987, llegó a España la noticia de que estaba muerto. Unos decían que lo habían asesinado en Nueva York, otros apuntaban a una muerte por sobredosis, incluso los había que decían que había muerto en un atraco o en una pelea a navajazos.

Charles Thomas
Fuente: A Contracorriente Films

 En 2017, Carlos Jiménez, a la postre guionista también de Temps mort, escribió un artículo en la revista Solobasket.com sobre la desdichada vida de Charles Thomas. Entonces, por esas causalidades del destino, cuatro años después de subir su texto a la red se produjo una alineación planetaria y, ¡bingo!, Norman Carmichael recibió una llamada de teléfono desde el otro lado del Atlántico. La voz llegaba desde Amarillo, Texas, para volarle, volarnos, la cabeza.

 Y hasta ahí puedo leer, que diría Mayra Gómez Kemp.

 Si se perdieron el estreno en el festival de Málaga, estén atentos a su estreno en los cines de su ciudad. No les va a defraudar.

Fotograma de Temps mort (Tiempo muerto), dirigida por Félix Colomer
Fuente: A Contracorriente Films

Fotograma de Temps mort (Tiempo muerto), dirigida por Félix Colomer
Fuente: A Contracorriente Films

Fotograma de Temps mort (Tiempo muerto), dirigida por Félix Colomer
Fuente: A Contracorriente Films

 Mientras tanto, pueden leer el artículo de Carlos Jiménez clicando en el siguiente enlace:

https://www.solobasket.com/liga-endesa/charles-thomas-la-triste-historia-del-primer-super-matador-del-basket-en-espana

jueves, 13 de marzo de 2025

CORRE MÁS QUE EL TÍO DE LA LISTA


"Corre más que el tío de la lista"
Frases populares malagueñas de Cafés Santa Cristina
Fotografía: Pedro Delgado

Si practicas el noble arte de la carrera y nunca te han dicho eso de «Corres más que el tío de la lista» es que no eres de Málaga, pues estamos ante una de las frases populares malagueñas que rescata Cafés Santa Cristina para su nueva colección de sobrecitos de azúcar.

 Como se puede leer en el azucarillo, la frase, que se utiliza cuando una persona corre muy deprisa, «hace referencia a los encargados de repartir la lista de premios de la Lotería Nacional que corrían hacia los compradores para dar a conocer los resultados del último sorteo». Para entender mejor su sentido nos apoyaremos en estas dos fotografías, en las que podemos ver la expectación que se creaba en la Puerta del Sol, esquina a Arenal, donde estaba la sede del periódico La Correspondencia de España, en cuyos balcones colgaban las listas con los números premiados.

Puerta del Sol, Lotería de Navidad del año 1915
Fotografía: Diario Mundo Gráfico

Puerta del Sol esquina a Arenal, Lotería de Navidad del año 1910
Expectación ante la sede del periódico La Correspondencia de España
Fotografía: elPeriódico

 Como ven, la frase no es de esta época y, aunque los más viejos la han oído alguna vez, hace tiempo que desapareció del habla malagueña, pues la información ubicua e inmediata de la radio acabó con el tío de la lista.

Niños de San Ildefonso en el sorteo del año 1916
Fotografía: ABC

 En la página de la Biblioteca Nacional de España he encontrado un artículo sobre el sorteo de lotería de Navidad de nuestros bisabuelos y abuelos, escrito por Antonio García Jiménez, donde da cuenta de un sorteo del año 1913 con el público expectante en la Puerta del Sol y otros chicos que corrían como las balas hacia el teléfono para dar los números ganadores. Números que los encargados corrían a apuntar en los lienzos o pizarras de los balcones de La Correspondencia de España.

La Puerta del Sol es un hormiguero humano formado por todas las hormiguitas que piensan llevarse a casa el grano para el invierno. A cada número que aparece en los lienzos de los balcones de La Correspondencia de España responde un clamor de satisfacción o de rabia.
Cuando los niños del colegio de San Ildefonso cantaban los números premiados, inmediatamente se comunicaba por teléfono a las oficinas de La Correspondencia de España, que ocupaban la primera planta del edificio de la Puerta del Sol situado entre las calles Mayor y Arenal. Desde los balcones se iban mostrando los premios, los números y las localidades afortunadas ante un público expectante y emocionado que aguardaba cada aparición como un espectáculo de magia.
Todo Madrid estaba pendiente de esos balcones de la Puerta del Sol, dado que seguir en directo el sorteo desde dentro de la Casa de la Moneda solo estaba reservado a unos pocos por su poco aforo.
Durante toda la mañana y según iban saliendo los premios mayores se veía por la Puerta del Sol a chicos corriendo a todo meter para llegar a las cercanas centrales de Teléfonos y Telégrafos. Eran contratados por los corresponsales de los periódicos de toda España que se reunían en algún establecimiento de la zona.

 Por cierto, que «desde el nacimiento de la lotería hace más de 200 años, el premio grande o premio gordo fue imaginado como un señor orondo de carnes opulentas. Seguramente porque el hambre siempre estuvo presente en la vida de muchos españoles y hacerse rico era igual a comer hasta hartarse».

Décimo de la lotería Nacional de 1963

sábado, 8 de marzo de 2025

ALFONSINA STRADA EN EL DÍA DE LA MUJER


Alfonsina Strada, ciclista
Fotografía: Pedro Delgado

Estos días, con motivo del Día de la Mujer, Alfonsina Strada ha desempolvado su bicicleta y se ha dado una vuelta por el I.E.S. Isaac Albéniz de Málaga.

ALFONSINA STRADA

CICLISTA
Había una vez una niña que conducía su bicicleta tan rápido que apenas alcanzabas a verla pasar.
 –¡No vayas tan rápido, Alfonsina! –le gritaban sus padres. Pero era demasiado tarde, porque ya estaba muy lejos para escucharlos.
 Cuando Alfonsina se casó, su familia tuvo la esperanza de que por fin renunciaría a la loca idea de convertirse en ciclista profesional. Sin embargo, el día de su boda su esposo le regaló una bicicleta de carreras nuevecita. Después se mudaron a Milán, en donde Alfonsina empezó a entrenar de forma profesional. Era tan rápida y tan fuerte que unos años después participó en el Giro de Italia, una de las carreras de ciclismo más difíciles del mundo. Ninguna otra mujer lo había intentado antes.
 «No lo logrará», decía la gente. Pero no había forma de detenerla.
 Fue una carrera larga y agotadora, con fases de veintiún días en algunos de los senderos montañosos más empinados del mundo. De los noventa ciclistas que entraron a la competencia, sólo treinta cruzaron la meta.
 Y Alfonsina fue una de ellos. La recibieron como una heroína.
Alfonsina Strada en el Giro de Italia de 1924
 Por desgracia, al año siguiente le prohibieron competir.
 –El Giro de Italia es una carrera para hombres –declararon los oficiales.
 Pero eso tampoco detuvo a Alfonsina. Encontró la forma de concursar y estableció un récord de velocidad que se mantuvo durante veinte años, a pesar de andar en una bicicleta de veinte kilos y una sola velocidad.
 A Alfonsina la alegraría saber que las cosas han cambiado mucho desde entonces. Ahora el ciclismo femenino es muy popular. Incluso es un deporte olímpico.
16 de marzo de 1891 – 13 de septiembre de1959, Italia

Alfonsina Strada, ilustrada por Cristina Portolano

Relato extraído del libro Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes (Ediciones Destino).


domingo, 2 de febrero de 2025

EL UNIVERSO DE LA SENCILLEZ


La pasión infinita de un escalador de 99 años
Fotografía: Pedro Delgado

Esta mañana desayuné leyendo uno de los artículos que tengo amontonados en la mesa de la cocina –ya saben que a veces los recorto del periódico y los dejo allí a la espera de su momento– . Este lo saqué de la parte de abajo, de ahí su fecha: Domingo, 6 de marzo de 2022.

 Debí guardarlo por la foto que lo ilustra, por el titular y porque lo firma Óscar Gogorza.

Marcel Rémy escalando con 99 años en el rocódromo suizo de Villeneuve
Fotografía: Hannes Tell / Claude Rémy

 El texto, publicado en el diario EL PAÍS, dice lo siguiente:

El suizo Marcel Rémy espera cumplir un siglo de vida haciendo lo que siempre ha deseado hacer: moverse por las paredes
La pasión infinita de un escalador de 99 años
Marcel Rémy cumplió el pasado 6 de febrero 99 años y lo celebró escalando en un rocódromo una vía vertical de 16 metros de longitud y dificultad 4c, algo que un adolescente en forma pero sin experiencia en escalada no sería capaz de hacer teniendo en cuenta que la graduación de la escalada empieza en el cuarto grado y acaba en el noveno. Además, escaló como a él le gusta, de forma auténtica: en paredes cortas, se puede escalar como primero de cuerda o en polea. La diferencia es sustancial. Escalar de primero de cuerda, como le gusta a Marcel, implica caídas serias, mientras que el que escala con la cuerda pasada por el descuelgue apenas notará nada si cae. El matiz es sumamente importante, porque aquel que escala de primero ha de aceptar un componente psicológico que puede ser tanto o más determinante que lo estrictamente físico.
 Si no llueve y no arrecia el frío, este suizo nacido en 1923 sigue animándose a escalar en roca, al aire libre, acompañado por sus hijos Yves y Claude, dos leyendas de la escalada en pared que aprendieron a amar la vida en vertical observando la pasión desmedida de su progenitor. Los padres de Marcel, en cambio, nunca tuvieron en buena estima a esos personajes que se bajaban del tren, junto a su asa, y cargaban pesadas mochilas al encuentro de las montañas para escalarlas atados a una cuerda. Pero el pequeño Marcel, apenas siete años de edad, ya se había envenenado: soñaba que los perseguía, se unía a ellos, se ataba a ellos. Pero de momento, tenía que conformarse con una cuerda de ocho o nueve metros hecha de retales de las que se usaban para amarrar a las vacas y con la que un amigo y él imitaban sin saber bien cómo a los alpinistas.
 Esta historia es bien conocida y ha sido repetida hasta la saciedad por los medios suizos. Pero su idilio con las montañas casi se borró para siempre cuando una avalancha barrió su casa y mató a su madre y su hermana. Su padre, su hermano y él se salvaron porque ese día trabajaron limpiando de nieve el ferrocarril del Oberland. Los sueños de alpinista de Marcel también fallecieron sepultados por el mismo alud. Años después, en 1945, la montaña le concede una segunda oportunidad: su amigo se bloquea en una pared, es incapaz de pasar y pide a Marcel que lo intente, que los saque a ambos del atolladero en el que se encuentran. Marcel tiene pánico: no está preparado aún, pero pasa y, juntos, alcanzan la cima. ¿Cómo explicar lo que siente un escalador cuando supera su miedo, cuando se revela mejor de lo que creía? Todo se juega en un momento, y en los inicios suele ser un cara o cruz. El mismo día que convirtió a Marcel en alpinista pudo haber sido el día de su adiós al alpinismo. Todo está en la cabeza, mucho más que en los antebrazos.
 Hace pocos días, el rocódromo de la localidad suiza de Villeneuve se vistió de gala para celebrar el reciente cumpleaños de Marcel, a un paso de los 100 años de vida. Hubo una tarta y muchas ganas de alcanzar a entender de dónde nace la ilusión, la motivación y la dedicación de este señor. Hay enamoramientos que duran una vida, y el idilio que este anciano mantiene con su pasión es uno de ellos, la única justificación posible para entender algo difícilmente asumible. "Mientras el cuerpo aguante y tenga salud, pienso seguir escalando al menos dos días a la semana en el rocódromo y aprovecho para dar las gracias a esta sala indoor que me permite mantener mi estado de forma. Y es que para seguir así necesito mantener la regularidad en el esfuerzo y alimentar el cuerpo y la mente", aclaró Marcel poco después de soplar las velas.
 Hace cinco años, Marcel Rémy fue capaz de escalar una pared de 450 metros con dificultades de hasta 5c. Bien apoyado por sus hijos, logró superar todas las dificultades en libre, es decir, sin agarrarse a nada que no fuese la roca para progresar. Sus hijos, que le flanquearon, no se lo pusieron fácil: tenía que seguir un entrenamiento serio antes de acceder a la pared. Durante semanas, escaló en roca y en interior simulando la longitud del reto en cuestión, caminó por las montañas y si no le pusieron a dieta fue porque no le sobra un gramo de grasa. Como premio a su implicación, los hijos le regalaron un descenso en parapente desde la cima.
 La escalada, ahora tan de moda, incluso olímpica, ha conocido una evolución tan lenta como fantástica: cuando Marcel Rémy nació, la muerte solía puntuar el valor de los más arrojados. Hoy en día, la escalada deportiva es tan lúdica que alcanza a todo tipo de público. Si algo no ha cambiado, y puede ser el hilo conductor de la trayectoria de Marcel desde el periodo entre guerras hasta la invasión de Ucrania, es la capacidad de abstracción que regala la escalada. Desde el momento en el que uno se aferra a una pared, la vida es sencilla y se reduce a un único pensamiento: no caer. Y uno desea regresar una y otra vez al universo de la sencillez.
Óscar Gogorza, EL PAÍS

 Al terminar de leer el texto, no he podido evitar trasladar esas palabras finales a la carrera a pie y recordar a esos octogenarios que van a los campeonatos de España y de Andalucía de atletismo en compañía de sus hijos. Después, he buscado a Marcel en Google. Allí, con cierta tristeza, me he encontrado con que murió el 10 de julio de 2022. Es decir, apenas tres meses después de que Óscar publicara su artículo. También me he topado con un emotivo vídeo que recoge su vida y su inquebrantable pasión por la montaña. Unas imágenes que sirven de ejemplo y homenaje.

 Y por si se quedan con ganas de más, les dejo otro vídeo donde pueden ver a Marcel con 94 años escalando en el macizo calizo Miroir de l'Argentine –Espejo de Argentina, por lo lisa y brillante que resulta su pared noroeste– en el oeste de Suiza.

 Lo de este hombre, con esa edad, era realmente increíble.

jueves, 2 de enero de 2025

LO IMPORTANTE NO ES GANAR EL PALIO, SINO CORRER CON DIGNIDAD


Palio de Siena, Italia
Fotografía: Amazon.com

Decía el poeta romano Marco Valerio Marcial que «la vida no consiste en vivir, sino en tener salud» (Non est vivere, sed valere vita est). Quizás por eso, conforme me hago cada vez más mayor, sólo le pido al nuevo año salud. Para mí y para los míos. Que no falte ningún miembro de la familia al terminar el año.

 Al igual que el acto de correr una prueba, los doce meses del calendario reproducen la vida entera a escala menor: el nacimiento, el desarrollo y la muerte al cabo de los 365 días para, afortunadamente para muchos, volver a empezar. Como es normal, este año tendremos momentos buenos y malos, pruebas que confrontar y obstáculos que superar antes de atravesar la línea de meta.

 «Para vivir bien cada individuo debe luchar por dar un sentido a su vida, por hacer que merezca ser vivida». A ello nos invitaba Nuccio Ordine (1958-2023) –escritor y profesor de literatura Italiana en la Universidad de Calabria y autor de libros como La utilidad de lo inútil, Clásicos para la vida o Los hombres no son islas– desde las páginas de El País Semanal en abril de 2022, en una reflexión filosófica sobre la calidad de vida. Pero no existe un modelo global que seguir, nos decía, aunque «a lo largo de los siglos, filósofos, artistas, escritores y científicos han intentado orientar su vida hacia objetivos que pudieran hacerla más digna».

 Hay en su artículo una interesantísima reflexión sobre el acto de participar en una carrera, que entronca con el tema de los dos capítulos finales del último libro que les reseñé: Correr es una filosofía. Por qué corremos (Duomo Ediciones), de la también italiana Gaia De Pascale.

 La hace al hablarnos del astrónomo y filósofo Giordano Bruno, que «dedicó extraordinarias reflexiones al tema de la dignidad de la vida, haciendo coincidir de forma ejemplar su existencia con el esfuerzo por buscar la verdad y la perfección».

Es este esfuerzo, independientemente del resultado, el que da auténtico sentido a nuestra existencia: incluso una derrota puede convertirse en gloriosa si nos hemos empeñado con todas nuestras fuerzas en el camino hacia la meta. Este es un nudo esencial que abarca muchas páginas de sus obras italianas y latinas.
 Y precisamente, en este contexto, Bruno se interroga sobre la actitud que se debe adoptar en la aventura del saber y en la de la vida. Así, en su primer diálogo italiano, La cena de las cenizas (1584), el filósofo indaga sobre las dificultades inherentes a toda empresa difícil. Las habilidades requeridas y las pruebas que pasar son muchas. Pero lo más importante no es tanto «ganar el palio», sino correr con dignidad: «Aunque no sea posible llegar al extremo de ganar el palio, corred sin embargo y haced todo lo que podáis en asunto de tanta importancia, resistiendo hasta el último aliento de vuestro espíritu (...) No solo merece honores el único individuo que ha ganado la carrera, sino también todos aquellos que han corrido tan excelsamente como para ser juzgados igualmente dignos y capaces de haberla ganado, aunque no hayan sido los vencedores». El elemento fundamental es la actitud, no el resultado. La victoria no depende solo de nosotros. Pero el fin de nuestra competición no es el palio. Lo que importa es la experiencia que realizamos al correr hacia la meta. De hecho, solo durante el viaje será posible enriquecerse, adquiriendo los conocimientos que nos harán seres humanos heroicos, seres humanos dignos, seres humanos capaces de luchar todos los días para ser mejores. Seres humanos capaces de transformar su filosofía en una forma de vida.
Carrera Palio de Siena, 16 de agosto de 2017
Fotografía: Gabriele Forti
 El Don Quijote de Cervantes podría ser considerado el héroe por excelencia que lucha por dar sentido a su vida. Contra la opinión de sus contemporáneos –convencidos «de que todos los libros de caballerías son falsos, mentirosos, dañadores e inútiles para la república» hasta el punto de echarlos a la hoguera sin piedad–, el valeroso hidalgo no duda en tomar el difícil camino de la caballería, inspirado por la gratitud, por la única necesidad de servir con entusiasmo a sus ideales. Cervantes, en definitiva, hace de la contradicción uno de los grandes temas de su novela: si las invectivas contra los libros de caballerías suenan como una incitación al desengaño, en el Quijote encontramos también la exaltación de la ilusión que, a través de la pasión por los ideales, logra dar sentido a la vida. La inutilidad y la gratitud de sus aventuras aún pueden dejar huella; revelan la necesidad de afrontar con valentía incluso las empresas destinadas al fracaso. Hay derrotas gloriosas de las que pueden surgir grandes cosas con el tiempo: «La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira, como el aceite sobre el agua».
 Y entre los objetivos más nobles que pueden dar sentido a nuestra vida está también el de cultivar la solidaridad humana. Auguste Comte escribió: «El deber y la felicidad consisten igualmente en vivir para los demás». Y la felicidad de vivir para los demás ha sido evocada varias veces en la literatura. Pienso en el Wilhelm Meister, de Goethe, o en Guerra y paz, de Tolstói, en sus profundas reflexiones sobre la alegría que genera su esfuerzo derramado para humanizar a la humanidad.
 Vivir bien, en definitiva, no consiste solo en cuidar nuestro cuerpo: no bastan los placeres que experimentamos con el deporte, la dieta mediterránea y los llamados «centros de bienestar». Y del mismo modo, para defendernos del riesgo de las enfermedades, no basta con seguir los preceptos de la industria médica, que a veces se convierten en obsesiones machaconas. Para el cuidado de uno mismo, también es necesario prestar atención a la salud mental y moral. Cultivar la salud física como un momento de recarga y luego retomar, en la vida cotidiana, los locos ritmos de producción basados en la rapidez y la acumulación de bienes materiales no solo es peligroso, sino también poco gratificante. Dejando de lado los estilos de vida ideales que nos ofrecen el consumismo desenfrenado y el neoliberalismo rapaz, deberíamos aprender a perder el tiempo, a dedicar nuestra atención a actividades que no tengan nada que ver con el lucro o con cualquier interés material. Aprender a apartar la mirada de nosotros mismos por un momento nos permitiría tomar conciencia de la progresiva destrucción del planeta y de las terribles desigualdades que están ensanchando el abismo entre unos pocos privilegiados y muchos sufridores.
 Leer un libro, escuchar música, visitar un museo, ver un atardecer no significa perder el tiempo, sino ganarlo para alimentar nuestro espíritu, cultivar nuestras relaciones humanas y dar dignidad a nuestra vida. Se trata de modelos alternativos, en clara oposición a las modas dominantes que empobrecen la idea del bien vivir. Modelos sobre los que los clásicos y el arte nos invitan a reflexionar. Vivir con dignidad no significa pensar solo en el estrecho perímetro de nuestros abyectos egoísmos. Porque, como recordaba también Albert Einstein en una declaración epigramática publicada en The New York Times, «solo una vida vivida para los demás es una vida que merece ser vivida».
Nuccio Ordine, El País Semanal nº 2.376

El escritor y profesor de Literatura Italiana Nuccio Ordine

 Si quieren acceder este 2025 a lo que el escritor italiano llama «esa vida que merece ser vivida», hagan caso a sus palabras.