lunes, 16 de mayo de 2022

NATALIA VELASCO: HACER POESÍA DEL SALTO CON PÉRTIGA


El cielo de la boca, de Natalia Velasco (Ed. Letraversal, 2020)
Fotografía: Pedro Delgado

El primer poemario de Natalia Velasco me llega a casa por correo en un sobre precioso, dos semanas después de mencionar uno de sus poemas en la ponencia que di sobre deporte y cultura en el instituto Mayorazgo*. Me lo remite Letraversal, la editorial de poesía que ha creado Ángelo Néstore en Málaga.

 La portada de El cielo de la boca muestra a dos jóvenes deportistas, a las que les han trocado el balón que disputan por el grabado de un pez. Y sobre la imagen, teñida de un azul violáceo, se superpone lo que parecen unas curvas de nivel en un amarillo eléctrico. En la esquina de la derecha, anuncian en un circulito que ya van por la segunda edición, señal inequívoca de que el libro está gustando. A mí me gusta la textura de la cubierta, y por unos momentos me quedo como acariciándolo, moviendo las yemas de mis dedos por su superficie.

 Luego lo abro por azar, y como no hay azares sino sincronías, el poema que me aparece es el que ya conocía: Cuarto intento, los versos más hermosos que se pueden componer sobre el salto con pértiga, esa disciplina en la que el atleta se propulsa hasta la boca del cielo.

Natalia Velasco en el momento de la batida del salto con pértiga en Torremolinos
Fotografía: Enrique Velasco

Cuarto intento

Guardo el recuerdo del primer salto
en los callos de las palmas de las manos.
Llevo otros tres en el hombro izquierdo,
en la muñeca (la derecha, la que cruje)
y en el punto justo donde termina la espalda. 
 
Para mí un salto es un cuerpo
que se sabe de memoria la caída,
un cuerpo que tiene un pacto con la gravedad,
que se encuentra cómodo en posición invertida,
que va sumando intuiciones y confía
en que el golpe será de gomaespuma.

 Los textos de Natalia Velasco hacen referencia a los tres pilares sobre los que ha sustentado su vida: el atletismo, la traducción y la poesía. Sus versos, escritos desde la libertad métrica y estética, aparentan ser un autorretrato. Ahí están sus tardes de entrenamiento en la Ciudad Deportiva de Carranque, pasillo arriba pasillo abajo con su pértiga de carbono, tratando de ganar altura y sumarle unos centímetros al listón; sus estudios de traducción e interpretación de inglés y griego moderno en la UMA, aprender lenguas raras para que le pregunten mil veces «¿Y griego para qué?»; su Erasmus en Salónica y su larga estancia en Atenas, viajar en avión lejos para decir hogar en otro idioma, para olvidar la lengua materna y sentirse de ningún sitio, independiente, y el descubrimiento de la poesía de la mano de Violeta Niebla con los pUMA. Allí, en el Contenedor Cultural del campus de Teatinos, que pertenece al Vicerrectorado de Cultura de la Universidad, descubrió que la poesía era algo más que aquello que había aprendido en el instituto. Luego vino una inmersión total en la lírica de la mano del poeta y profesor Javier Fernández: cinco días respirando poesía las veinticuatro horas. Una experiencia que sólo se asemeja a las concentraciones atléticas, en las que todas las horas del día se enfocan al entrenamiento y a la mejora.

Natalia en una concentración en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada
Fotografía: Archivo personal de Natalia Velasco

 Natalia Velasco, que practicó atletismo durante nueve años compitiendo a nivel nacional, llegó a saltar 3,35 m., pero un buen día, a principios de 2019, se retiró. Fue unos meses antes de marcharse a Grecia de Erasmus.

Natalia con unas amigas en el Partenón de Atenas
Fotografía: Archivo personal de Natalia Velasco

 Ella dice que siempre había sabido que quería escribir poemas sobre su disciplina (Tomar tierra, ¿Cómo se dice estrellarse?, Cuarto intento, Inercia es un término físico y yo no entiendo de esas cosas), pero que nunca había podido. Hasta que lo dejó. «Sería interesante reflexionar por qué me salió escribir justo cuando lo dejé y no durante». Quizás la clave la tenga una de sus entrenadoras, Dana Cervantes, la campeona de España de la que les hablé en este blog hace poco: «Ella me ha dicho que cuando se está en el pasillo de pértiga para saltar en la pista no se piensa. Si se piensa, las cosas no salen. Es todo muy automático, hay una conexión con el cuerpo en la que la mente casi se desvincula. Cuando acabas el salto y conectas con tu mente es cuando puedes hablar. Me parece una idea muy bonita». «Ella fue también la que me enseñó que el mayor privilegio era tener la opción de retirarte cuando tú lo decides, y que hacerlo es un acto de valentía muy grande».

 Hay un poema que me gusta mucho en el libro que hace referencia a esa retirada. Se llama Tomar tierra, y dice lo siguiente:

Tomar tierra

Se recomienda el uso de medias de compresión durante
vuelos largos
músculo estrías sudor
¿Cuándo descubriste que este país era una isla?
piel fina palmas suaves uñas largas
Me gusta cruzar puentes viajar en avión subir a las
azoteas porque siento
que aún me queda un poco de gravedad en el centro del
estómago.
celulitis ropa de deporte grasa abdominal
Hace meses que me aterra el contacto con el suelo.
carne flácida hombros rectos depilación láser
He visto amanecer por la ventanilla derecha del avión;
en la de la izquierda todavía era noche cerrada.
asfixia rodillas crujido contractura

XXX 
–mírame–
han desparecido los callos
de las palmas de las manos
las manchas blancas de la ropa de fibra
los cardenales de los antebrazos
el polvo en los ojos

–mírame–
he perdido altura y ya no queda cuerpo:
¿cuándo empezó el salto a ser caída? 

 Hace unos días contacté por correo electrónico con Natalia para preguntarle cuándo dejó de embadurnar su pértiga con resina y de untarse las manos con polvo de magnesio y por qué no sintió el deseo de saltar en los cielos helenos. Y esto es lo que me ha escrito:

«Lo dejé a principios de 2019. Llevaba dos temporadas muy bloqueada, justo después de mi mejor temporada, en la que había conseguido mis objetivos más ambiciosos: ir a un campeonato de España. Estaba muy quemada psicológicamente por el bloqueo, y paralelamente habían aparecido otras cosas en mi vida que me estaban proporcionando la fuente de motivación que el atletismo había dejado de ser (la poesía, por ejemplo). Todavía lo disfrutaba, pero ya no estaba en la pista al 100%, mi cabeza estaba en otros sitios a la vez. Coincidió en esos últimos meses que me lesioné las rodillas. Me dijeron que la recuperación iba para largo y que la lesión era crónica: mejoraría, pero seguiría siempre teniendo molestias cada cierto tiempo. La lesión fue la excusa que me hizo tomar la decisión que ya llevaba tiempo rondándome la cabeza. Quería que mi retirada fuese decisión mía, no quería una retirada forzosa por una lesión o por problemas psicológicos».
«El irme a Grecia también influyó en la decisión, claro. Para ese momento ya sabía que me iría unos meses después y que iba a ser un punto de inflexión en mi vida personal y en mi carrera profesional. Antes de la lesión y antes de empezar a plantearme seriamente dejarlo, sí que estuve tanteando la posibilidad de buscar la forma de seguir saltando allí. Pero en la ciudad en la que iba a vivir, las opciones eran muy limitadas. Poco después, la situación cambió drásticamente, y descarté la posibilidad. Llevaba muchos años dedicándole el 95% de mi energía y de mi tiempo al atletismo. Quería hacer algo distinto, dedicarme a mi desarrollo personal y a mi carrera y ver hasta dónde podía llegar. Por suerte, salió bien». 

 También le pedí que me adjuntara algunas fotos de su etapa atlética.

Natalia Velasco en el podio del Campeonato de Andalucía sub20 de pista cubierta
Además de ganar la prueba, hizo mínima para el campeonato de España
Antequera. Fotografía: Enrique Velasco

Natalia Velasco con Juanjo Sánchez en el Campeonato de Andalucía Sub20
Pista cubierta de Antequera. Fotografía: Enrique Velasco

Dana Cervantes, Natalia Velasco y Patricia González
Con las pértigas en la baca de la furgoneta camino de una jornada de liga en Valencia
Fotografía: Dana Cervantes

María Luque, Dana Cervantes, Lucía Añón y Natalia Velasco en un mitin en Granada
Fotografía: Juanjo Sánchez

 Si sus referentes atléticos fueron la propia Dana Cervantes, la rusa Yelena Isinbayeba y la griega Katerina Stefanidi, los literario tienen los nombres de Eva Gallud, Alejandra Pizarnik, Manuel Mata y David Leo en poesía, y de Sabina Urraca, Andrea Abreu e Irene Solà en narrativa.

Tríptico pertiguistas: Dana Cervantes, Yelena Isinbayeba y Katerina Stefanidi
Fotografías: EFE/Manuel Bruque/Diario Sur–AFP/Marca–Twitter de Stefanidi

 No me cabe duda que la voz emergente de Natalia ha llegado para quedarse. Tiene cogido el ritmo, y la constancia y la fuerza de voluntad de la que hacemos gala los atletas, y ya ha ganado un premio (la VII edición del Certamen Ucopoética), presea que, como a los buenos deportistas, la incitará a seguir.

 Sin duda, en Málaga hay una buena cantera. De atletas y de poetas.


*https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2022/04/deporte-y-cultura-la-atraccion-de-las.html