Al poco de fallecer Mohamed Ali, un alumno vino a clase con una camiseta en la que se veía al boxeador con los brazos alzados en señal de victoria, así que aproveché el momento para hablar del deceso y de lo que aquel deportista de Kentucky significó para los jóvenes que no querían ir a la guerra de Vietnam, los negros que eran discriminados en su propio país y los musulmanes estadounidenses a los que dio visibilidad con su conversión al Islam –un hecho que le llevó a abandonar el nombre de Cassius Clay–.
Recuerdo que era uno de esos calurosos días de junio. El mes todavía no había llegado a su mediación y los alumnos estaban agitados por la inminencia de los exámenes de recuperación y el final del curso. Han pasado dos años, y tampoco se me olvida el momento en el que una alumna levantó el brazo tímidamente para decir que una tía de su madre había estado casada con aquel boxeador. “¡¿Cómo?!”, exclamé con los ojos como platos. “¿No me estarás tomando el pelo, no?”, le pregunté. “Que no, maestro, que es de verdad. Que me lo contó mi madre el otro día", me dijo apurada.
Habían visto en el televisor las imágenes del cortejo fúnebre por las calles de Louisville, cuando miles de personas salieron a despedirlo coreando su nombre. Y mientras veían pasar la comitiva, su madre rescató aquella historia que ellas desconocían. Y digo ellas porque son tres las hermanas Moussaid, nacidas en España de padres marroquíes y alumnas modélicas. "¿Y la tía de tu madre está todavía viva?" "Sí, pero vive en Londres". "¿Y cómo se llama?" "Zohoor". "¿Y tienes alguna foto de ellos juntos?" "No sé, tengo que preguntarle a mi madre".
Durante el recreo estuve hurgando un poco en el asunto. Google me decía que Muhammad se había casado cuatro veces: con Sonji Roi, Belinda Boyd, Veronica Porsche y Yolanda Lonnie Williams. Ninguna era marroquí. A la clase siguiente se lo hice saber a Maroua, y ella me dijo que le preguntaría a su madre. La respuesta fue que no habían estado casados, sino a punto de casarse. Y tenía algunas fotos de ellos. "Maroua, me parece a mí que el trabajo de esta evaluación me lo vas a hacer sobre la vida de Mohamed Ali y todo esto". "Pero, ¿puedo hacerlo a mano o tiene que ser a ordenador?" "Como quieras, mientras me cuentes la historia...".
Y he aquí parte de ese trabajo.
Al margen de sus relaciones formales, Alí, que tuvo fama de mujeriego e infiel, tuvo relaciones con otras mujeres, algunas furtivas y otras más duraderas. Zohoor, mi tía abuela de parte de madre, fue una de sus amantes. Tuvieron una relación pero nunca se llegaron a casar, aunque lo planearon muchas veces. Su encuentro fue en Las Vegas, en los antiguos casinos. Ella era una fanática de los casinos, le volvían loca, y siempre estaba allí. Se entendieron pronto: compartían religión, y a ella le apasionaba el boxeo y siempre iba a sus combates.
A parte, ella tenía su propia vida llena de riquezas, ya que jugaba mucho en los casinos y era una excelente jugadora. También tenía sus propios negocios en Londres por las calles de Harrods. Ella es de origen marroquí, nacida en Rabat la capital de Marruecos. Salió muy joven de su casa en busca de aventuras. Londres es donde reside actualmente, pero por desgracia se encuentra ingresada en un hospital porque tiene Alzheimer.
Zohoor Bouhsina y Muhammad Ali durante su noviazgo |
Maroua irá este verano a Marruecos, y me ha prometido buscar más fotos y hablar con más familiares para profundizar en la historia. "Aún no he tenido el placer de conocerla, pero sigue viva".
El pasado viernes aproveché que era el último día de clases y que llegan las vacaciones de verano –que es cuando más tiempo libre hay– para recomendarles un par de libros a los alumnos. Sé que muchos llegan a la literatura a través de los cómics, así que les mostré dos novedades de tapa dura con el empaque que tienen ahora las novelas gráficas. Una de ellas es la biografía de Muhammad Ali con guión de Sybille Tiyeux de la Croix y dibujos de Amazing Améziane (editado por Flow Press) y la otra es la historia de Zátopek, uno de los mejores corredores de la Historia, con guión de Jan Novák y dibujos de Jaromír 99 (editado por Aloha! Editorial).
En clase tengo un alumno de Mali al que le vuelven loco las artes marciales y el boxeo. Se llama Harouna Doumbia, y el solo hecho de verlo me recuerda lo mucho que me gustó su país. "Muhammad Ali es negro y musulmán, como yo. Es mi héroe", me dijo tras lanzar un par de jab al aire. Después me pidió que le prestase el cómic y se sentó en la grada a verlo. Incluso quiso posar con él para la foto. "Luego me la manda, eh, maestro". Amagué un gancho, y me sonrió dejando ver sus dientes blancos. Este verano vuelve a su país por vacaciones. "Doumbia, algún verano voy a ir a África a verte". "Sí, sí, maestro. Tiene que venir. África es increíble". "¿Increíble como Ali?" "Ja, ja, increíble como Ali".
Harouna Doumbia con el cómic de Muhammad Ali, editado por Flow Press Fotografía: Pedro Delgado |
Harouna Doumbia con el cómic de Muhammad Ali, editado por Flow Press Fotografía: Pedro Delgado |
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