viernes, 28 de marzo de 2014

LOS SIETE MAGNÍFICOS



Sí, sí..., ya sé que sólo hay seis atletas en la fotografía, pero no puedo dejar de acordarme del mítico western de Johs Sturges cada vez que la miro pues probablemente yo podría estar allí, junto a ellos, de no haber tenido que correr aquel día algún cross o un 1.500.
 La imagen, tomada en la pista de atletismo de la Ciudad Deportiva de Carranque, recoge los instantes previos a la salida de un 800, y en ella se pueden ver, de izquierda a derecha, a Francisco Espejo, Tristán González, Miguel Bandera, Juan Sarria, Rafael Morales y Erik Berg Madsen.

Francisco Espejo, Tristán González, Miguel Bandera, Juan Sarria, Rafael Morales y Erik Berg Madsen en los instantes previos a una salida de 800 metros en la pista de atletismo de Carranque en 1982 (Fotografía: Leal)

 Le he preguntado a Miguel Bandera por la fecha de la prueba y me ha dicho que es de febrero de 1982 (el año del ascenso a División de Honor en Fuenlabrada). También me ha comentado detalles curiosos, como que ni él ni Juani llevan la camiseta oficial del club CAIM, en el que todos militaban por entonces, porque las de la talla L no llegaron hasta más tarde. Juan corrió con la de la temporada anterior. Y dos apuntes de premio: salió de liebre marcando el ritmo Tristán, que pasó a 54.5, y Miguel hizo una marca de 1.59.5 en una carrera que ganó Francisco Espejo con 1.54.
 No sé si alguno más de ellos se acordará de su orden de llegada o de los tiempos que les cronometraron, pero de ser así les ruego que lo apunten aquí a modo de comentario. Juan Sarria no se acuerda de nada de eso, pero me apunta que el atleta que se ve de pie y de espaldas, a la derecha de la imagen, es su hermano Manolo Sarria quien estaba participando en la prueba de longitud.

 En fin, ya de paso, aprovechen los lectores de este blog para revisar ese magnífico western, curiosa adaptación de la película de Akira Kurosawa Los siete valientes, Los siete samurais. La banda sonora de Elmer Bernstein no tiene desperdicio.





 Por cierto, ahora que lo pienso, encuentro cierta similitud entre ese grupo de pistoleros que aceptan un trabajo, no por dinero, sino por la oportunidad de volver a la acción, y ese otro grupo de atletas que, por lo mismo, se están volviendo a calzar las zapatillas deportivas. Ánimo a todos ellos.

sábado, 22 de marzo de 2014

LA HORA DE LOS TRAMPOSOS

Como si de una pantomima se tratase, el presidente de la Real Federación Española de Atletismo, José María Odriozola, se cisca en el pasaporte biológico y, junto a su Comité de Disciplina Deportiva, absuelve a Marta Domínguez de las acusaciones de dopaje por anomalías en su Pasaporte Biológico. Y todo ello contra el criterio de la Federación Internacional de Atletismo, la Agencia Mundial Antidopaje y el Consejo Superior de Deportes. La primera de ellas, la IAAF, que pidió cuatro años de sanción para la atleta palentina y la devolución de sus medallas de oro y plata del Mundial de Berlín 2009 y el Europeo de Barcelona 2010, ya anunció que en el caso de que la Federación Española no la sancionase recurriría al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) de Lausana, con lo que el culebrón promete ir para largo.

 En Málaga, que hay mucha guasa y mucho arte, ya le sacaron punta al tema de Marta cuando la Operación Galgo.

Atletas disfrazados de la Operación Galgo, con Marta Dopinguez en la 9ª San Silvestre de la Salud de Málaga, 2010

 Yo creo que esto no lo arregla ni la Operación Dragón de mi querido Bruce Lee, pues la cinta rosa del pelo de Marta la tiene ahora Odriozola en los ojos a modo de venda, así que de nada sirven Operaciones Galgo, Puerto o Skype, ni las investigaciones de la Guardia Civil vinculando a la atleta con el médico Eufemiano Fuentes y con el nombre Urco en el listado de las bolsas de sangre. En el colmo de los colmos, ante las irregularidades en el Pasaporte Biológico, que reflejan indicios de consumo de EPO o empleo de transfusiones de sangre, no es que no las vea, es que dice que el método no es fiable. ¡Toma ya!
 La directora general de Deportes y anteriormente de la Agencia Antidopaje Española, Ana Muñoz, le ha recordado al Sr. Odriozola que el pasaporte biológico es un instrumento fiable desde el punto de vista científico y jurídico, contrastado por expertos y en laboratorios de referencia, que es fiable jurídicamente, y que aparte de estar recogido en una ley de nuestro ordenamiento y del Código Mundial, ha sido aprobado por unanimidad por los gobiernos, las agencias antidopaje y los Comités Olímpicos.
 Pero como si nada.

 A mí todo esto me recuerda un capítulo del libro que corona estos días la pila de ejemplares que tengo sobre la mesita de noche. Se titula Reyes del asfalto (prometo una crítica literaria para el mes que viene). En el capítulo 9, titulado La hora de los tramposos, el autor Cameron Stracher, habla de como el maratoniano estadounidense Frank Shorter quiso igualar la gesta de Abebe Bikila ganando dos maratones olímpicas consecutivas. Frank Shorter se hizo con el oro en aquellos juegos trágicos de Munich en 1972 y cuatro años después lo intentó en Montreal 76, donde sólo pudo ser segundo. El atleta alemán oriental Cierpinski ganó aquella maratón con un nuevo récord olímpico.

Frank Shorter le da la mano a Waldemar Cierpinski
tras la llegada de la maratón olímpica de Montreal 76
Ap Photo/Gtresonline

 "Muchos años después, cuando los archivos de la Stasi, la policía secreta de la República Democrática Alemana, quedaron abiertos al público, salió a la luz el Plan Estatal 14:25, un programa de dopaje oficial destinado a atletas olímpicos. Uno de los nombres que figuraban en el plan, en la página 105, con el número de código 62, era el de Waldemar Cierpinski".

lunes, 17 de marzo de 2014

ESTOY CANSADO




En un principio tenía pensado titular esta entrada LA ATRACCIÓN DEL LADO OSCURO. Ya saben, Star Wars y los dos lados de la Fuerza: el Lado Luminoso y el Lado Oscuro, pues para cada luz siempre hay una sombra. El primero es un aliado de Yoda, y los Jedi pasan su vida estudiándolo, mientras que el segundo es un gran peligro. Quienes cruzan al Lado Oscuro de la Fuerza están impulsados por emociones negativas como la avaricia y la ira. El Lado Oscuro les ofrece un poder casi ilimitado... pero se cobra un precio, dañando sus cuerpos e incluso sus mentes. No me negarán que la metáfora con el tema del doping no es perfecta.

 Incluso había dejado discurrir la semana y demorado este post para ver las dos trilogías galácticas y anotar algunas frases del maestro Yoda, y, de paso, tratar de entender esa caída a los infiernos. Ya se imaginan: "El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro; "Todo aquello que perder temes, aprender a perder debes" (¡¡qué gran frase!! Imagínate si se la hubiesen soplado al oído a algunos a tiempo); "Una vez que tomas el sendero del Lado Oscuro, para siempre dominará tu destino"...

 Uno ve la evolución de Anakin Skywalker a lo largo de las películas, lo ve sucumbir al Lado Oscuro, y no puede más que sentir pena. Anakin como uno de esos atletas detenidos, y esa República Galáctica en la que los atletas que vamos limpios somos como padawans y Caballeros Jedi permanentemente amenazados por el Imperio de Darth Sidious, ese Oscuro señor Sith, y sus Darth Maul y condes Dooku de turno. 

 La Agencia Española Antidopaje es fundamental para el destino de la Galaxia atlética, la única que, visto lo que hace el canciller/emperador Palpatine, puede derrotar al poder del Imperio y llevar el equilibrio a la Fuerza. Como diría el maestro Yoda: "Menores en cantidad somos, pero mayores en espíritu".

 Podría terminar así, de esta manera tan fina y metafórica, este artículo. Pero no. Ya estoy cansado.

Estoy cansado de tanto ídolo con pies de barro.
Estoy cansado de tantas medallas bajo sospecha.
Estoy cansado de lo del camelo del boom. 
Estoy cansado de los que ensucian este bello y esforzado deporte.
Estoy cansado del mal ejemplo que se le está dando a los jóvenes que empiezan a hacer deporte.
Estoy cansado de ver que las sanciones no son de por vida a la primera y de que se rebajen las penas.
Estoy cansado de que las federaciones hagan la vista gorda y escurran el bulto, supongo que por mor de los resultados y las subvenciones.
Estoy cansado de que casi ninguno de los dirigentes federativos diga nada del tema, y de que nadie dimita.
Estoy cansado de leer comentarios chorras diciendo que bueno, que esto pasa en todos los deportes y que los atletas de otros países también se dopan, como si eso justificase algo.
Estoy cansado de que la gente diga que es malo para nuestro deporte que se hable de esto, cuando es de operaciones como éstas de las que más necesitados estamos.
Estoy cansado de leer que esto ha sido un mazazo para el atletismo sevillano, andaluz y español cuando esto era vox pópuli desde hace años.
Estoy cansado de los tramposos, de los que no juegan limpio y en igualdad de condiciones.
Y, sobre todo, estoy cansado de que nos tomen por gilipollas. Ojalá esos cerca de 300 correos electrónicos con pedidos y envíos que tienen en los ordenadores revelen sus nombres. Nombres de gente despreciable que quitan premios en metálico, trofeos, becas, patrocinios y gloria atlética a otros. Nombres de atletas federados y populares, porque desgraciadamente esta gangrena se ha extendido hasta niveles insospechados. ¿En qué cabeza cabe que un popular llegue a doparse para mejorar sus tiempos o ganar una carrera? ¿En qué cabeza cabe que un veterano de cuarenta y tantos años se dope para hacer registros en 1.500 o en 3.000 que no hizo en toda su vida atlética? Marcas cuanto menos sospechosas, por no decir que no se las cree ni el Tato. Por favor, ya está bien, que no somos tontos.

 Lo dicho, que estoy cansado.

P.D.: Quiero cerrar esta entrada con un mensaje de esperanza. Primero: se está pillando a gente que parecía intocable. Segundo: a veces se hace justicia, como lo prueba que gané una medalla por equipos en el Mundial de Cross de veteranos M-40 en Clermont-Ferrand gracias a la descalificación por dopaje de Mohamed Zouak. Y tercero: afortunadamente y como lo demostramos la gran mayoría, aún se pueden ganar títulos y medallas de forma limpia, de las que podemos estar más que orgullosos.

Aviso: No publicaré ningún comentario en esta entrada a favor del doping. Los que justifican lo injustificable que se hagan un blog y escriban allí sus milongas.

martes, 11 de marzo de 2014

CEMENTERIO DE PIANOS

Toda Olimpiada tiene sus héroes, pero estos no son únicamente los que se cuelgan las medallas. Los hay que tienen que enfrentarse a las adversidades: atletas que se desorientan y no atinan a dar con la meta; atletas que caen por un tropiezo, un empujón o un roce y se levantan para seguir; atletas que llegaban con la vitola de favoritos y sucumbieron ante el coraje de otros; atletas que se retiran, que abandonan la pista mientras los demás continúan corriendo y desaparecen del mundo perseguidos por sus fantasmas, presos de sus remordimientos; y, por último, los hay que fallecen en el esfuerzo como personajes de una tragedia griega. A este último grupo es al que pertenece el héroe de Cementerio de pianos.




 El personaje real del que se vale el escritor portugués José Luis Peixoto para anclarnos a las páginas de esta novela es Francisco Lázaro, un corredor de fondo luso que falleció mientras disputaba la maratón de los Juegos Olímpicos de Estocolmo en 1912.


Francisco Lázaro


 Lo demás, la trama narrativa que construye Peixoto con ese hecho y los otros episodios y personajes que aparecen en sus páginas, como muy bien nos apunta el autor al final del libro, son absolutamente ficticios.  Son tres Franciscos (el atleta, su padre y su hijo) los que hacen de narradores, intercalando sus historias familiares y personales desde épocas y prismas distintos, dudando uno a veces si es uno u otro el que se dirige a nosotros, una muestra de la indisolubilidad de ese vínculo familiar. 


"Miraba los pianos muertos, recordaba cómo había piezas que resucitaban dentro de otros pianos y creía que toda la vida podría ser reconstruida de aquella manera. Todavía no estaba enfermo, mis hijos crecían y se convertían en los muchachos que, muy poco tiempo atrás, yo mismo había sido. El tiempo pasaba. Y tenía la seguridad de que una parte de mí, como las piezas de pianos muertos, seguiría funcionando dentro de ellos. Entonces, me acordaba de mi padre: su rostro en la fotografía, la caja de medallas, sus historias contadas por la voz de mi tía o por la voz de mi tío: y tenía la seguridad de que una parte de él seguía viva en mí, la resucitaba todos los días en mis gestos, en mis palabras y en mis pensamientos. Una parte de mi padre resucitaba cuando me veía en el espejo, cuando existía y cuando mis manos seguían construyendo todo aquello que él, en secreto, tan próximo y tan distante, había comenzado. Entonces, pensaba que había una parte de mi padre que permanecía en mí y que les entregaba a mis hijos para que permaneciese en ellos hasta que un día empezasen a entregársela a mis nietos. Lo mismo sucedía con aquello que era solamente mío, con aquello que era solamente de mis hijos y con aquello que era solamente de mis nietos. Nos repetíamos y nos separábamos y nos acercábamos. Éramos perpetuos los unos en los otros".


 Nada más que por tener por escrito este pensamiento y poder subrayarlo ya merece la pena tener este libro. Un pensamiento que hemos tenido todos aquellos que hemos sido padre, pero que nunca hemos sabido plasmarlo en un papel. Y luego está la parte deportiva, escrita desde las sensaciones de un escritor que, para no faltar a la realidad, se ha obligado a calzarse las zapatillas deportivas, a preparase para correr algunas medias maratones, para sentir esa voz, ese Pepito Grillo que habita en nuestra cabeza, que te pide que aflojes el ritmo o que pares cuando más hay que sufrir en una carrera.


"unos por otros. Pasan grupos de corredores por delante de mí. No sé qué viento los lleva. El sol me aplasta contra el suelo. El sol me dobla la espalda, el sol me tira del pecho, pero yo soy más fuerte, más fuerte, más grande que el cansancio. Hace mucho tiempo que conozco el instante en que el cuerpo empieza a repetir: para, para, para. Mis piernas no paran. Para, para, para. Pero sigo alternando los brazos por delante del tronco, como si diera puñetazos al aire, como si luchara con el aire y lo volviera cada vez más débil, cada vez más cerca de rendirse. Y el cuerpo es más pesado que el barco que me trajo de Lisboa. Para, para, para. No paro. Ahora pasan grupos de corredores por delante de mí, el viento los lleva pero yo soy más grande que el cansancio".


"Pero, cuando iba a entrenar, pasaba corriendo por las calles y nadie se podía imaginar el mundo de palabras que llevaba conmigo. Correr es estar absolutamente solo. Lo sé desde el principio: en la soledad, me es imposible huir de mí mismo. Tras las primeras zancadas, inmediatamente se alzan muros negros a mi alrededor. Inofensivo, el mundo se aleja. Mientras corro, me quedo parado dentro de mí y espero. Quedo finalmente a mi merced. Al principio tenía trece años y corría porque encontraba el silencio de una paz que creía que no me pertenecía. No sabía aún que era el reflejo de mi propia paz. Después, cuando la vida se complicó, era demasiado tarde para poder parar. Correr formaba parte de mí igual que mi nombre".


 Tiene la escritura de Peixoto una cadencia repetitiva y poética, más cercana a la literatura latinoamericana que a la europea, que te envuelve y te atrapa, que te acuna y te reconforta. El cementerio de pianos que da título a la novela es una sala cerrada del taller de carpintería, en la que almacenan apilados viejos pianos en los que buscar piezas con las que reparar a su vez otros pianos.


"Tras pasar días enteros haciendo puertas y ventanas, bancos y mesas, soñando con pianos, mi padre cerraba el portón del taller y corría por las calles de Lisboa, contra las calles de Lisboa, corría y rasgaba las calles de Lisboa. Después, llegaba temprano a las carreras que se disputaban los domingos por la mañana. Cogía trenes en Santa Apolónia y, él solo, viajaba en segunda clase hasta los alrededores o, a un ritmo suave, corría hasta diferentes zonas de la ciudad. Cuando había maratones, mi padre llegaba y los demás corredores lo miraban de lejos. En aquellas miradas podía haber miedo o desdén, pero lo que había era miedo y, por lo tanto, fingían que había desdén. Mi padre los ignoraba, vivía solo dentro de su propia luz".


 Saber el destino de nuestro héroe no quita ni un ápice de emoción a la lectura, y, llegados a las páginas finales, hay que tragar saliva para aliviar ese nudo que se te forma en la garganta con la voz del locutor, una voz que sale de la radio que hay sobre el frigorífico como si hablara a través de un embudo, y con esa madre y esos hijos y nietos que siguen la crónica a varios miles de kilómetros de distancia ese domingo festivo que, poco a poco, se tornará en tragedia. El motivo, deberán buscarlo ustedes en las páginas de esta magnífica novela.


 "[...] Juntos. Cuando no están mirándose unos a los otros, están mirando hacia la radio o hacia el aire, mezclando sus pensamientos con la voz del locutor.  Ha empezado el maratón. Va entre los primeros. Es el único que corre con la cabeza descubierta. La voz del locutor son las imágenes de lo que dice. Son imágenes diferentes en los ojos de cada uno. Salen del estadio. Francisco va entre los primeros".


Francisco Lázaro con el dorsal 50 y la cabeza descubierta
Maratón de los Juegos Olímpicos de Estocolmo de 1912


"porque no quiero mirar a los corredores que hay a mi alrededor. Sé que, en sus casas, tienen gente que habla otras lenguas y que los esperan igual que en mi casa me esperan a mí. Tienen nombres y tienen infancias. Sin girar la cabeza directamente hacia ellos, veo sus bultos borrosos en los márgenes de la vista. En esa mezcla de manchas de colores, me doy cuenta de que ellos tampoco miran a nadie. Así como corremos aquí por las calles de Estocolmo, corremos dentro de nosotros. En la meta, la distancia y el peso de este maratón interior serán tan importantes como los kilómetros de estas calles y como el calor de este sol. Mientras levanto un pie para dar una zancada, el otro pie se afirma en el suelo. Si el mundo se parara en el instante en que tengo un pie levantado, avanzando, y el otro pie clavado en el suelo, podrían crecer raíces a partir de este pie firme que me sostiene. Esas raíces podrían penetrar por los intervalos de tierra entre las piedras de la calle. Pero yo no dejo que el mundo se pare. Después de una zancada, otra, otra"



P.D.: Esta entrada está dedicada a José Mestre, Carlos Calado, Rui Correira, Fernando Fernández, Domingo Barroso, Rui Correa, Jorge Guerreiro, Luis Costa, Brito Americo, Macedo Arlindo, Luis Raposo, Marques Joao, Antonio Correira, Loao Monteiro, Natalio Penas y Joao Canvaleiro, atletas portugueses con los que tantas "batallas" libramos (decidme si me olvido de alguno). Recuerdo que unos llevaban camisetas amarillas  y otros de franjas verdes y blancas y que la mayoría pertenecían a los clubes Playa da Salema, Grupo Sportivo Loures y C. Atlético Algarve. Un gran saludo para todos ellos.





José Luís Peixoto nació en 1974 en Galveias, Ponte de Sor, Portugal. Es licenciado en Lenguas y Literaturas Modernas (inglés y alemán) por la Universidade Nova de Lisboa. En 2001, su novela Nadie nos mira recibió el Premio Literario José Saramago.
www.joseluispeixoto.net





Los textos entrecomillados, sacados del libro, pertenecen a la edición de 2007 de Cementerio de pianos, editada por El Aleph Editores con traducción de Carlos Acevedo. El libro se acaba de reeditar y pueden conseguirlo en la Librería Luces.





domingo, 9 de marzo de 2014

RAZONES DE PESO

Borja Vivas

En esto del atletismo, tan difícil es llegar como mantenerse, de ahí el mérito que tiene esa sexta medalla de oro (undécima si sumamos los nacionales al aire libre) que consiguió el lanzador malagueño Borja Vivas en los pasados campeonatos de España de pista cubierta celebrados en Sabadell. Si encima anotamos que logró su mejor marca personal bajo techo, con 20.51, podemos afirmar que no sólo se mantiene sino que sigue avanzando, y que quizás al aire libre podamos verlo pronto lanzando el peso más allá de los 20.63 que constituyen su tope hoy día. De momento, acabamos de verlo resarcirse de sus internacionalidades anteriores consiguiendo un meritorio noveno puesto en el Mundial de Pista Cubierta que se está celebrando este fin de semana en Sopot, Polonia. El viernes lanzó los 7,260 kilos (16 libras) que pesa la bola a 20.19 metros y durante gran parte de la jornada fue octavo, hasta que el último lanzamiento del ruso Lesnoi le arrebató la plaza dejándolo a tan sólo siete centímetros del pase a la final. Fue un desenlace demasiado cruel que le dejó con la miel en los labios, pero que aún así ha supuesto un paso adelante en su carrera, pues por fin ha brillado en él ese espíritu combativo que hay que tener en este tipo de campeonatos. Sacudida la presión, el miedo al fracaso, tenemos razones de peso para esperar todavía mucho de Borja.


Borja Vivas, oro en los Juegos del Mediterráneo con 19.99
 Mersin, Turquía 2013

 Quizás debido a ese aspecto tan antagónico que tienen los lanzadores y los fondistas, al modo de Goliath y Crispín en El Capitán Trueno, o Taurus y Fideo de Mileto en El Jabato, siempre ha existido entre nosotros una corriente de simpatía muy peculiar. Yo además tuve la ocasión de compartir un viaje en coche con Borja desde Sevilla a Málaga. Fue en febrero de 2011. Sus 2,03 metros de altura lo hacían ir como encogido al volante de su modesto utilitario, mientras que yo, de copiloto, trataba de darle palique para que no le diese sueño la carretera y el esfuerzo de la mañana. Él había lanzado en el meeting Ciudad de Sevilla de pista cubierta y aunque había ganado creo que no iba muy contento con la marca que había realizado. Yo, sin embargo, iba feliz, pues la noche anterior había ganado los 3.000 metros en el Campeonato de Andalucía de pista cubierta de veteranos M-40 con una marca de 9'09"52. A pocos días de pasar a la categoría M-45 había llegado incluso por delante de los M-35, lo que me hacía sentir despreocupado y dicharachero. Además, aquella misma noche, en el 3.000 del meeting que se celebraba en paralelo a nuestro andaluz, habíamos visto a Dani Pérez, también compañero por entonces del club Atletismo Málaga, de bajar de los ocho minutos (7'58"12) lo que suponía toda una proeza.

 Aquel viaje a solas con Borja, aquel hablar de lo divino y lo humano durante cerca de dos horas, hace que ahora viva más intensamente sus campeonatos y le dedique esta entrada.

 Mi enhorabuena por como han rodado las cosas hasta este momento y mucha fuerza, técnica y concentración para lo que resta de temporada. Y saludos a ese pedazo de entrenador que tiene: Tomás Fernández, quien también fue lanzador.

Borja Vivas con su entrenador Tomás Fernández