Mostrando entradas con la etiqueta Pepe Zapico. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pepe Zapico. Mostrar todas las entradas

martes, 9 de agosto de 2022

NACIDOS PARA CORRER, EL LIBRO QUE EMPEZÓ CON UNA PREGUNTA


Nacidos para correr, de Christopher McDougall
Fotografía: Lucía Rodríguez

El mejor corredor no deja huellas.
Tao Te Ching


Durante años oí hablar de Nacidos para correr –ese libro de culto que escribió Christopher McDougall sobre la historia de una tribu oculta, un grupo de superatletas y la mayor carrera de la historia–, lo que hizo que las expectativas estuvieran muy altas cuando comencé a leerlo, algo que siempre es contraproducente. Sin embargo, he de decir, al terminarlo, que no me ha defraudado. Es más, creo que la faja debería llevar una advertencia, algo tipo: «¡Atención, lector! El uso de este libro puede alterar su capacidad cognitiva y provocarle un deseo irrefrenable de salir a correr a todas las horas del día».

Faja del libro Nacidos para correr, de Christopher McDougall (Editorial Debate)

 El libro empieza cuando Christopher McDougall recorre la Sierra Madre mexicana en busca de lo que parece más una leyenda que una realidad: alguien llamado Caballo Blanco.

Algunos decían que Caballo Blanco era un fugitivo; otros habían oído que era un boxeador que huía como una especie de castigo autoimpuesto tras matar a golpes a un tipo en el ring. Nadie sabía su nombre, su edad o de dónde venía. Era como un pistolero del Lejano Oeste [...] Las descripciones y avistamientos estaban por todas partes; aldeanos que vivían a distancias imposibles unos de otros juraban haberlo visto viajando a pie el mismo día y lo describían dentro de una amplia escala que iba de «divertido y simpático» a «raro y gigantesco».
 Pero en todas las versiones de la leyenda de Caballo Blanco siempre se repetían algunos detalles básicos: había llegado a México años atrás y se había internado en las salvajes e impenetrables Barrancas del Cobre para vivir entre los tarahumaras, una tribu casi mítica de superatletas de la Edad de Piedra. Los tarahumaras quizás sean las personas más sanas y serenas del planeta, y los más grandes corredores de todos los tiempos.
 Cuando se trata de distancias enormes, nada puede vencer a un corredor tarahumara. Ni un caballo de carreras, ni un guepardo ni un maratonista olímpico. Pocas personas han visto a los tarahumaras en acción, pero a lo largo de los siglos han ido filtrándose desde las barrancas historias asombrosas acerca de su resistencia y tranquilidad sobrehumana.
 [...] de alguna manera, Caballo Blanco había conseguido llegar a las profundidades de las barrancas. Y ahí, cuentan, fue adoptado por los tarahumaras como un amigo y alma gemela, un fantasma entre fantasmas. Ciertamente, dominaba dos de las habilidades características de los tarahumaras –invisibilidad y resistencia– ya que aun cuando había sido visto recorriendo las barrancas, nadie parecía saber dónde vivía o dónde podría vérsele la próxima vez. Si alguien podía traducir los antiguos secretos de los tarahumaras, me dijeron, era este vagabundo solitario de la Sierra Alta.

 Por alguna extraña razón, siempre relacioné a Caballo Blanco con el Richard Harris de Un hombre llamado Caballo, aquel western que tanto me impresionó de chavea y que dio para toda una saga; así que la cara del actor me acompañó durante la lectura.

Richard Harris en Un hombre llamado caballo

 Sobre los tarahumaras de México, he de decir que ya sabía de ellos antes de abrir el libro. Creo que fue Pepe Zapico quien me habló de ellos y del rarájipari, el juego de carrreras tarahumara, en uno de los cursos de Ed. Física que impartimos en Bolivia. De los tarahumaras y de los Chasquis, mensajeros que recorrían el llamado camino Inca que a lo largo y ancho de aproximadamente 5.000 kilómetros unía el imperio incaico.

[...] Cuando los españoles llegaron hasta aquellas altiplanicies y se encontraron aquel sistema postal lo describieron en sus crónicas destacando la extraordinaria capacidad de los indígenas para la carrera.
 Se cuenta que un indio de la tribu "chasqui" de Cuzco, la capital de los incas del Perú, invertía cinco días para llegar a Quito, capital del Ecuador, distancia y tiempo que en la actualidad nos parece inverosímil.
 Por otro lado se afirmaba que una noticia podía llegar en tres días con sus noches desde Cuzco hasta Lima, capitales que están separadas por 650 kilómetros.
 Estos datos nos llevan a pensar que los correos de los indios Incas alcanzaban una velocidad no igualada por ningún otro pueblo, lo que sólo puede explicarse por un entrenamiento comenzado desde la misma infancia.
Pepe Zapico –Libro de texto Aristo 1º ESO–
***
[Rarájipari] Ángel se puso en pie y dividió a los niños en dos equipos de niñas y niños mezclados. Luego sacó dos pelotas de madera del tamaño de una bola de béisbol y le dio una a un jugador en cada equipo. Hizo una señal levantando seis dedos; los niños correrían seis vueltas desde la escuela hasta el río, haciendo una distancia total de aproximadamente cuatro millas. Los dos chicos dejaron caer las pelotas al suelo y arquearon un pie, de manera que la bola se mantenía en equilibrio en la punta de sus dedos. Lentamente, se enroscaron sobre sí mismos, colocándose en cuclillas y...
 –¡Vayan!
 Las pelotas pasaron silbando delante de nosotros; habían salido disparadas de los pies de los chicos como lanzadas por un bazuca, y los niños salieron en estampida detrás de ellas. [...] Marcelino alcanzó la pelota de su equipo cuando todavía estaba rodando. La acuñó con maestría con la parte superior de sus dedos para lanzarla nuevamente hacia el camino sin apenas detener su carrera. 

Rarájipari, juego de carrera tarahumara. Fotografía: Norawas.org
Pueden ver sus reglas en: https://elfistoldeldiablo.com

 El impulso que llevó a Christopher McDougall a escribir este libro, el origen de su aventura en pos de ese tipo escurridizo llamado Caballo Blanco, está en la sencilla pregunta que le hizo a su médico: «Doctor, ¿por qué me duele el pie?».

 Ja, ja. Perdonen que me ría, pero es que la respuesta del doctor me recordó a las que me daba mi hermano, también médico, cada vez que me lesionaba. «Su problema es que corre»; «el cuerpo humano no está diseñado para soportar esa clase de abuso»; «cada pisada golpea cada una de tus piernas con una fuerza equivalente al doble de tu masa corporal. De la misma manera que un martilleo constante en una roca de apariencia impenetrable, con el tiempo la convertirá en polvo, la carga del impacto relacionado con el hecho de correr puede, en última instancia, dañar tus huesos, cartílagos, músculos, tendones y ligamentos».

–Entonces, ¿no hay nada que pueda hacer? –pregunté al doctor Torg.
Se encogió de hombros.
–Puedes seguir corriendo, pero volverás a buscar más de estas –dijo, golpeando con la punta del dedo la enorme aguja llena de cortisona que estaba a punto de clavarme en la planta del pie.

 «Cómprese una bicicleta», fue la recomendación del doctor Torg, uno de los mejores especialistas en medicina deportiva del país, al bueno de McDougall. El podólogo al que recurrió para tener una segunda opinión le dio el mismo diagnóstico: «Parece que tiene el síndrome del cuboides». «Debería pensar en encontrar otro deporte que no sea correr».

 Un tercer diagnóstico, el de la doctora Davis tras verlo correr en un vídeo a cámara lenta, lo llevó al mismo punto de partida.

–¿Por qué me duele el pie?
–Porque correr es malo para ti.
–¿Por qué correr es malo para mí?
–Porque hace que te duela el pie.

 Dos años después, mientras McDougall paseaba su cuerpo de baloncestista por México para escribir un reportaje sobre una estrella del pop que había desaparecido en el país, se encontró con una revista de viajes en español en la que hablaban de los tarahumaras.

De pronto, una foto de Jesucristo corriendo por una pendiente de rocas me llamó la atención. Una inspección más detallada reveló que si bien podía no ser Jesucristo, sin lugar a dudas se trataba de un hombre en bata y con sandalias corriendo hacia abajo en una montaña de escombros. Empecé a traducir el pie de foto, pero no alcanzaba a entender por qué estaba en tiempo presente; parecía una fantasiosa leyenda acerca de un extinto imperio de superhombres evolucionados. Poco a poco fui entendiendo que tenía razón, excepto por los adjetivos «extinto» y «fantasiosa».

 Según el historiador mexicano Francisco Almada, un campeón tarahumara corrió una vez 435 millas, el equivalente a salir a correr en Nueva York y no detenerse hasta llegar a Detroit. Otros informes, decía el artículo, hablan de corredores tarahumara recorriendo 300 millas cada uno. Eso son casi doce maratones seguidas, mientras el sol sale, se pone y vuelve a salir. ¿Cómo es posible que no se lesionen?, se preguntó McDougall.

¿No deberíamos ser nosotros –los que tenemos zapatillas de tecnología punta y plantillas hechas a medida– los que no estuviéramos heridos, y los tarahumaras –que corren mucho más, en terrenos rocosos y con calzado que difícilmente se puede calificar como tal– constantemente machacados?

 El artículo que tenía que escribir para el New York Magazine sobre la cantante pop le pareció de inmediato soporífero, así que movió cielo y tierra para volver allí, esta vez de la mano de la revista Runner's World, e investigar y escribir acerca de lo que había leído en aquella revista.

Christopher McDougall

 Este libro, traducido al español por Diego Salazar, nos muestra los pasos de McDougall en pos de ese reportaje: primero, a la búsqueda de Arnulfo Quimare, el más grande corredor tarahumara vivo, proveniente de un clan de primos, cuñados y sobrinos casi tan buenos como él; luego, a la búsqueda de Caballo Blanco, «ese discípulo de Arnulfo venido del mundo moderno».

Arnulfo Quimare y Micah True, más conocido como Caballo Blanco

 Las aventuras que vive y los personajes que se le cruzan en la decisión de desvelar los secretos de los tarahumaras, alimentan sus páginas, a la vez que nos muestran cómo McDougall da rienda suelta al atleta que lleva dentro, entrenándose para uno de los mayores retos de su vida: una carrera de ochenta kilómetros, organizada por Caballo Blanco, que enfrentará a la tribu contra los más locos corredores estadounidenses.

Urique era un pueblo minero cuyos mejores días habían terminado hacía ya más de un siglo, así que solo tenía dos cosas de las que sentirse orgulloso: un paisaje tremendamente escarpado y sus vecinos tarahumaras. Y ahora, por primera vez, un grupo de exóticos corredores foráneos había hecho todo este viaje para medirse contra ambos, así que se había convertido en mucho más que una carrera: para la gente de Urique, era una oportunidad única en la vida de demostrar al mundo exterior de qué estaban hechos.
 Incluso Caballo estaba sorprendido de descubrir que la carrera había sobrepasado sus expectativas y se estaba convirtiendo en la Ultimate Fighting Competition de las ultramaratones clandestinas.

 A través de sus páginas también nos adentraremos en el mundo de las ultramaratones, como la salvaje Leadville Trail 100 de Colorado o la Western States Trail Ride 100 de California, dos ultras de un centenar de millas (160,934 kilómetros) que atraen a los tipos más duros e intrépidos del mundo.

La Leadville Trail 100 equivale a cerca de cuatro maratones enteras, la mitad del recorrido realizado a oscuras, con dos ascensos de ochocientos metros justo en el medio. La línea de salida de Leadville se encuentra al doble de la altitud en la que los aviones presurizan sus cabinas, y a partir de ahí todo es cuesta arriba. [...] Es el único fin de semana en que los hoteles y la sala de urgencias están llenos a la vez.
***
Ken había oído hablar de un tipo en California, un pelucón de la montaña llamado Gordy Ainsleigh, al que una yegua se le quedó coja justo antes de la mayor competición mundial de resistencia para caballos, la Western States Trail Ride. Gordy decidió correr de todas formas. Se presentó en la línea de salida con zapatillas de correr y preparado para correr a pie cien millas a través de la Sierra Nevada. Bebió agua de los arroyos, los veterinarios de las paradas médicas le midieron las constantes vitales y superó la marca de veinticuatro horas por diecisiete minutos. Como era de suponer, Gordy no era el único lunático de California, así que al año siguiente otro corredor se sumó a la carrera de caballos... y otro más el año siguiente... y otro más el siguiente... hasta que, en 1977, los caballos fueron desplazados y la Western States se convirtió en la primera carrera de cien millas a pie del mundo.

Película sobre la Western States 100 de 2010, en la que se enfrentaron cuatro ases del ultra trail –Anton Krupicka, Kilian Jornet, Hal Koerner y Geoff Roes– en la ruta que seguían los caballos que llevaban el correo postal desde el lago Tahoe a Auburn.

 McDougall nos habla del fugaz paso de los tarahumaras por la escena de las ultramaratones estadounidenses, y de cómo las historias acerca de sus victorias en Leadville se extendieron por el país.

«Parecían moverse con el terreno –dijo un espectador sobrecogido–. De la misma manera que el viento o la niebla se mueve a través de las montañas».

 Y junto a los grandes corredores tarahumaras –Arnulfo y Pedro Quimare, Avelado, Silvino, Manuel Lara, Manuel Luna, Victoriano Churro, Cerrildo Chacarito, Felipe Torres, Martimano Cervantes, Juan Herrera, Sebastiano y Herbolisto–, aparecen nombres claves del ultratrail –como Ann Trason, Scott Jurek, Jenn Shelton, Billy Barnett, Ted Descalzo, Eric Orton, Karl Meltzer, Catra Corbett, Lisa Smith-Batchen, Tony Krupicka o los hermanos Eric y Kyle Skaggs–, junto a figuras clásicas del atletismo –como Roger Bannister, Zatopek, Ron Clarke, Steve Prefontaine, Frank Shorter, Bill Rodgers, Alberto Salazar, Haile Gebrselassie, Khalid Khannouchi, Paula Radcliffe, Deena Kastor o Alan Webb– y entrenadores de la talla de Arthur Lydiard, Joe Vigil o Vin Lananna.

Scott Jurek corriendo con Arnulfo Quimare en las Barrancas del Cobre (México)
Fotografia: Luis Escobar

 Durante algunos capítulos, McDougall se olvida de Caballo Blanco para analizar esa obra de ingeniería que es el pie humano. Ahora sé de dónde surgió esa «moda» de correr descalzo, en chancletas o con zapatillas minimalistas, frente a las zapatillas tradicionales con mayor amortiguación, y toda esa controversia que aún nos acompaña. Por cierto, he de anotar que cada vez que Christopher mencionaba la «fascitis plantar», un escalofrío me recorría la espalda. Y es que fueron siete años y medio los que pasé sin poder correr por esa dolencia. Y aún hoy, cuando llevo corriendo desde el desconfinamiento, no hay día que corra sin temor a sentir el fatídico pinchazo.

Una vez que la fascitis plantar le clava los colmillos a uno (...), corre el riesgo de quedar infectado de por vida. Basta echar un vistazo por cualquier foro de corredores en Internet para encontrar, con toda seguridad, un buen puñado de mensajes de aquejados por la FP rogando por una cura. Todo el mundo sugiere rápidamente los mismos remedios –tablillas nocturnas, medias elásticas, ultrasonido, electroshock, cortisona, plantillas ortopédicas– pero los mensajes pidiendo ayuda siguen aumentando porque parece que ninguno de esos remedios funciona realmente.

 El texto incluye además un curioso e interesante ensayo sobre la teoría del Hombre Corredor y la caza por persistencia, que nos lleva a descubrir que, como dice el título, todos hemos nacido para correr. Y, por supuesto, nos desvela los enigmas que rodean la figura de Caballo Blanco: ¿quién es y por qué y cómo llegó hasta allí?

Micah True, nacido Michael Hickman, y conocido como Caballo Blanco
Fotografía: Billy Cody (via Mike Havenar) / The New York Times


P.D.: Esta entrada está dedicada a Micah True, Caballo Blanco, que falleció el 27 de marzo de 2012. Su legado, en forma de carrera (la Ultramaratón Caballo Blanco), continúa. Y la película documental Run Free, dirigida por Sterling Noren, recoge su historia.

Cartel Run Free, de Sterling Noren


 Y por si se quedaron enganchados al tema, les dejo Goshen, la película documental sobre los tarahumaras, producida y dirigida por Dana Richardson y Sarah Zentz.


jueves, 26 de agosto de 2021

COSES DESDE RIBADESELLA (III)


Como no hay dos sin tres, aquí les dejo un nuevo artículo de mi amigo Pepe Zapico.


Apología del atleta

El Pensador está atento a la prensa diaria y se admira de cómo con excesiva frecuencia, y al rebufo de la Olimpiada de Tokio, aparecen noticias poco alentadoras.

 Lee con desánimo las denuncias de gimnastas (que vienen de lejos) y baloncestistas. Respira hondo y las pone en el mostrador junto a los escándalos no tan lejanos del ciclismo y casos cada vez más repetidos en la pista de atletismo: los que van desde el asunto Ben Johnson en 1988, a la actual Sha'Carri Richardson.

Sha'Carri Richardson se perdió Tokio 2020 al dar positivo por marihuana
Fotografía: Getty Images

 Pasa a la página siguiente y piensa en los ciclistas a los que se les exigen proezas que parecen sacadas de las hazañas bélicas de Boixcar, es decir, soldados a punto de estallar en pedazos porque los mandan al infierno de cuestas disparatadas y trazados de infarto.

Tebeo de la colección Hazañas Bélicas (Ed. Toray)
Dibujos: Boixcar

 Es la forma de espectáculo que justifican con arrogancia los organizadores. Todo sea por la televisión que parece la gallina que pone los huevos de oro y que vende el producto (¡y a qué precio, Señor!) como si los atletas fueran funambulistas de alturas imposibles. Unos circos que hacen tambalearse al Barón de Coubertin desde la pared donde está colgada su figura.

Barón Pierre de Coubertin

 Hoy Nadal parece anunciar una ausencia que esperemos no sea definitiva. Sería irreparable no solo en términos deportivos sino morales, porque no estaría en el candelero diario dando ejemplo, marcando nota y con las ideas en su sitio. Y con él los Gasol, Entrerrios, Portela, Gravioto, Chorraut, García Bragado y otros más que aguantan en la pelea como si tuvieran implantadas las pilas aquellas que al parecer no se gastaban nunca. Ejemplos para muchos, o mejor diría que para todos, por ese saber estar.

"Chuso" García Bragado disputó en Tokio sus octavos Juegos Olímpicos
Fotografía: sporthd.news

 Sin ellos, piensa el Pensador, nos quedaríamos huérfanos de ese humanismo que desprenden los atletas cuando lo son de verdad para convertirlos en héroes (el héroe es aquel que por su condición de ser hijo de ser humano y de un dios o diosa, llega a donde los demás no llegamos). A esos, los campeones de cartón-piedra, no les da mucho campo ni crédito.

 Valverde, un ejemplo de la voluntad humana, acaba de retirarse de la vuelta ciclista a España. Un accidente es un accidente, claro, pero, si se ponen las circunstancias y si se fuerzan los tornillos, el accidente estará más cerca. Casi se asegura.

Caída de Alejandro Valverde en la Vuelta 2021

 Los convocadores de los eventos, pensando en el jodido circo, obligan a los atletas a llegar hasta límites peligrosos para su salud. El Pensador cree que hace falta repasar aquella cinta de Norman Jewison titulada Rollerball. Esa y otras de la misma dimensión (Vuelta a Berlín, Un domingo cualquieraNanuk el esquimal, Luces de la ciudad, etc…) deberían ser obligatorias en los centros escolares.

Cartel de la película Rollerball

 Los atletas de antes, los que describiera Cervantes, eran otra cosa. Iban a su bola y competían por deporte, es decir, por recreo, ocio o pasatiempo. Jugaban una negra, remaban en barcas por la bandera o participaban alegremente en las fiestas. Algo así como los actuales muchachos que saltan por encima de las hogueras de San Juan. Menos mal que aún no hay una federación nacional de saltadores de hogueras que reclame de inmediato que se le considere deporte olímpico, que a estas alturas disparatadas todo podría llegar.

Saltando hogueras por San Juan
Fotografía: elcanario.net

 El Pensador ha revuelto en La Galatea, y el señor Cervantes le ha dado permiso para que pusiera en astillero esta cita:

Luego en el instante, se mostraron en la plaza un buen número de dispuestos y gallardos pastores los cuales, dando alegres muestras de juventud y destreza, dieron principio a mil graciosos juegos, ora tirando la pesada barra, ora mostrando la ligereza de sus sueltos miembros en los desusados saltos, ora descubriendo su crecida fuerza, é industriosa maña en las intrincadas luchas, ora enseñando la velocidad de sus pies en las largas carreras, procurando cada uno ser tal en todo, que el primero premio alcanzase de muchos, que los Mayorales del Pueblo tenían puestos para los mejores, que en tales ejercicios se aventajasen.

 Eran otros tiempos…

El Pensador –Pepe Zapico–


jueves, 19 de agosto de 2021

COSES DESDE RIBADESELLA (II)


Ana Peleteiro tras ganar el bronce en Tokio 2020
Fotografía: Juan Ignacio RONCARONI/EFE

La llama olímpica se apagó en Tokio tras esos intensos dieciséis días de retransmisión, con hazañas patrias como las de Adriana Cerezo, David Valero, Maialen Chorraut, Pablo Carreño, Ray Zapata, Ana Peleteiro, Teresa Portela, Sandra Sánchez, Damián Quintero o Alberto Ginés, por nombrar a algunos de nuestros medallistas.

 Pero como se puede ver aquí, por estas cosas del Pensador que me manda mi amigo Pepe Zapico desde Asturias, la llama también ha dejado rescoldos.

Olimpiada con llantinas

Katie Ledecky (AFP)

El pensador lleva unos días con la boca abierta. Cuando le pregunté la causa me comentó que había visto una olimpiada cosida al llanto, unas veces por alegría por haber conseguido una medalla y otras por la tristeza de lo contrario.  

Tom Daley (RTVE.es)

Niko Shera (EFE)

 –No entiendo nada –me comentó–. Nunca he visto llorar a los olímpicos de antaño. No creo que se les asomara una lágrima a Zamora, Arrate o Sesúmaga por no haber obtenido el oro en la olimpiada en que fueron plata, pero tampoco me imagino a hombres tan curtidos como Escudero, Bañón, Marculeta, Ipiña o Campanal (los nombres intimidan) por no haber conseguido este o aquel título. Pero me parece a mí que no solo sucede en las olimpiadas. Debe ser otra epidemia que no tiene vacuna porque tiene forma de crisis moral.

 Hoy –continuó el Pensador– los dos periódicos más importantes del país, en primera plana a doble columna y media derecha, nos ofrecen la misma foto: Messi llorando a moco tendido, tapándose la cara y, entre las manos, un pañuelo más mojado que un clamar a bordo.

Portada El País Messi

 El Pensador comenta que él también lloraría emocionado ante lo que le espera: un contrato de cientos de millones de euros libres de la amenazadora cuchilla de Hacienda.

 Ya lo decía hace años Martín Ferrand: ante tantos intereses nos llueven los llantos y también el autobombo de los dirigentes del COE, ese organismo que es un contubernio de intereses económicos, falsedades y corruptelas difíciles de tapar.

El periodista Manuel Martín Ferrand (1940-2013)

 Los JJOO había que hacerlos a pesar de epidemias, contrapuntos, contagios y descalabros humanos, porque los  intereses económicos que estaban en juego eran gigantescos.

 Eso sí, no han de faltar el anuncio de grandes glorias a los deportistas. Que les den medallas, que con eso se ponen muy contentos y que lloren cuanto quieran que eso les sienta muy bien. Mientras, los que siguen en el palmito, disfrutan de sus suculentas finanzas sin peligro de devaluación y vocean que todo esfuerzo es poco para conseguir el bienestar de la humanidad. ¡Ya!… Estamos enterados.

 Al Pensador le parece que a los actuales directivos les es indiferente que alguno de sus deportistas casque física o moralmente porque ellos tienen asegurado caviar de Riofrío.

 Entonces el Pensador, desde la peana en que estaba acomodado, me lanzó una mirada profunda, y, en silencio, giró sobre sí mismo y me dio la espalda.

CODA

Joaquin Larroya Quimet, un piragüista olímpico en Roma 1960, entrenaba como un poseso tres veces al día con la vista puesta en aquella cita.

Joaquin Larroya Quimet

 Concentrado como estaba obligado, y en su condición de amateur como le correspondía, era un galeote más al servicio del COE. En la concentración un administrativo de la federación correspondiente veraneaba de hotel visto y mantel puesto en compañía de su esposa sin intención alguna de mojarse los pies. Se rumoreaba entre los concentrados que no sabía nadar, y, que, desde luego, nunca se había sentado en una piragua.

 El piragüista Larroya, al final de una sesión de entrenamiento, fatigado, exhausto y al borde del vómito, paró la embarcación y dirigiéndose al Pensador le dijo:

 –Entreno tres veces al día sin descanso, y, como a todos nosotros, nos machacan como tela en batán sin cobrar una peseta, y ahí tienes al federativo, limpio y soleado, que es el único que cobra sin dar un palo al agua.

El Pensador –Pepe Zapico–


 

martes, 17 de agosto de 2021

COSES DESDE RIBADESELLA


Discóbolo de Javier Jaén

Mi amigo Pepe Zapico, profesor de Ed. Física y alma mater del programa de libros de texto Aristo, de Ediciones Seyer (enseñar Ed. Física a través de las categorías aristotélicas, que se dice pronto), me envía estas cosas del Pensador desde su Ribadesella natal, en el Principiado de Asturias,  donde pasa el verano.

Simone Biles

Simone Biles (france24.com)
Fotografía: Loic VENANCE AFP/Archivos

El Pensador se afirma en sus planteamientos: Simone Biles se ha roto.
 Desde el ejemplo del anciano en Berlín que luchaba en un slalom tratando de conseguir una cuarta medalla Trim-test para su cuarto nieto, a los ejemplos de Sandra Lacour y Franck Iacono*, dando prioridad a sus amigos ante las medallas, Luciano Albera con su decepción y un etc. muy largo, la cosa se veía venir. El Pensador no estaba ocioso y advertía de que la cosa deportiva no iba por buen camino.
 La chica de la gimnasia se ha sumado a otros nombres que quedaron dañados en el camino en busca de una gloria efímera que se esfuma deprisa en el tiempo.
 El deporte, que se ha hecho para beneficio del hombre, ha dejado en la cuneta su función porque el hombre, con demasiada frecuencia, sale perjudicado del evento. Los bueyes se han puesto detrás del carro, y, claro, la cosa deja de funcionar.
 El atleta con su condición física y moral (humanismo en esencia), ha quedado arrasado por la economía y la torpe ambición de unos dirigentes acuñados en corruptelas.

La revuelta de los comuneros

 Castellano, de Lorenzo Silva, advierte las formas clásicas que toman las revueltas. Los atletas ya han comenzado a protestar con demasiada frecuencia ante las organizaciones que imponen sus criterios desde la comodidad de un despacho.
 El viejo mens sana in corpore sano ha quedado sepultado en vida.
El Pensador –Pepe Zapico–

 

 

 




*Sandra Lacour (Massy) y Franck Iacono (Fontainebleau), dos muchachos de una proyección extraordinaria en la natación francesa, rechazaron becas, fama y promesas para seguir cerca de sus familias y renunciaron a participar en los campeonatos de Europa (Split 1981), porque para ellos era más importante irse de vacaciones con sus amigos que una medalla. Cuestión de valores. (Barreau–Morne. Epistemología y antropología del deporte) Deporte, pero hasta cierto punto. La consideración moral que estos dos adolescentes hacían del deporte no coincidía con la que tenían las autoridades deportivas.


viernes, 22 de abril de 2016

EL DEPORTE EN EL QUIJOTE

Dibujo diario Marca

El 22 de abril de 1616, a la edad de sesenta y ocho años, falleció en Madrid Miguel de Cervantes Saavedra, con lo que hoy se conmemora el IV Centenario de su muerte. Por ese motivo, he creído oportuno hablarles aquí del estudio que mi amigo José Manuel Zapico ha realizado sobre los deportes que aparecen en el Quijote. Un trabajo al que hacía referencia el otro día el diario deportivo Marca.
"Desde la primera página hasta la última es pura actividad física. Don Quijote es muy activo: monta a caballo, caza, usa la espada, ejerce de juez en un combate de esgrima a la negra (sin posibilidad de herir al rival), acude a justas..."

Dibujo diario Marca

 A partir de una lectura exhaustiva de tan magna obra, Pepe Zapico ha contabilizado más de 87 citas de temática deportiva -más de 200 en toda su obra-, aunque la palabra 'deporte' no figure en ninguna de ellas.
"Hay muchas referencias que quizás una persona no versada en Educación física no descubra entre las metáforas de Cervantes".

Dibujo diario Marca

"En El Quijote, el deportista total es Basilio: el desdichado primer novio de Quiteria. Es el más ágil mancebo que conocemos: gran tirador de barra, luchador estremado y gran jugador de pelota; corre como un gamo, salta más que una cabra y birla a los bolos como por encantamiento, tal y como se lee en el capítulo XX de la segunda parte".

Dibujo diario Marca 

"En los juegos de caballerías, como las justas de Zaragoza, se dan todos los componentes: hay un convocador, un enfrentamiento físico con resultado incierto, unas reglas, unos jueces, público e incluso apuestas. En nada difieren del fútbol o el baloncesto en la actualidad".
"Don Quijote ejerce de juez en un combate de esgrima, además de ser un consumado espadachín. Sus andanzas por la cueva de Montesinos son propias de la espeleología. Y de la orientación, el periplo de Sancho por Sierra Morena. El ajedrez es "un juego de repúblicas bien concertadas. La caza se describe como ejercicio de reyes y príncipes. El lanzamiento de barra, prueba atlética presente en los Campeonatos de España hasta 1963, es el argumento de Sancho para contradecir la idílica concepción de Dulcinea, defendida por Don Quijote. Su fiel escudero la presenta como la antítesis de la feminidad al ser capaz de lanzar como el más forzudo zagal".

Dibujo diario Marca

"Incluso el bálsamo de Fierabrás, vendría a ser un antepasado remoto del linimento Sloan (El tío del bigote) y sus descendientes: los antiinflamatorios".

Linimento de Sloan (El Tío del Bigote)

 Asturiano de nacimiento y malagueño de adopción, Pepe Zapico es una figura muy conocida en Málaga, pues fue preparador físico del Málaga Club de Fútbol y del Unicaja de Baloncesto. Licenciado en Educación Física, ejerció la docencia tanto en colegios e institutos como en la Universidad, donde hace pocos años se jubiló. Yo tuve la suerte de viajar con él en varias ocasiones a Bolivia, donde impartimos con otros compañeros unos cuantos cursos de Educación Física en Cochabamba; y, porque lo conozco, puedo aseverar que es uno de esos hombres inquietos que tanto se daban en el Renacimiento italiano. Incluso es un artista de los pinceles, que dedica ahora su tiempo al arte, la literatura y la historia. Y como no ha perdido la curiosidad, sigue investigando, siendo autor de estudios tan interesantes como este que nos atañe sobre el pensamiento deportivo de Cervantes.
"Cervantes no fue deportista, pero le gustaban el juego y las apuestas. En toda su obra trata al deportista con admiración y respeto. Pondera las virtudes de la actividad física. Ahí están, por ejemplo, las menciones a los alentados, los deportistas profesionales de la época que exhibían su fortaleza y sus habilidades a cambio de unas monedas, como se refleja en las Novelas Ejemplares".
 Dicen que no hay nación ni lengua donde no se traduzca el Quijote, y que es el segundo libro más traducido del mundo por detrás de la Biblia; sin embargo, sólo dos de cada 10 españoles lo ha leído completo. Para torpedear esa cifra, y para no tener que ralentizar la lectura, pues está escrito en castellano antiguo, Andrés Trapiello acaba de adaptar la obra al castellano actual, en una edición íntegra que ha llegado a las librerías de la mano de la editorial Destino. Así que, señores, ya no hay excusas que valgan. Y menos en este IV Centenario.


Pueden leer el artículo del diario Marca, firmado por Andrés García, en el siguiente enlace (y lean los comentarios: no tienen desperdicio. La gente agradece un poco de cultura entre tanto fútbol):

http://www.marca.com/otros-deportes/2016/04/17/57136c8646163fd07e8b4580.html

Y, por supuesto, vaya desde Calle 1 mi enhorabuena a Pepe Zapico.