domingo, 18 de julio de 2021

EL CORREDOR Y SU SOMBRA


El corredor y su sombra, de Olivier Haralambon (Editorial Melusina)
Fotografía: Lucía Rodríguez

Como todos los veranos, las imágenes televisivas del Tour nos llevan la ronda gala a casa. En mi caso, imagino que como en muchos otros hogares, si alguien mirase por una mirilla podría verme recostado en el sofá, amodorrado por el almuerzo y el suave murmullo del aire acondicionado, con un ojo cerrado y el otro en el televisor, con los oídos atentos al comentarista, aguardando a que las rampas se pongan más serias y se produzca algún demarraje –uno de esos duelos entre escaladores digno de un western–,  a un descenso vertiginoso con los corredores volcados sobre sus bicicletas como flechas extraídas de un carcaj, o a un esprint masivo en el que un estornudo arroje al mejor velocista a la línea de meta.

 Desde hace unos años, intento hacer coincidir alguna de estas clásicas ciclistas con la lectura de algún libro relacionado con el tema, algo que complemento con alguna que otra salida con la bicicleta: una vuelta rápida por La Fresneda y Junta de Caminos o una ruta más exigente que me lleva hasta Almogía o algún otro pueblo cercano. Cambiar por unos días los repetitivos y traumáticos contactos con el suelo de la carrera por el sutil equilibro entre las gomas de las dos ruedas.

Sigo apegado a mis pequeñas devociones y siempre me acabo lanzando sobre la bici después de haber visto una carrera en televisión, con miedo de dejar pasar el momento de inspiración eficaz, igual que cuando se busca un papel en el bolsillo para anotar una idea que de otra forma se perdería. Y funciona bastante bien. No dura mucho tiempo, pero durante unos kilómetros, durante una hora, consigo imitar con cierta fortuna las siluetas imponentes de los campeones.
La huella (El corredor y su sombra)
Olivier Haralambon

 Este año el libro elegido ha sido El corredor y su sombra (Editorial Melusina, 2019), del escritor, filósofo y periodista Olivier Haralambon (Francia, 1967), quien también fue ciclista profesional entre 1987 y 1996.

 Sus 102 páginas no contienen una novela, sino un singular ensayo sobre este esforzado y bello deporte. Catorce textos con títulos tan sugerentes como Mi sombra de compañía, El dedo de Santo Tomás, El monstruo, Nada menos que un oficio o Subir al cielo con el cuerpo. Pequeños ensayos, como Competir, en los que a veces me basta con cambiar el nombre del deporte para sentirme identificado.

Para convertirse en corredor hay que competir, y yo estaba a punto de participar en mi primera competición ciclista.
 Tenía la edad irreal de trece años y poco más que una sombra de bigote y me estremecía en la línea de salida entre otros congéneres dispares, grandes y pequeños, alegres o devorados por los nervios hasta parecer tristes. Yo estaba volcado hacia delante, con la frente sobre los antebrazos cruzados, los codos sobre el manillar, un pie enganchado al pedal, la rodilla nerviosa y la otra pierna extendida. Levantaba la cabeza de tanto en tanto, fruncía el entrecejo bajo la visera levantada de mi gorra para mostrar el gesto adecuado. (…) Discreta, una banderola de salida y de llegada flotaba sobre nuestras cabezas. Formábamos un rebaño ligero, algo desteñido por la humedad, que se preparaba para dar vueltas frenéticas alrededor de una zona industrial en construcción. (…) yo estaba temblando. Y un futuro corredor temblaba en cada uno de nosotros, en cada cuerpo que se esbozaba. Tembló en cuanto el starter alzó al fin la pistola, con su panza alegre ofrecida al viento. Y se liberó súbitamente, ya en el primer giro de rueda. (…) El aire fresco hizo subir, imagino que a todas nuestras bocas simultáneamente, el sabor metálico de la sangre. Inspirando profundamente antes de cada curva, también había que darse prisa para no perder el sitio, para resistir el embate del hombro del vecino y evitar que se engancharan los manillares. (…) A medida que se iba acercando la vuelta final empecé a ordenar mis pensamientos y a dar ánimos a mi bici, mi precioso cuadro azul de aluminio. También pensaba en Hinault y en todo el Olimpo febril colgado con chinchetas en las paredes de mi cuarto. (…) Cuando sonó la campana de la última vuelta, todos estábamos decididos a renunciar a nuestro decimocuarto cumpleaños antes que a dar por perdida la carrera.
 (…) Recibí unas palmadas en la espalda y los corredores nos dimos la mano. Nos dimos la mano durante largo tiempo. Quince minutos más tarde, (…) una joven me hizo entrega de un enorme ramo de flores; a mí, que nadie nunca me había regalado ninguno. Lo levanté por encima de mi cabeza y el entrenador sacó una foto.
 Nos sentíamos pequeñas glorias nacientes. Cuando volví a la calle con mi ramo enganchado al manillar, todas las vecinas estaban acomodadas a la ventana, se llamaban y charlaban. La fachada del edificio parecía un calendario de adviento. Tras ellas se podían adivinar las cocinas de ladrillo, la vajilla ordenada y los guantes de caucho rosa sobre los grifos (…).
 Dejé mi bicicleta en el rellano y me di una ducha sin ella. El ramo, encima de la cama, estaba ya algo mustio. Pero al fin era –éramos– auténticos corredores ciclistas.
Competir (El corredor y su sombra) 
Olivier Haralambon

 En enero le hablé de este libro a José Antonio Ruiz, de la librería Luces, y al poco me escribió que le había encantado. «Lo tomo como libro propio. Lo regalaré y recomendaré», me dijo.

El corredor y su sombra, recomendado por José Antonio Ruiz, librero y triatleta
del Club Tritrain4you. Fotografía: José Antonio Ruiz

 También tuvo buena recepción entre mis amigos ciclistas; aunque uno de ellos se quejó del estilo lírico de Haralambon: «El contenido no está mal pero quiere ser tan literario que se pasa. El lenguaje es pretencioso, excesivamente empalagoso. Un ciclista puesto a escribir «alta literatura»».

 No les negaré que la prosa de Haralambon peca a menudo de lirismo, pero considero que es un leve peaje a pagar a cambio de líneas como éstas:

Ocurre sobre todo el domingo por la mañana. A la hora de la primera misa, uno se cruza con todas esas pequeñas iglesias ambulantes, visiblemente apuradas por cruzar las puertas de la ciudad. Ciclistas que circulan en grupo, antes de que haya amanecido del todo, y haga el tiempo que haga. Lo habitual es no entender a estos hombres y algunas mujeres cuyo a atuendo extraño y colorido es tan ceñido que se ajusta al menor pliegue de la piel. Tan ceñido, de hecho, que pareciera creado nada más que para reivindicar las imperfecciones del cuerpo. Las siluetas, volcadas sobre la incertidumbre de esas finas ruedas, provocan asombro.
 (…) Y es que para quien no lo adora, el ciclismo es aún hoy una excentricidad. La palabra suele evocar algunos apellidos familiares; apellidos que, en ocasiones, sabemos unir a nombres anticuados, pero que son tan etéreos como un apóstol en un cuadro. Sin duda Jacques Anquetil, Louison Bobet y Raymond Poulidor debieron de tener un rostro, pero nadie lo recuerda. Al igual que un estudiante no reconoce a Balzac o a Flaubert en una foto. Y pocos saben que Eddy Merckx era aun más guapo que Elvis Presley.
 (…) Yo recibí muy pronto el mordisco fatídico. Empecé a pedalear y a participar en carreras justo antes de llegar a la edad en la que la voz cambia y el apetito sexual viene de pronto a sacudir el mundo. Sufrí en ocasiones el leve desprecio, o al menos la incomprensión, de la que es objeto esta actividad que yo colocaba en el centro de mi vida y que crecería muy pronto hasta el punto de invadirlo todo, de apropiarse de toda mi rutina.
Mi sombra de compañía (El corredor y su sombra)
***
Bicicleta Mercier rosa
Era una Mercier: las letras blancas destacaban sobre el rosa intenso, rosa color carne; de ella siento todavía hoy el olor y el sabor. A menudo me pregunto dónde estará ahora, qué sufrimientos habrá soportado lejos de mí todo este tiempo, qué otros cansancios habrá aguantado. Imagino grietas e hinchazones sobre la superficie pintada.
 También sé que el sencillo pitorro de plástico de la cantimplora enganchada al cuadro forma, sin duda, parte de mí, como algún elemento arcaico de mi sexualidad: gran parte del agua que me compone la he bebido a través de un orificio como ese. He exprimido esas botellas de plástico como senos pegajosos de azúcar, con la cabeza girada a un lado, sin despegar el ojo ni de la carretera ni de mi recorrido.
 (…) En la época de mis primeros excesos, que fue también la de la adolescencia, mi bicicleta dormía conmigo; pasaba las noches en mi cuarto. La instalaba en una especie de trípode para abrillantarla y podía hacerla girar desde mi cama. Tumbado, le hacía dar vueltas con la punta de los dedos del pie (…). Al volver del entrenamiento la lavaba conmigo en la ducha, enjabonándola con esponja y cepillo, separando mis piernas para evitar los chorrones de desengrasaste con los que limpiaba la cadena, con la ayuda de un cepillo de dientes. Borraba las huellas más flagrantes antes de que llegara mi madre, quien, por si no tenía poco con el trabajo, descubría en casa que otras fatigas la estaban esperando.
Cosmos desinflado (El corredor y su sombra)
***
Hoy, todavía me parece incómodo mirarme en el espejo. Mi reflejo, puesto en pie, ofrece un cuerpo de cierto vigor, pero ya envejecido. (…) ¡a este reflejo con patas le falta una bicicleta! (…) Mi miembro fantasma es grasa y metal, caucho y presión de aire. Sin él soy un tullido.
El dedo de Santo Tomás (El corredor y su sombra)
***
No sé nada de ese hombre viejo al que a veces adelanto cuando me da por coger la bici. No sé nada de él porque nunca me ha dirigido la palabra. Nada, excepto que fue un buen corredor. Cuando lo miro, con la frente alta, empujar el pedal con esa autoridad tajante, me cuesta asumir su edad. (…) Le traicionan el cabello blanco, que se escapa del casco sobre su nuca faustiana (…).
Cuerpo líquido (El corredor y su sombra)
***
Educarse en una familia de corredores es aprender las leyes de la carrera ciclista igual que se aprende a hablar o a lavarse. (…) Crecer a la sombra de ese hombre de costillas salientes sin duda te predestina.
 (…) Al contrario, quien se declara una mañana como el primer ciclista de su linaje se sumerge en un mundo nuevo. (…) La renuncia a la vida habitual de los colegiales me llenaba el pecho de orgullo, empecé a reivindicar una rutina que desde entonces estaría consagrada a la ascesis y el sufrimiento. Sería el primero de mi familia en convertirme en un monje de piernas afeitadas. La dureza física era mi bandera, las mortificaciones no me asustaban y era mi cuerpo mismo, mi vida en bruto, lo que quería exprimir; escurrirla para extraer de ella mi subsistencia. Fuerza de trabajo y viento en contra. Quería ser digno de la novela familiar, estar a la altura de mi padre, cuya cabellera estéril moraría pronto en las orillas fecundas de mis carreras.
Nada menos que un oficio (El corredor y su sombra)
***
El paso por una simple línea de pintura blanca hace explotar al pelotón. De golpe se descompone. De golpe cesa el maravilloso deslizamiento y reaparecen, como de vuelta a la superficie, esas miríadas de pequeños elementos de color que se dispersan entre los peatones que los asaltan. Se ofrecen a las rudezas maternales de sus cuidadores –estos cubren sus hombros, enjuagan y limpian sus rostros polvorientos, los peinan casi con ternura y descorchan bebidas azucaradas que les llevan a la boca–. Contestas a las preguntas que les hacen y devuelven palabras aún sudorosas, mientras alguien les guía por el laberinto de verjas mecánicas a las que se agarran manos desconocidas; algunos hacia el a autobús y las duchas, otros, con la gorra de sponsor sobre la cabeza, ante las cámaras y los micros.
 (…) Todos ellos, por turnos, antes o después de la cena, atraviesan la misma puerta y se sumergen en ese lugar saturado de potentes esencias, donde se desvisten y se tienden sobre la sábana y la camilla, depositando su propio cuerpo como si fuera un objeto, una ofrenda sobre el altar. El masajista coloca sus manos fuertes empapadas de aceite, agarra un pie y lo coloca sobre su hombro. Con el crujido habitual al roce de la piel llegarán las primeras palabras. Las palmas que bajan desde el puente del pie y el talón de Aquiles, los dedos que se hunden en la densidad de la pantorrilla y luego del muslo, en las nalgas y la espalda de ese hombre tendido, recogen las palabras de lo más profundo del cuerpo, las reúnen y las empujan hasta la boca. Entonces, desde la otra punta de la camilla, del rostro hundido entre los brazos cruzados fluyen relatos que se esparcen por el suelo: los dolores y las penas, las frustraciones y los cansancios, que oscurecen los músculos y el porvenir.
 (…) Los corredores lo comparten todo, o casi. El viento y el dolor, el riesgo y la lluvia, el calor que abrasa y las etapas interminables bajo un cielo que aplasta. El vacío diamantino del cielo de verano y también la angustia informe de las nubes. (…) Doscientos días al año comparten sus habitaciones (…). Extienden su ropa y sus vendas como si acamparan en el desierto, se tumban en la cama con las piernas levantadas contra la pared, se ponen crema sobre la piel quemada de la nariz y hablan largo rato por teléfono con sus hogares, si es que tienen uno. La tele colgada en la pared habla en el vacío. Cada noche, cuando se reúnen dos o más, intentan disipar el nudo de excitación y la angustia no verbalizada, residuo silencioso de una existencia hiperactiva.
Intimidades (El corredor y su sombra) 
Olivier Haralambon

 Son muchos más los textos que he subrayado en mi ejemplar, y seguramente ustedes encontrarán otros que destacar. El único reproche que le hago a Haralambon es su justificación del dopaje en el texto Subir al cielo con el cuerpo. Ni el doping sanguíneo, ni el anfetamínico, ni cualquier otro es justificable. En el deporte no se admiten trampas ni, por ende, tramposos.

«Desearía poder cambiar lo que sucedió y ser un mejor hombre». –Lance Armstrong–
Fotografía: Bustle.com

 Y no quisiera cerrar esta reseña sin alabar la traducción de Elisabeth Falomir y Carlos Pott, así como el trabajo de la editorial Melusina en pro de la literatura deportiva.

Fotografía de Portada:Andreas Rentz/Getty Images
Fotografía de la derecha: Lucía Rodríguez

De la misma editorial, no me canso de recomendar La milla perfecta, esa joya que publicaron en 2017 y que ya reseñé en este blog.

Pedro Delgado y José Antonio Ruiz con La Milla Perfecta en la librería Luces

https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2018/04/la-milla-perfecta.html


viernes, 9 de julio de 2021

¿DE VERDAD SE VAN A CELEBRAR LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE TOKIO ESTE VERANO?


Fotograma de El misterio Koumiko, película documental de Chris Marker

La otra tarde vi con mi hijo Pedro la película documental El misterio Koumiko, de Chris Marker, y en su metraje di con la clave de por qué no posponen de nuevo los Juegos Olímpicos de Tokio. Es algo intrínseco al carácter japonés.

 Chris Marker viajó a Japón para documentar los Juegos del 64, los del segundo oro de Abebe Bikila en maratón, y el doblete en 800 metros y 1.500 metros del neozelandés Peter Snell.

Abebe Bikila (Tokyo 1964)
Fotografía: Bettmann / Corbis

Peter Snell, campeón olímpico de 800 metros en Tokio 1964
Fotografía: Time-to-Run

Peter Snell, campeón olímpico de 1.500 metros en Tokio 64
Fotografía: nzherald.com.nz


Vídeos The NZ Team

 Durante su estancia, Chris Marker conoció por azar a la bella y exótica Koumiko Muraoka. Fascinado por ella, decidió que protagonizase una película; una que lleva su nombre: Le Mystère Koumiko.

El misterio Koumiko, película documental de Chris Marker

 En el film, Marker la sigue con su cámara mientras conversan sobre distintos aspectos de la vida y la cultura nipona, intercalando escenas de las competiciones deportivas y de la capital.

 La cinta también recoge las respuestas de Koumiko a un cuestionario que Chris Marker le entregó antes de volver a Francia, "como quien lanza una moneda a una fuente". La voz de Koumiko, grabada en una cinta, le cuenta (nos cuenta) sus pensamientos íntimos sobre la identidad, la belleza y el tiempo.

 Pero volvamos a los Juegos de ahora. A falta de 14 días para su inicio, Tokio sigue en estado de emergencia por la COVID-19, y el país se encuentra cerrado a los turistas extranjeros. El ritmo de vacunación es extremadamente lento, y el tanto por ciento de población que tiene las dos dosis de la vacuna resulta irrisorio. Una parte importante de la población rechaza la realización de los Juegos, algo que también reclama el sindicato de médicos del país tras combatir una cuarta ola.

 Por otra parte, aunque las autoridades japonesas habían decidido en un principio permitir que hubiera hasta 10.000 espectadores en las gradas (o un 50% del aforo), reservándose la opción de celebrar competiciones a puerta cerrada en caso de repunte de contagios, los organizadores anunciaron ayer que, definitivamente, no habrá público en las gradas. La verdad es que no me imagino unas olimpiadas sin espectadores, con atletas corriendo en estadios vacíos. Sea con espectadores o sin ellos, el número de atletas que integran las distintas delegaciones olímpicas y las personas que se moverán en torno a ellas es enorme. ¿De verdad van a celebrarse los Juegos este verano? Creo que el COI y el Gobierno japonés deberían haberlo repensado.

 Soy de la opinión de que los Juegos debieron de cancelarse en 2020, como ya ocurrió en 1916, 1940 y 1944 con motivo de la I y la II Guerra Mundial. La cita se podría haber celebrado después de los Juegos de París 2024. Ya sé que Los Ángeles es sede oficial para 2028, pero no creo que a los estadounidenses les hubiese molestado retrasar cuatro años el evento. Lo mire por donde lo mire, no veo lugar a una Olimpiada en estos tiempos de pandemia. Otra opción sería una nueva suspensión: si de Tokio 2020 se pasó a Tokio 2021, por qué no pasar a Tokio 2022.

 Vuelvo a El misterio Koumiko. Además de dirigirlo, Chris Marker se encargó del guión, el montaje y la fotografía. El tono y la delicadeza de ésta última me ha recordado el trabajo que hizo sobre la capital nipona mi amiga Nathalie Raffet en 2016. Imágenes que aquí les muestro, ya que no podrán viajar allá en los próximos días. Ella, que viajó por todo Japón, dice que Tokio es un buen compendio del país.

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

 Para saber más sobre la película de Chris Marker pueden cliquear sobre el siguiente enlace:

https://www.blogsandocs.com/?p=116


sábado, 12 de junio de 2021

DE LA COPA AMÉRICA Y LA EUROCOPA


Jorge Valdano y El Roto, siempre lúcidos.

Todo en su medida. La Copa América está escapando de dos realidades continentales. Se iba a jugar en Colombia y Argentina, pero el primer país está en medio de un violento conflicto social y el segundo espantado por la covid que no cesa. Ahora se maneja Brasil como posibilidad, pero yo me pregunto: ¿usted sabía que en pocos días se juega la Copa América? ¿Y que mientras la esperamos se juegan partidos clasificatorios para el próximo Mundial? Y con respecto a la Eurocopa, ¿usted es capaz de decir qué países serán sedes y albergarán a qué selecciones? Yo tengo el diagnóstico a lo que a usted le ocurre: atracón de fútbol. Cuando era pequeño había un programa humorístico de sketches, y en uno de ellos el panadero se quejaba porque la gente siempre le pedía lo mismo: pan. A este cronista de fútbol le empieza a pasar lo mismo: podrido de fútbol. 
El juego infinito / Jorge Valdano (El País, 5 de junio de 2021)
*** 

Viñeta de El Roto. Diario El País, 12 de junio de 2021

***
El juego más fácil. Para mayor gloria de Bolsonaro, la Copa América al fin se jugará en Brasil, conquista más política que deportiva. La delegación que llegue hasta las últimas instancias estará encerrada hasta 26 días en uno de los países en los que la covid campa por sus respetos con la venia del mismo Bolsonaro. La Conmebol quiere que la fabulosa maquinita que produce emociones y dinero no se detenga, sea cual sea la sede que la acoja. Los jugadores de Brasil no parecían  muy dispuestos a jugar, pero como nadie hablaba claro, el debate fue creciendo con la literatura de siempre: encima de privilegiados, traidores a la patria. Hasta que sacaron un mensaje dirigido a la afición en donde se muestran en contra de la Copa América, pero dispuestos a jugar. En resumen, decían: es una locura, pero lo hacemos por Brasil. Como se puede observar, el juego de moda no se llama fútbol, sino populismo, y ya lo saben jugar hasta los futbolistas.
El juego infinito / Jorge Valdano (El País, 12 de junio 2021)

 

miércoles, 12 de mayo de 2021

LA POESÍA DEL FÚTBOL


Portero seminarista. Fotografía de Ramón Masats

En Málaga se organizan muchas actividades culturales, pero se publicitan poco y uno se suele enterar de ellas a toro pasado. Eso fue lo que me ocurrió con la primera conferencia del ciclo Fiebre en las gradas, el cual coordina el onubense Miguel Pardeza, exfutbolista del Real Madrid, del Real Zaragoza y de la selección española, y autor de dos novelas de tintes autobiográficos, TorneoAngelópolis, la primera de las cuales ya reseñé en este blog*.

Juan Bonilla y Miguel Pardeza en La Malagueta. Marzo de 2021
Fotografía: Miguel Fernández (Diario Sur)

 El encuentro literario futbolístico se celebró en el centro cultural La Malagueta el día 10 de marzo, y en el estrado dialogaron Miguel Pardeza y Juan Bonilla, escritor jerezano ganador del Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa y del Premio Nacional de Literatura. De haberlo sabido, me habría acercado a escucharlos, y me habría llevado debajo del brazo mi ejemplar de Torneo para que Pardeza le pusiera su firma bajo una dedicatoria.

*https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2017/02/futbol-y-literatura.html

 Afortunadamente, podemos presenciar la charla a través del vídeo que ha subido el centro cultural a su página web.

Camus fue portero del Racing de Orán, y Nabokov del Cambridge. A un portero le dedicó uno de sus mejores poemas Rafael Alberti y Celaya le contestó airado con otro poema. El fútbol, como casi toda actividad radiante de la juventud de los años veinte, ocasionó mucho interés por parte de poetas y novelistas -la primera novela de J. A. Zunzunegui tenía a un delantero centro como protagonista-. ¿Qué han buscado los poetas y los novelistas en el fútbol? ¿Qué han encontrado? ¿Qué hay de poético en un partido o un estadio lleno de hinchas? Y también, ¿qué hay de futbolístico en la poesía? El fútbol ha legado imágenes y expresiones que sin duda han sido utilizadas con fines poéticos en muchas ocasiones. El ponente repasará algunas de las mejores jugadas de la relación entre poesía y fútbol, remitiéndose en ocasiones a su propia obra y contando las experiencias de las que surgieron los textos que tienen algo que ver con el fútbol.

Juan Bonilla y Miguel Pardeza. La poesía del fútbol
Centro Cultural La Malagueta
#Fiebreenlasgradas

 Miguel Pardeza regresó a Málaga el 16 de abril, para dialogar con el periodista Tomás Roncero sobre la influencia que tienen los medios de comunicación deportivos en nuestro tiempo, la resonancia que facilitan las redes sociales y el protagonismo que han tomado los propios periodistas en la noticia.

Tomás Roncero con Miguel Pardeza. La influencia de la prensa deportiva
Centro Cultural La Malagueta
#Fiebreenlasgradas

 A ver qué nos aguarda la temporada que viene el ciclo Fiebre en las gradas, título que, por cierto, rinde homenaje a la novela de Nick Hornby en la que expresaba su pasión por el Arsenal, aunando una vez más fútbol y literatura.


domingo, 25 de abril de 2021

OVERBOOKING EN LA PISTA DE ATLETISMO


Overbooking en la pista de atletismo
Fotografía: Pelle Cass

La imagen, con la salvedad de que se trata de una pista cubierta, me ha recordado a la Ciudad Deportiva de Carranque, a los tiempos en los que los atletas teníamos que compartir la pista de atletismo con los opositores. Como no hubieses terminado de hacer las series para la hora a la que ellos entraban, ya sabías que te esperaba el caos. Como en botica, había de todo; pero sobre todo muchos que no respetaban la calle 1 –corrían en grupo por ella ocupando también la calle 2, y por mucho que te desgañitaras no se apartaban para dejarte pasar pegado a la cuerda–, que se te cruzaban por delante o se quedaban parados en medio de la pista.

Detalle de la fotografía anterior (Pelle Cass)

 Por fortuna para los atletas, la imagen es solo un montaje del fotógrafo Pelle Cass (Brooklyn, NY, 1954). Una composición no apta para minimalistas que crea el estadounidense mediante la superposición de imágenes. «Su método se basa en disparar hasta 5.000 veces desde un trípode situado en un punto fijo y eliminar las superposiciones con Photoshop».

Salto de pértiga. Fotografía: Pelle Cass

Salto de longitud. Fotografía: Pelle Cass

 Al bichear en internet, en busca de más fotos, me he topado con la serie completa, titulada Crowded Fields, en la que también toman protagonismo otras disciplinas deportivas.

Atletismo en pista cubierta. Fotografía: Pelle Cass

Carrera de campo a través. Fotografía: Pelle Cass

Salto de trampolín. Fotografía: Pelle Cass

Tenis. Fotografía: Pelle Cass

Baloncesto. Fotografía: Pelle Cass

 ¿A que viéndolas se les ha venido a la cabeza el ¿Dónde está Wally? del británico Martin Handford?

 Si quieren saber más sobre Pelle Cass y su trabajo, incluso comprar alguna de sus fotografías, pueden visitar su página web:

https://pellecass.com/


viernes, 16 de abril de 2021

NO TE VAYAS TODAVÍA


Borja Vivas

Al lanzador de peso Borja Vivas habría que cantarle aquello de «No te vayas todavía, no te vayas por favor», y escribo esto después de escucharlo hablar en zona mixta en el último campeonato de España de pista cubierta y de leer en la prensa el siguiente titular: «Borja Vivas, más cerca del adiós».

 Sé que Borja Vivas cumplirá 37 años el próximo 26 de mayo, que lleva 23 temporadas en esto del atletismo, lo suficiente para cansar mentalmente a cualquiera, y que es muy duro mantenerte en la élite. A pesar de ello, no veo motivos para la retirada después de ganar el año pasado el oro al aire libre y la plata este año en pista cubierta. Ya sé que le gustaría lanzar más lejos la bola y volver a las grandes citas internacionales –Borja ha sido dos veces olímpico y subcampeón de Europa al aire libre (20.86 en Zúrich)–; pero estoy seguro de que, más adelante, valorará en su justa medida cada una de las medallas conseguidas a nivel nacional: no solo esos dieciséis oros, divididos a partes iguales entre la pista cubierta y al aire libre, sino también aquellos metales menos nobles. Por cierto, que esta última plata la consiguió tras superar la Covid-19 una semana y media antes del campeonato, y todos sabemos lo rápido que se volatiliza la forma física cuando se nos cruza una enfermedad o una lesión de por medio.

 «Hay que ir poco a poco, pensando en competición a competición», dice Borja Vivas en el artículo del diario SUR que firma Pedro Luis Alonso. «Intentar pasar de los veinte metros y ser competitivo, pero el cuerpo no responde. Hay días que tengo muchas ganas y otros en los que me digo lo que me cuesta entrenarme. Prefiero no marcarme objetivos, aunque lo normal sería que este año colgara las botas, que si no anuncio la retirada me lo planteara al final de esta temporada. Ya lo hablo con naturalidad con Tomás (Fernández, su entrenador de siempre). No quiero tener la sensación de entrenarme por obligación».

 En esa última frase creo que está la clave. Cuando el entrenamiento se convierte en una carga, en una obligación, ha llegado el momento de dejarlo. Yo espero que Borja vuelva a disfrutar de los entrenamientos, y que me siga atornillando delante de la televisión cada vez que compita –aunque sea para pelear por el bronce–; pero también sé que es una actitud egoísta, y que la decisión más adecuada la tomará él con su entrenador y su familia. Decida lo que decida, chapó.

https://www.diariosur.es/deportes/mas-deportes/borja-vivas-cerca-20210221183452-nt.html

Otras entradas de Calle 1 en las que aparece Borja Vivas:

https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2014/03/razones-de-peso.html

https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2014/09/de-barreras-gestas-y-mezquindades.html

https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2016/05/mi-padre-el-lanzador-de-peso-de-la-rda.html

https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2020/09/me-acuerdo-de-2020.html

https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2021/03/de-medallas-caballeros-y-vacunas.html

martes, 13 de abril de 2021

DÍA INTERNACIONAL DEL BESO

Me he enterado por el telediario que hoy se celebra el Día internacional del beso –ya ven que hay días para todo–, y me ha venido a la cabeza la fotografía del beso entre Dana Zátopková y Emil Zátopek*.

Beso entre Dana Zátopková y Emil Zátopek
Fotografía: © 1952 Keystone-France

 Bésense amigos, y si tienen reparos, por aquello del virus, hagan como Usain Bolt: besen la pista.

Usain Bolt en los Juegos Olímpicos de Rio 2016

*https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2014/01/correr-el-libro-acerca-de-zatopek.html