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Estampas de boxeo de los años 30 (Chocolates Amatller) Fotografía: Pedro Delgado |
Al poco de que la editorial Malpaso publicase Golpes de gracia, del escritor vasco Joxemari Iturralde, me topé en el rastro de La Térmica con unas estampas de sus protagonistas, unos cromos de los años treinta que venían dentro de los envoltorios de las tabletas de chocolate Amatller.
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Colecciones Amatller: En la parte superior cromos del enfrentamiento entre el italiano Erminio Spalla y el vasco Paulino Uzcudun por el título de campeón de Europa de los pesos pesados (el combate se celebró el 16 de mayo de 1926 en la plaza de toros de Barcelona, teniendo como vencedor a Uzcudun). En la parte inferior aparece Uzcudun con el portero Ricardo Zamora. (Fotografía: Pedro Delgado) |
He vuelto ahora, al terminar de leer la novela, a esas imágenes. Coloco a ambos frente a frente y moviendo las manos arriba y abajo, adelante y atrás, les hago sacudirse fuerte: el combate que nunca se dio se libra esta fría mañana de septiembre en el salón de mi casa. El tres veces Campeón de Europa de los pesos pesados, Paulino Uzcudun, "el leñador vasco", contra Isidoro Gaztañaga, "el hombre capaz de derribar de un puñetazo el Puente de Brooklyn".
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Puente de Brooklyn, obra de Lucía Rodríguez Vicario (óleo sobre tabla, 80x70 cm) |
En este ring imaginario es Uzcudun quien besa la lona, y su rostro me mira amenazante desde la portada de la novela que he dejado de cara en la estantería -es lo que tienen los libros bien editados, que después de leerlos sirven de adorno-.
Crónica periodística de una época, sus páginas rastrean las idas y venidas por Europa y América de los dos púgiles guipuzcoanos, nacidos a escasa distancia uno de otro, pero con siete años de diferencia. Ambos tuvieron unos inicios como aizkolaris (cortadores de tronco) en la plaza de toros de Tolosa, para luego, patrocinados por el club cultural-deportivo GU de Tolosa, recalar en París, donde el doctor Ladis Goiti, socio del club, les allanaría el camino en el mundo de los cuadriláteros. Los dos buscaban una carrera profesional que les diese fama y dinero.
"[...] el itinerario de dos mocetones condenados desde el principio al fracaso. El diccionario de la Real Academia define golpe de gracia como 'revés que completa la desgracia o la ruina de alguien o de algo'. En la mejor tradición de la literatura de boxeadores (es decir, de perdedores), Uzcudun y Gastañaga se pasan la vida dando puñetazos en el ring, ignorantes del momento en que les llegará el golpe que complete su desgracia y su ruina. Cada uno, por supuesto, fracasará a su manera, y entretanto sus historias particulares irán siendo invadidas por la Historia con mayúscula, la convulsa historia de España en los años treinta..."
Ignacio Martínez de Pisón
A lo largo de la novela veremos como su amistad se torna en enemistad, mientras dilapidan su potencial entre noches de fiesta, alcohol y mujeres.
"Espoleado por sus últimas victorias, Isidoro se sentía ya un campeón. Empezó a dejarse ver en los clubes nocturnos madrileños. Hubo muchas noches de jarana, alcohol y mujeres. Elegante como un galán de cine, de físico poderoso, con una atractiva sonrisa que desarmaba a cualquiera, era ya muy popular, sobre todo en el sector femenino. Iba siempre de punta en blanco y le gustaban los trajes bien cortados, en los que no le importaba gastar el dinero que hiciera falta. Las mujeres lo llamaban "el boxeador guapo"".
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Isidoro Gaztañaga |
En el País Vasco la gente estaba dividida. La mitad de la afición iba con Paulino y la otra mitad con Isidoro. Y todo el mundo estaba loco por ver una pelea entre ellos.
"Tras tantos insultos cruzados entre ambos, la derrota del de Régil y la victoria del de Ibarra acrecentó aún más la tirantez entre ambos. Isidoro se veía muy fuerte. Sentía que era el virtual campeón de España, pero para conseguirlo era necesario que Paulino lo invitara a combatir. Así pues, retó formalmente a Paulino a pelear por el título. Paulino no aceptó el desafío y los insultos aumentaron. En la prensa continuó el intercambio de cartas llenas de improperios y descalificaciones. Ante la actitud esquiva y huidiza de Uzcudun, la Federación Española de Boxeo le dio medio año de plazo para que pusiera en juego su título de campeón de España contra Gaztañaga".
"El día 13 de diciembre se celebró en el Madison Square Garden de Nueva York la pelea entre Joe Louis y Paulino Uzcudun. La expectación era enorme. El propio Gaztañaga, desde su hotel de La Habana, siguió el combate por la radio. Como mucha gente esperaba, Louis venció a Paulino por KO técnico. En dos minutos y medio de combate, el bombardero de Detroit dejó tumbado en la lona al leñador vasco. [...]
-Ahora es el momento -comenzó a decir uno de ellos.
-¿Para qué?
-Para preparar la pelea entre Paulino e Isidoro. Tras la derrota, Paulino estará rabioso y con ganas de recuperar la moral. Después de tantos años de intentarlo, es el momento para que se celebre el esperado combate.
-Ya. Seguro que Paulino está enrabietado porque ha perdido sus últimas peleas y seguramente piensa que un combate contra su rival de siempre, Isidoro, lo pondrá de nuevo en primera línea y le permitirá recuperar el respeto de sus seguidores".
El combate nunca llegaría. Lo que sí llegó fue el levantamiento militar y la Guerra Civil que se extendió con rapidez por toda la península. Y mientras Gastañaga, republicano, permanecía en América, Uzcudun se sumaba al bando de los falangistas, pavoneándose aquí y allá con un fusil ametrallador en la mano. El doctor Ladis Goiti, que tanto le ayudó al inicio de su carrera y que luchaba en el Frente Popular, fue encarcelado, sin que Uzcudun, con graduación de teniente de Artillería, moviese un dedo por él. Méritos suficientes para que sea Gastañaga el que se erija hoy vencedor en este duelo ficticio.
Nota: En un principio, y dado mi reciente viaje a Irán, tenía pensado enlazar este post con la noticia de aquel púgil iraní, Masud Abdollahi, que en solidaridad con el pueblo palestino se negó a boxear contra un atleta israelí en los pasados Juegos de la Ruta de la Seda, celebrados en Bakú; pero luego pensé que no está bien eso de mezclar la política con el deporte. Ya sé que Irán no reconoce como país a Israel, y que enfrentarse a él en una competición supondría un cierto reconocimiento, pero habría preferido que le hubiesen dado a Masud la oportunidad de vencer en ese combate; así, al menos, su victoria habría sido también la de todos esos deportistas palestinos que, en su propia casa, sufren la discriminación sistemática de las autoridades israelíes. Y me callo ya, que he dicho que no está bien eso de mezclar política y deporte. Mezclemos mejor literatura y deporte.
"Claro que en el boxeo hay literatura. ¿No es la danza de Mohamed Alí en el ring pura poesía?"
Donatella Iannuzi