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viernes, 8 de mayo de 2015

LA CRÍTICA LITERARIA DE PEDRO DELGADO FERNÁNDEZ


Pedro Delgado en la librería Luces. Fotografía: Lucía Rodríguez


Como ya sabéis los que seguís este blog, de vez en cuando escribo algún post sobre alguna novela que esté relacionada con el atletismo, unas entradas que vienen a engrosar la sección Calle 1 la crítica literaria de Pedro Delgado Fernández que Salvador Moreno me abrió en su página web ellocoquecorre.com




 Esos post los escribo gracias a la colaboración de la librería Luces, que me pasa los ejemplares para que los lea y pueda escribir con total libertad sobre ellos, y al envío de ejemplares de promoción que me hacen llegar algunas editoriales, caso de Alcanzando metas o Insularidad, que será mi próxima crítica.





 


             




 Tal vez sea por esa relación especial que mantengo con la librería Luces, por lo que me resultó tan grato ver el otro día mi nuevo trabajo literario sobre su mesa de novedades.



Pedro Delgado y su Carta desde el Toubkal en la mesa de novedades de la librería Luces
Fotografía: Lucía Rodríguez

José Antonio Ruiz y Pedro Delgado en la librería Luces. Fotografía: Lucía Rodríguez


 Y que me diesen la oportunidad de firmar ejemplares de Carta desde el Toubkal en la caseta que tiene la librería en el Palmeral de las Sorpresas del puerto de Málaga.


Pedro Delgado Fernández en la caseta de Luces en la Feria del Libro de Málaga 2015
Fotografía: Janet


 Me agradó charlar con Janet y José Antonio, y ver cómo mis libros van emprendiendo su camino: uno se dirige hacia América del Sur con Kucho, un trotamundos chileno que lleva seis meses cruzando fronteras para envidia de todos aquellos a los que nos gusta viajar. Recuerdo que, como Kucho, me topé con la Feria del Libro de la Paz en uno de mis viajes a Bolivia, y que me traje varios libros en la mochila firmados y dedicados por Edmundo Paz Soldán y Tito Gutiérrez Vargas. Y es que un libro firmado y dedicado siempre será un buen souvenir.


Con Kucho, trotamundos chileno, en la Feria del Libro de Málaga 2015
Fotografía: Janet

Con Francis, que me llevó junto a Los protegidos de Pablo Aranda
(espero verte el día de la presentación en el CAL)
Fotografía: Janet


 Gracias a todos los que os acercasteis el miércoles por la Feria del Libro. Y a los que no, os espero mañana sábado a partir de las 19:00 horas en la caseta de la librería Proteo y Prometeo.

jueves, 1 de mayo de 2014

REYES DEL ASFALTO


Portada Reyes del Asfalto

"Como todo corredor, Bill Rodgers había perdido más carreras de las que había ganado. Conocía el tormento de la derrota mejor que las mieles del éxito, y aunque había perdido la costumbre de perder, sabía que la derrota formaba parte del juego. Solo uno cruzaría la línea de meta el primero; todos los demás irían detrás de él. Llevaba una buena racha, pero siempre había sabido que ese momento llegaría, del mismo modo que el cátcher veterano siente que le crujen las articulaciones cuando mira al banquillo y ve cómo la joven promesa se pone la careta de protección. De pronto, ahí estaba Alberto Salazar preguntándole si quería que marcara él el paso. ¿No consistía en eso el atletismo? "En destronar a los reyes", había dicho el propio Rodgers".

Como indica su subtítulo, Reyes del asfalto es la crónica de la época dorada del running en Estados Unidos, la que va de 1972 a 1982, cuando Frank Shorter, Bill Rodgers y Alberto Salazar consiguieron que correr dejase de ser un deporte de hippies y chiflados.


    


 Frank Shorter fue el pionero. Su oro en los Juegos Olímpicos de Múnich marcó a los otros el camino a seguir. Bill Rodgers sería el popularizador, con sus 4 triunfos en las maratones de Boston y Nueva York. Y Alberto Salazar sería el novato que les arrebataría finalmente la corona. Décadas después, ningún estadounidense ha igualado los logros de estos tres atletas.

"En 1963 nadie salía a correr; a excepción de en los Juegos Olímpicos, la gente solo corría para tomar un tren o escapar de la policía".

 Ellos "allanaron el camino y mil carreras florecieron a su paso".

 Para mí, su lectura ha sido muy grata, entre otras cosas porque al leerlo extrapolaba mentalmente las situaciones a Málaga: si el libro hablaba de la Falmouth Road Race yo pensaba en la Carrera Urbana Ciudad de Málaga; si el boom americano se producía en la década de los 70 y primeros de los 80 yo me acordaba del que se dio aquí en la década de los 80 y primeros de los 90. Incluso me he sentido como ese Alberto Salazar cuando llega a Boston y con 16 años se pone a entrenar junto a gente que le saca diez años, atletas que eran el ejemplo a seguir, pero también el objetivo a batir. Francisco Espejo, Rafael Morales, Juan Sarria y un servidor, Pedro Delgado, fuimos los protagonistas de aquel boom en la ciudad malagueña, cuando a base de entrenar juntos disparamos el nivel a las nubes.

 En "un deporte en el que apenas había diferencia entre perder y llegar segundo [...]" "[...] su rivalidad los animó a entrenarse con más ahínco, a correr más rápido, a elaborar mejores estrategias. Por separado, se habrían limitado a ganar carreras; juntos, lo cambiaron todo".


Francisco Espejo, Juan Sarria, Rafael Morales y Pedro Delgado (1988)


 Como los americanos, nosotros también vivimos la oleada de dinero que llegó a las carreras al rebufo de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, y cómo esos premios en metálico atrajeron a los atletas africanos y portugueses, convirtiendo cada carrera en una dura pugna. 

 Es este un libro que daría para muchas entradas (de hecho ya me referí a él en dos de ellas: Múnich y La hora de los tramposos), y que toca muchos de los temas que ya han asomado por este blog: el doping; el entrenamiento interválico; la tragedia de Múnich; el correr descalzo; la figura de Chris Chataway, Emil Zátopek y Abebe Bikila; y cómo a medida que los eventos han aumentado en tamaño e ingresos, la carrera en sí ha pasado a un segundo plano y se han ralentizado los tiempos medios de la mayoría de las carreras. 


Frank Shorter en los Juegos Olímpicos de Múnich


 Leyendo las páginas de Reyes del asfalto asistimos también al nacimiento de la maratón de Nueva York y al de algunas de las marcas de calzado punteras hoy día; también al inicio de la profesionalización en el atletismo con el conflicto inherente entre los organizadores y los corredores de élite. Además, podemos ser testigos de cómo surgió el boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú y cómo éste afectó a los atletas.

 Hay algunas mujeres en las páginas de Reyes del asfalto, como la campeona olímpica estadounidense Joan Benoit Samuelson o la noruega Greta Waitz, ganadora de 9 maratones de Nueva York, pero sus nombres sólo aparecen de pasada, lo que me lleva a preguntar: ¿para cuándo un Reinas del asfalto?



 
  Joan Benoit


  Greta Waitz (Foto AP Photo/Scanpix)


 No hacen falta excusas para comprar el libro de Cameron Stracher, que por cierto contiene un epílogo muy aclaratorio y un buen prólogo de Carlos Arribas, pero si las necesitan, celebren el pasado día 23, día del libro, o la llegada de la Feria del Libro al Puerto de Málaga, y regálense un ejemplar. Y por favor, no se olviden de los campeones.


"Los corredores de élite atrajeron a las masas a la carretera, pero después la masa se olvidó de ellos. Hoy en día es habitual que quienes participan en una gran carrera no sepan -ni les importe- quién ha ganado. Lo que cuenta es la lucha personal contra la adversidad y el superarse a uno mismo. Ya no hay héroes; sólo bolsitas de recuerdo y botellines de agua de sabores exóticos".


                                                                                                     
Nota: Los pasajes de Reyes del asfalto, de Cameron Stracher, pertenecen a la primera edición de marzo de 2014 de Contra Ediciones, con traducción de David Paradela López.

     
  

miércoles, 2 de abril de 2014

MÚNICH


Hay libros o incluso pasajes de estos que te conducen a otros; a veces, incluso te llevan a una película como me ocurrió esta semana con uno de los capítulos de Reyes del asfalto, de Cameron Stracher, cuya lectura me hizo buscar entre las estanterías de deuvedés que jalonan una de las escaleras de casa, películas que regalan o venden a bajo precio con los periódicos de los domingos, junto a otras que me han marcado y que me reconforta tener a mano. Entre las primeras hay muchas que todavía tienen su precinto de plástico y que aguardan su oportunidad, pues los que tenemos niños no siempre disponemos de dos horas para sentarnos a ver una película: entre que se acuestan y cenas..., al final se te cierran los ojos y terminas convirtiendo un largometraje en una serie televisiva. MUNICH, de Steven Spielberg, estaba aún sin desprecintar y en la carátula se leía:

"Basada en hechos reales, Múnich nos descubre la intensa historia de un escuadrón israelí, asignado para localizar y asesinar a los 11 palestinos sospechosos de planear la masacre de Múnich de 1972 de 11 atletas israelíes, cuya venganza recaerá sobre el grupo y el hombre que los lidera. Aclamada como "tremendamente excitante" (Peter Travers, Rolling Stone) este explosivo thriller de suspense de Steven Spielberg cosechó 5 nominaciones a los Oscars, incluidas Mejor Película y Mejor Director".

 El argumento no trata de la masacre en sí, sino de las consecuencias. Es la historia de una misión, una misión que no se reconoció cuando se llevó a cabo en su momento. La primera ministra israelí, Golda Meir, junto a varios oficiales gubernamentales y miembros del Mossad, decidieron hacer una lista con la gente que creían responsable de lo ocurrido en Múnich e ir a por ellos. Algunos de los señalados pertenecían a una red terrorista, otros eran líderes políticos e intelectuales. La idea era hacerle saber al mundo que Israel no permitiría aquel tipo de actos, que responderían con un ojo por ojo. Los principales personajes de la película son los cinco que cometen los asesinatos selectivos, hombres susceptibles de tener las mismas dudas morales que cualquiera y que vienen a ejemplificar como el odio y la venganza sólo llevan a la destrucción.




 ¿El pasaje del libro de Cameron que me llevó a la película? Aquí os lo dejo:
"Los terroristas llegaron antes del alba. Con la ayuda de varios atletas estadounidenses, saltaron la valla con sus bolsas deportivas y vestidos con chándal rojo. La seguridad era poco estricta y nadie se molestó en detenerlos ni hacerles preguntas. Eran los "Juegos Amistosos", y los alemanes esperaban borrar con ellos el recuerdo de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, organizados bajo la mirada aprobatoria de Hitler. Saltar una valla a altas horas de la madrugada tras una noche de copas parecía lo más indicado. A continuación, los ocho palestinos, miembros del comando Septiembre Negro, avanzaron a hurtadillas hacia el número 31 de la Connollystrasse, donde se alojaban los atletas de Uruguay, Hong kong e Israel. Eran las 4.10 de la madrugada del 5 de septiembre de 1972. Derribaron la puerta del primer apartamento de una patada, despertando a Iósef Gutfreund, un árbitro de lucha libre israelí, que se abalanzó hacia la puerta mientras les gritaba a sus compatriotas que escapasen. Tuvia Sokolovsky, entrenador de halterofilia, consiguió romper una ventana y escapar, pero los otros cinco entrenadores y árbitros no tuvieron tanta suerte; fueron capturados, atados y trasladados junto con Gutfreund a un dormitorio vacío del segundo piso en calidad de rehenes. Los terroristas obligaron al entrenador de lucha libre Moshe Weinberg a que los condujera hasta el resto de compañeros del equipo. Weinberg pensó que los luchadores y los levantadores de pesas tendrían más posibilidades de neutralizar a sus captores, de modo que los convenció de que el apartamento número 2 -donde se alojaban los equipos de tiro, esgrima y atletismo- estaba ocupado por la delegación uruguaya. Siguieron hasta el apartamento número 3, donde uno de los luchadores logró escapar, pero el resto de sus compañeros fueron apresados. Cuando Weinberg y el levantador de pesas Iósef Romano trataron de escapar, los mataron de un balazo. El cuerpo de Weinberg cayó al suelo, donde lo encontró un guardia de seguridad que alertó a las autoridades alemanas. Empezaban así veinticuatro agónicas horas que acabaron con una torpe operación de rescate que la policía alemana lanzó en el aeropuerto, adonde los terroristas habían llegado en helicóptero con el propósito de volar a El Cairo para continuar ahí con las negociaciones. Durante el tiroteo subsiguiente, los terroristas asesinaron al resto de rehenes. La crisis se saldó con once atletas, cinco terroristas y un policía muertos. El corredor de fondo norteamericano Frank Shorter vio cómo se desataba el terror desde su balcón, que daba justo delante del complejo israelí. Se había ido a dormir convencido de que los atletas estaban seguros, pero por la mañana, al despertar, se encontró con la cruda verdad".

 Frank Shorter ganaría pocos días después la maratón, y "justo en ese instante, oscurecido por el dolor y la muerte", nacería el boom del running en Estados Unidos.



Nota: El pasaje de Reyes del asfalto, de Cameron Stracher, pertenece a la primera edición de marzo de 2014 de Contra Ediciones, con traducción de David Paradela López.



                             


sábado, 22 de marzo de 2014

LA HORA DE LOS TRAMPOSOS

Como si de una pantomima se tratase, el presidente de la Real Federación Española de Atletismo, José María Odriozola, se cisca en el pasaporte biológico y, junto a su Comité de Disciplina Deportiva, absuelve a Marta Domínguez de las acusaciones de dopaje por anomalías en su Pasaporte Biológico. Y todo ello contra el criterio de la Federación Internacional de Atletismo, la Agencia Mundial Antidopaje y el Consejo Superior de Deportes. La primera de ellas, la IAAF, que pidió cuatro años de sanción para la atleta palentina y la devolución de sus medallas de oro y plata del Mundial de Berlín 2009 y el Europeo de Barcelona 2010, ya anunció que en el caso de que la Federación Española no la sancionase recurriría al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) de Lausana, con lo que el culebrón promete ir para largo.

 En Málaga, que hay mucha guasa y mucho arte, ya le sacaron punta al tema de Marta cuando la Operación Galgo.

Atletas disfrazados de la Operación Galgo, con Marta Dopinguez en la 9ª San Silvestre de la Salud de Málaga, 2010

 Yo creo que esto no lo arregla ni la Operación Dragón de mi querido Bruce Lee, pues la cinta rosa del pelo de Marta la tiene ahora Odriozola en los ojos a modo de venda, así que de nada sirven Operaciones Galgo, Puerto o Skype, ni las investigaciones de la Guardia Civil vinculando a la atleta con el médico Eufemiano Fuentes y con el nombre Urco en el listado de las bolsas de sangre. En el colmo de los colmos, ante las irregularidades en el Pasaporte Biológico, que reflejan indicios de consumo de EPO o empleo de transfusiones de sangre, no es que no las vea, es que dice que el método no es fiable. ¡Toma ya!
 La directora general de Deportes y anteriormente de la Agencia Antidopaje Española, Ana Muñoz, le ha recordado al Sr. Odriozola que el pasaporte biológico es un instrumento fiable desde el punto de vista científico y jurídico, contrastado por expertos y en laboratorios de referencia, que es fiable jurídicamente, y que aparte de estar recogido en una ley de nuestro ordenamiento y del Código Mundial, ha sido aprobado por unanimidad por los gobiernos, las agencias antidopaje y los Comités Olímpicos.
 Pero como si nada.

 A mí todo esto me recuerda un capítulo del libro que corona estos días la pila de ejemplares que tengo sobre la mesita de noche. Se titula Reyes del asfalto (prometo una crítica literaria para el mes que viene). En el capítulo 9, titulado La hora de los tramposos, el autor Cameron Stracher, habla de como el maratoniano estadounidense Frank Shorter quiso igualar la gesta de Abebe Bikila ganando dos maratones olímpicas consecutivas. Frank Shorter se hizo con el oro en aquellos juegos trágicos de Munich en 1972 y cuatro años después lo intentó en Montreal 76, donde sólo pudo ser segundo. El atleta alemán oriental Cierpinski ganó aquella maratón con un nuevo récord olímpico.

Frank Shorter le da la mano a Waldemar Cierpinski
tras la llegada de la maratón olímpica de Montreal 76
Ap Photo/Gtresonline

 "Muchos años después, cuando los archivos de la Stasi, la policía secreta de la República Democrática Alemana, quedaron abiertos al público, salió a la luz el Plan Estatal 14:25, un programa de dopaje oficial destinado a atletas olímpicos. Uno de los nombres que figuraban en el plan, en la página 105, con el número de código 62, era el de Waldemar Cierpinski".