jueves, 19 de agosto de 2021

COSES DESDE RIBADESELLA (II)


Ana Peleteiro tras ganar el bronce en Tokio 2020
Fotografía: Juan Ignacio RONCARONI/EFE

La llama olímpica se apagó en Tokio tras esos intensos dieciséis días de retransmisión, con hazañas patrias como las de Adriana Cerezo, David Valero, Maialen Chorraut, Pablo Carreño, Ray Zapata, Ana Peleteiro, Teresa Portela, Sandra Sánchez, Damián Quintero o Alberto Ginés, por nombrar a algunos de nuestros medallistas.

 Pero como se puede ver aquí, por estas cosas del Pensador que me manda mi amigo Pepe Zapico desde Asturias, la llama también ha dejado rescoldos.

Olimpiada con llantinas

Katie Ledecky (AFP)

El pensador lleva unos días con la boca abierta. Cuando le pregunté la causa me comentó que había visto una olimpiada cosida al llanto, unas veces por alegría por haber conseguido una medalla y otras por la tristeza de lo contrario.  

Tom Daley (RTVE.es)

Niko Shera (EFE)

 –No entiendo nada –me comentó–. Nunca he visto llorar a los olímpicos de antaño. No creo que se les asomara una lágrima a Zamora, Arrate o Sesúmaga por no haber obtenido el oro en la olimpiada en que fueron plata, pero tampoco me imagino a hombres tan curtidos como Escudero, Bañón, Marculeta, Ipiña o Campanal (los nombres intimidan) por no haber conseguido este o aquel título. Pero me parece a mí que no solo sucede en las olimpiadas. Debe ser otra epidemia que no tiene vacuna porque tiene forma de crisis moral.

 Hoy –continuó el Pensador– los dos periódicos más importantes del país, en primera plana a doble columna y media derecha, nos ofrecen la misma foto: Messi llorando a moco tendido, tapándose la cara y, entre las manos, un pañuelo más mojado que un clamar a bordo.

Portada El País Messi

 El Pensador comenta que él también lloraría emocionado ante lo que le espera: un contrato de cientos de millones de euros libres de la amenazadora cuchilla de Hacienda.

 Ya lo decía hace años Martín Ferrand: ante tantos intereses nos llueven los llantos y también el autobombo de los dirigentes del COE, ese organismo que es un contubernio de intereses económicos, falsedades y corruptelas difíciles de tapar.

El periodista Manuel Martín Ferrand (1940-2013)

 Los JJOO había que hacerlos a pesar de epidemias, contrapuntos, contagios y descalabros humanos, porque los  intereses económicos que estaban en juego eran gigantescos.

 Eso sí, no han de faltar el anuncio de grandes glorias a los deportistas. Que les den medallas, que con eso se ponen muy contentos y que lloren cuanto quieran que eso les sienta muy bien. Mientras, los que siguen en el palmito, disfrutan de sus suculentas finanzas sin peligro de devaluación y vocean que todo esfuerzo es poco para conseguir el bienestar de la humanidad. ¡Ya!… Estamos enterados.

 Al Pensador le parece que a los actuales directivos les es indiferente que alguno de sus deportistas casque física o moralmente porque ellos tienen asegurado caviar de Riofrío.

 Entonces el Pensador, desde la peana en que estaba acomodado, me lanzó una mirada profunda, y, en silencio, giró sobre sí mismo y me dio la espalda.

CODA

Joaquin Larroya Quimet, un piragüista olímpico en Roma 1960, entrenaba como un poseso tres veces al día con la vista puesta en aquella cita.

Joaquin Larroya Quimet

 Concentrado como estaba obligado, y en su condición de amateur como le correspondía, era un galeote más al servicio del COE. En la concentración un administrativo de la federación correspondiente veraneaba de hotel visto y mantel puesto en compañía de su esposa sin intención alguna de mojarse los pies. Se rumoreaba entre los concentrados que no sabía nadar, y, que, desde luego, nunca se había sentado en una piragua.

 El piragüista Larroya, al final de una sesión de entrenamiento, fatigado, exhausto y al borde del vómito, paró la embarcación y dirigiéndose al Pensador le dijo:

 –Entreno tres veces al día sin descanso, y, como a todos nosotros, nos machacan como tela en batán sin cobrar una peseta, y ahí tienes al federativo, limpio y soleado, que es el único que cobra sin dar un palo al agua.

El Pensador –Pepe Zapico–


 

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