viernes, 25 de diciembre de 2020

¡FELIZ NAVIDAD! SINCRONÍAS EN TORNO A DIEGO ARMANDO MARADONA


¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!

La tarde que falleció Diego Armando Maradona estuve buscando un artículo de Jorge Valdano en el montón de recortes y revistas de la mesa de la cocina. Quería volver a leerlo para sentarme a la mesa del escritorio y copiarles aquel magnífico texto sobre la plenitud, Mario Alberto Kempes y Maradona.

Ida y vuelta de la plenitud.
Lo explicaré con nombres propios que me resultan familiares y que, al tiempo, son universales. Argentina ganó el Campeonato del Mundo de 1978 con Mario Alberto Kempes como máximo goleador y mejor jugador del torneo. Después, ganó el Mundial 86 con Diego Maradona sacándole muchos cuerpos de ventaja al segundo mejor jugador del campeonato. Pero en España 82, Mario (el crack) y Diego (el genio) jugaron juntos y, sin embargo, Argentina apenas llegó al decimosegundo lugar. Claro que los nombres importan, pero más importan los momentos. En España, Kempes estaba de vuelta de su excepcional nivel y Maradona de ida hacia su consagración absoluta. De lo que habla este recuerdo es de la importancia que ha tenido siempre la plenitud en la carrera de los jugadores y del efecto que eso produce en los equipos. Grandes nombres propios, demasiado pronto o demasiado tarde, son solo eso: grandes nombres.
Jorge Valdano (El juego infinito. El PAÍS)

 El recorte estaba sobre un XLSemanal, un suplemento del 25 de octubre que me puse a hojear al terminar el artículo por leer algo mientras me tomaba un café. Maradona, a los 60 años. El culebrón sin fin llevaba por título, y lo firmaba Jimmy Burns Marañón.

Artículo de Jimmy Burns Marañón sobre los 60 años de Maradona en el XXLSemanal

 Casi al cierre del mismo, leí: «Pero, a sus 60 años, tal vez lo más increíble de Maradona es que aún esté con nosotros». Hacía 21 días que a Maradona le habían extraído con éxito un hematoma del cerebro, y pensé en cuanta razón tenía el articulista.

 Acabé de beberme el café, dejé la revista sobre el montón y entré en el salón donde mi hijo pequeño jugaba a la Switch.

 –¿Te has enterado del futbolista ese que ha muerto? –me dijo sin despegar los ojos de la pantalla.

 –¿Cómo? ¿Qué futbolista? –le pregunté a su vez.

 –Maradona –dijo sin más.

 Oí aquellas cuatro sílabas y me quedé petrificado. No, no era posible.

 –Pero..., ¿cómo te has enterado?, ¿quién te lo ha dicho?

 –Me ha llegado la noticia hace quince minutos al móvil.

 Me senté en el sofá con mi cara de pasmo y le conté la sincronía que acababa de producirse. Su hermano mayor asomó por el salón.

 –¿Qué pasa? –preguntó.

 –Que ha muerto Maradona –le dije.

 –Sí, el de la tiza.

 –¿Qué tiza?

 –Una bolsa de cocaína que se le cayó del bolsillo. Y la gente: ¡La tiza, la tiza!

 –Con eso hay memes por ahí –confirmó el pequeño.

 No sabía de qué hablaban, y mi estupefacción se redobló. Había muerto el mejor futbolista del mundo y ellos me hablaban de memes... Me pareció muy triste. Luego entendí que ellos eran de una generación que no lo había visto de jugar, que se habían quedado con sus sombras y no con sus luces. Les hice un panegírico sobre Maradona –incluyendo su paso por el Barcelona, el Nápoles (un club modesto al que llevó a ganar dos Scudettos y la Copa de la UEFA) y el Mundial de México 86 que ganó con Argentina y en el que dejó, a modo de rúbrica, dos goles históricos (uno pleno de picardía y otro de audacia y desparpajo)–y cuando dieron la noticia en el telediario de la noche les hice presenciar sus mejores jugadas –la verdad es que me hubiese gustado ponérselas en bucle– para que viesen con sus ojos de qué tipo de jugador estábamos hablando. De su tendencia autodestructiva no hizo falta decirles nada. ¿Qué querés?, le oí decir una vez a alguien, si el pibe viene de donde viene. Al menos no olvidó sus orígenes.

«Qué me importa lo que hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mía».
Roberto Alfredo «el Negro» Fontanarrosa

 Maradona me hizo vibrar con aquellos dos goles a Inglaterra en el mundial de México. Habían pasado cuatro años de la humillante derrota argentina en la guerra de las Malvinas, y los celebré ante la televisión como si yo también fuese argentino. De ahí que lo despidiese, como tantísimo de ellos, con un «adiós, comandante».

 Al día siguiente, recorrí todos los quioscos de la zona para hacerme con los diarios deportivos en los que aparecía el Diego en la portada. Los dejé sobre la mesa del salón, y Lucía, al verlos, le dijo a nuestros hijos: «Cuando vuestro padre se muera os va a tocar a vosotros decidir qué hacéis con esos periódicos». «Estas portadas, enmarcadas, quedan bonitas en cualquier lado», les dije.


 Y también me habría gustado tener las de L'Equipe y La Gazzeta dello Sport.


 Ha pasado un mes de la muerte de Maradona, pero las sincronías continúan. La otra tarde busqué un correo de José de Montfort con los enlaces a los seis números de Crack –minilibros colectivos sobre el fútbol, la vida y la literatura–, pues recordaba que en la portada de uno de ellos aparecía el astro argentino. Era en el Crack Vol. 4, y, al empezar a leer, me topé con dos sorpresas: la primera, que la revista era un especial Navidad (la concordancia con la fecha de hoy no podía ser más propicia), y la segunda, que Maradona aparecía al final de la misma vestido de Papá Noel sonriendo con una copa (que no trofeo) en la mano. Aquel era un peculiar homenaje de José de Montfort y sus compinches literarios al pelusa. Un homenaje en vida, como tantos que recibió (al margen de los que él mismo se dio).

https://fanzinecrack.tumblr.com

 En la página 54 empezaba 1986, el relato que el colombiano Andrés Didier Castro escribió sobre el Diego y sus míticos goles frente a la pérfida Albión. El cuento comienza con Maradona peloteando con un globo terráqueo antes del partido.

Diego Armando Maradona (1960-2020)

1986
Didier Andrés Castro
En la imagen un hombre patea un globo terráqueo lleno de aire por encima de su cabeza. Este sube y la cámara lo sigue. Baja y lo recibe con la cabeza; levanta la pierna izquierda y lo devuelve arriba, sobre su cabeza, hacia el cielo. Hace esto una y otra vez, lo hace girando para que todos lo vean desde diferentes ángulos. Su rostro lleva una expresión sonriente. Se divierte. Está en medio de la cancha enseñándole a todos como maneja el mundo con sus pies. El control que tiene sobre él. La cámara sigue el juego. El hombre no pierde de vista el globo terráqueo que sube de nuevo y proyecta una sombra sobre los camarógrafos apostados al frente. Es el único que lleva el globo. El único vestido frente la cámara para hacerlo. Es el único hombre en ese momento. Es el único hombre que existe en ese año. Es el único hombre que todos recuerdan. Es la única excusa para escribir esto hoy. […]

 Leo esto y me acuerdo de otro calentamiento memorable del pelusa, al ritmo del Live is life, en la previa al partido de la UEFA entre el Nápoles y el Bayern de Múnich en el Olímpico de Múnich en 1989.

«El fútbol que vale es el que uno guarda en el recuerdo»
Roberto Alfredo «el Negro» Fontanarrosa

 Y la más loca de todas las sincronías se produjo antes de anoche. Al escribirle a José de Montfort para que me enviase la portada del minilibro y el enlace, descubrí que habían sacado un Crack Vol. 7 dedicado a Diego Armando Maradona.

https://fanzinecrack.tumblr.com/

 Les copio aquí el prólogo para que sepan lo que se van a encontrar en este nuevo volumen.

Prólogo
Este año 2020 la pandilla Crack hacemos doblete. Si ya para conmemorar uno de los Días del Libro más raros de nuestra vida propusimos en el pasado mes de abril el Crack Vol. 6 Especial Pandemia, volvemos ahora con un número navideño que, sorprendido durante su gestación por la muerte del astro del fútbol argentino, viene dedicado a uno de los últimos mitos del s.XX: Diego Armando Maradona. No se trata aquí de un homenaje, un número hagiográfico, una celebración acrítica, ni siquiera una loa o análisis de su figura histórica. Más bien tratamos de situar al mito en nuestra órbita personal, lo cual nos permite que aparezca el 10 con sus luces, sus sombras y sus claroscuros. Está el genio, pero también está el hombre: el dios fieramente humano.
 Como siempre, y hace ya cinco años que lo venimos festejando en este minilibro colectivo fungido de amistad y literatura, venimos a jugar. Porque lo que nos une siempre es la conciencia lúdica de que el fútbol no es más que el punto de fuga, solaz de la vida, metonimia del mundo. Así, se habla aquí mucho del deporte rey, pero más sobre nosotros mismos, y nuestras circunstancias, que diría el filósofo.
 En este volumen colectivo que tiene el lector entre sus manos (entre sus píxeles –por el momento–, más bien) jugaremos un partido de futbito: 5 contra 5, que acabará en prórroga, con la participación especial de la excelente escritora colombiana Jenny Valencia, quien pone el broche de oro a esta compilación de textos inéditos con su relato "La madre y el barra brava", incluido en su reciente libro Buzirako Fútbol Klub (Ediciones del silencio, 2020).
 En la bancada argentina tenemos a Javier G. Cozzolino, abriendo fuego con una emotiva crónica sentimental dedicada a su padre, que se encuentra por estos días en el hospital y a quien desde aquí deseamos una pronta recuperación. Compartiendo argentinidad, pero desde Viena, Pablo Manzano nos trae la historia de dos talleristas que analizan la posibilidad de una nueva masculinidad y cómo la teoría entra en crisis en cuanto se confronta con la realidad de la vida personal. Chileno, aunque afincado en Barcelona, Ignacio Concha viene a recordarnos la primacía del gambeteo frente al tiquitaca.
 Desde España, Paula Baldrich nos cuenta, con mucha guasa, sobre las variantes lingüísticas que dificultan el lagoteo en una noche de fiestas populares de barrio. Y, por su parte, José de Montfort busca en la sonrisa de Maradona la verdad del engaño.
 El equipo colombiano, el más numeroso en esta ocasión, toca corto y al pie con Andrés Castro, que nos presenta a un personaje inolvidable que ve en la injusticia del fútbol el resarcimiento de las injusticias del capitalismo. Darío Rodríguez, pura fantasía, hombre de jogo bonito, se desmarca por la bando con una genialidad de las suyas, una más. A Sico Pérez se le encomienda el lanzamiento de las faltas más difíciles, que él lanza con precisión y tino, contándonos una historia de ocupación y que valora las posibilidades para nuevas formas de identidades familiares, al tiempo que es metáfora del abuso de las compañías energéticas. En el  mediocentro, Rubén Hurtado nos ofrece la historia de Renato, un periodista de obituarios que hubiese preferido jugar de volante mixto en un equipo de primera división. Y, por último, Santiago Noero se descuelga, centrando desde la banda izquierda, con una crónica futbolera muy personal sobre la identidad Caribe, pero también sobre la caída de las máscaras y la decepción de los ídolos.
 Cuando quiera lanzamos una moneda al aire y decidimos qué equipo comienza el juego.
Los editores

 Yo no he tenido tiempo de leer el número al completo, pero, por lo que llevo, la cosa promete.

 Y no me queda nada más que apuntar, salvo desearles una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo 2021 que, me temo, seguirá siendo un año de incertidumbres. Cuídense, y, si les gustó la entrada, háganse seguidores del blog y suscríbanse al mismo a través del correo electrónico.

Nota: Esta entrada está dedicada al papá de Javier G. Cozzolino que lucha por su vida en un hospital. Ánimos para él y su familia.


domingo, 13 de diciembre de 2020

LIBROS PARA REGALAR A LOS MÁS DEPORTISTAS ESTAS NAVIDADES

Dicen que las mayores diferencias de resultados en el informe PISA no se dan ni entre autonomías ni entre centros, sino entre alumnos que tienen en su casa más de 200 libros y los que tienen menos de 10. Así que si usted quiere contribuir a mejorar el dichoso informe, y ya de paso a salvar la librería de su barrio, le recomiendo algunos libros de literatura deportiva para regalar a sus hijos, o a usted mismo, estas Navidades.

libro.php

miércoles, 2 de diciembre de 2020

PREMIOS DE CONSOLACIÓN


Paquito, Pedro y Enzo. Carranque, 24 de junio de 2009
Fotografía: Pedro Delgado

No hace mucho leí en EL PAÍS un extracto de Contra la igualdad de oportunidades*, del sociólogo César Rendueles. En él se hacía una referencia al atletismo y a los premios de consolación que se entregan en algunas escuelas deportivas al final de la temporada atlética.

En los años ochenta los ideólogos de Margaret Thatcher difundieron la historia de que algunas escuelas públicas británicas prohibían a los miembros de sus equipos de atletismo ganar más de una carrera al año con el fin de fomentar el igualitarismo y evitar que ningún niño se sintiera agraviado. Sospecho que es una historia falsa pero, curiosamente, me resulta familiar. Cuando era niño formé parte de un equipo infantil de atletismo. Lo entrenaba Rufino Carpena, que de joven había sido un gran atleta.

Rufino Carpena Ramos** (Gijón, 1929) 
 Carpena nació en el barrio de pescadores de Gijón, comenzó a trabajar a los once años y la leyenda decía que en los años cincuenta su entrenamiento consistía en ir y volver corriendo todos los días a la empresa siderúrgica donde estaba empleado. Como era de esperar, en nuestro equipo infantil siempre ganaban las competiciones oficiales los mismos niños: concretamente, los que corrían más rápido. A final de curso, Carpena organizaba una entrega de premios para nivelar las cosas y que ningún niño se quedara sin medalla. Los premios eran completamente surrealistas, con categorías inventadas: "niña de primer año de benjamines nacida en el primer semestre que no haya faltado a ninguna carrera de campo a través", y cosas así. Creo que aquella ceremonia tan loca y bastante divertida no sólo era un reparto de premios de consolación para los perdedores, sino que también era una manera de que los ganadores entendieran que la competición es sólo una parte de la práctica deportiva, incluso en un deporte individual como el atletismo. En realidad, si sólo se trataba de saber quién era el niño que corría más rápido, todo aquel esfuerzo era absurdo: los entrenamientos, los viajes, las carreras en las que participaban cientos de niños… Todo el mundo sabía desde el inicio de la temporada quiénes eran los mejores. Así que la entrega de premios de consolación de aquel equipo de atletismo también servía para decirle a la gente más rápida que, en realidad, tampoco era para tanto y evitar que se le subieran los humos. El resto de los atletas no son una comparsa de los mejores, una decorado pintoresco para que muestren su superioridad.

Como no podía ser de otra manera, tras leer esto me acordé de Yasti y de Francis, de Juani y de Carmeli, de Pepe y de todos los que no menciono, y de los premios que entregaban al final de la temporada en la escuela de atletismo del Club Nerja en Málaga. Nadie se quedaba sin una medalla.

Entrega de premios en la escuela de Málaga del Club Nerja de Atletismo
Ciudad Deportiva de Carranque, 24 de junio de 2009
Fotografía: Pedro Delgado


*https://elpais.com/ideas/2020-09-12/la-igualdad-como-objetivo-final.html?event_log=oklogin&o=cerrado&prod=REGCRART

**http://www.estadiogijon.es/2020/05/15/rufino-carpena-un-playu-campeon-que-domino-una-epoca/

**http://www.estadiogijon.es/2019/12/15/hoy-cumplio-90-anos-rufino-carpena-felicidades/