Cronofotografías de Étienne Jules Marey para analizar el movimiento Intervenidas por Lucía Rodríguez |
La semana pasada escribí una reseña en mi otro blog sobre Una guía sobre el arte de perderse, de Rebecca Solnit. Entre las páginas de este ensayo, recientemente publicado por Capitán Swing, me encontré con esta disertación:
[…] cuando alguien va corriendo, cada paso que da es un salto, así que hay un momento en el que no existe ningún contacto entre su cuerpo y el suelo. Durante esos breves instantes, las sombras ya no se vierten desde sus pies, como si fueran un reguero, sino que permanecen debajo de ellos como un doble, como ocurre con los pájaros, cuyas sombras avanzan por el suelo que tienen debajo, acariciando la superficie terrestre, aumentando y disminuyendo de tamaño según se acerquen o se alejen de esa superficie los cuerpos que las forman. En el caso de amigos míos que corren largas distancias, esos brevísimos instantes en los que levitan suman una cantidad importante de tiempo; utilizando su propia potencia, pasan muchos minutos suspendidos en el aire, puede que una fracción considerable de una hora, posiblemente mucho más en las ultramaratones de ciento sesenta kilómetros. Volamos; soñamos en la oscuridad; devoramos el cielo con bocados tan pequeños que no se pueden medir.
Leído así, no me cabe duda de que algunos hemos pasado mucho tiempo en las nubes.
Fotogramas separados de Eadweard Muybridge para analizar el movimiento Intervenidos por Lucía Rodríguez |
Pueden leer mi reseña sobre Una guía sobre el arte de perderse en: