viernes, 26 de mayo de 2023

¿QUÉ PENSARÍAN TUS HIJOS SI TE VIERAN EN ESTE MOMENTO?


Tablón de anuncios del pabellón deportivo del I.E.S. Isaac Albéniz de Málaga
Fotografía: Pedro Delgado

En el diario EL PAÍS de hoy, me he encontrado con un artículo de Andoni Zubizarreta, el exguardameta del Alavés, el Athletic, el Barcelona, el Valencia y la selección española. Y por aquello de que trata el tema Vinicius y el vergonzoso episodio que vivió éste en Mestalla, y porque se ha dado el caso de que algunos de mis alumnos me han preguntado qué opino al respecto, he colgado en el tablón del pabellón deportivo del instituto las acertadas palabras de Zubi.

Cromo de Zubizarreta (Ath. Bilbao). Liga 84-85. Ediciones Este
Imagen descargada de El sitio de mis cromos

PAISAJES / ANDONI ZUBIZARRETA
¿Qué pensarán los hijos?

Era un sábado por la tarde del invierno de 1979, llovía, jugábamos fuera y el partido se disputaba a las 15.00, no por no coincidir con ninguno televisado sino por la simple razón de que en aquel entonces los campos de Tercera División, la Primera RFEF actual, no contaban con luz artificial y había que aprovechar cada rayo de luz para jugar el partido. El césped estaba, como siempre, pesado, húmedo y resbaladizo, y nosotros necesitábamos ganar para seguir en la parte alta de la tabla, un lugar donde nadie nos esperaba pero que partido a partido habíamos ido consolidando. El partido empezó de tanteo, poco juego, nada en medio campo y mucho balón largo, mucha disputa, mucho balón dividido y mucha falta. Aquel fútbol. No había pasado nada en las áreas, pero detrás de mi portería se movía nervioso un seguidor rival que mezclaba gritos a favor de su equipo con unos cuantos insultos, imprecaciones y frases de desprecio para los míos. Visto que no conseguía ningún resultado, empezó a fijar su objetivo en el jugador contrario que estaba más cerca: nuestro portero, mi espalda. Solo recuerdo que repasó todas las opciones de insulto que había, en euskera y en castellano, doble ración, hasta que un balón salió fuera de puerta y la pelota rodó hasta la valla que separaba el campo de la grada. Yo me dirigí pausado hacia el esférico, el resultado nos venía bien y, aunque todavía no había conocido a Johan para saber que cuando el rival quiere jugar rápido tú debes ir lento, algo de eso intuía. Llegué, llegamos, a la pelota a la vez, el hincha desaforado y yo, recogí con mimo el balón mientras cerraba mentalmente mis oídos, mi mente, y en ese segundo exacto levanté la mirada y le dije en voz baja, casi susurrando "¿Qué pensarían tus hijos si te vieran en este momento?".

 El efecto fue casi mágico y donde tenía alboroto, ruido y desprecio, todo se convirtió en silencio, un silencio abrumador.

 El partido discurrió favorable a nuestro equipo, ganamos y, tras la correspondiente ducha, salí de los vestuarios, entonces también de los últimos, para encontrarme con mi padre y volver a Aretxabaleta juntos cuando se nos acercó un señor a quien no conocíamos y que lo primero que nos dijo fue: "Perdón".

 Era el aficionado exaltado que se había dado cuenta de que su actitud no era la adecuada y que demandaba una cierta y católica absolución de mi parte. Le dijimos que no había problema, que el fútbol saca, a veces, una pasión desmedida y con ello, también a veces, lo peor de nosotros. Algún abrazo de despedida, buenos deseos para el futuro y marchamos hacia el coche, que ya era de noche, llovía y teníamos una hora de viaje hasta casa.

 En algo de eso pensaba cuando veía a Vinicius señalar a quienes le estaban insultando y recordaba la capacidad que tiene el profesional del fútbol para abstraerse del ambiente pero, a la vez, poder ponerle cara en determinados momentos a los insultos y las actitudes más exacerbadas.

 Y entendía que, por muchas medidas que se tomen, hay cuestiones que necesitan de cada uno de los que asistimos a los estadios para que se puedan subsanar y que no es cosa de protocolos, normativas ni cámaras, sino de implicación de cada uno de nosotros para que ese tipo de actitudes no se den en nuestro entorno. Para que si sale lo peor de nuestra personalidad alguien nos recuerde lo que pensarían los nuestros si nos vieran en tan abyecta actitud, esa que insulta escondida y justificada en la masa.

 Una hora después del partido de Mestalla me ponía, otra vez, delante de la tele para ver el Sevilla-Betis y fui testigo de la acogida del público de Nervión a Joaquín. Parece que esto ha quedado en simple rivalidad sevillana, derbi, pasión y tantas historias vividas, pero no sé yo si los padres de los que insultaban al 17 verdiblando estarían muy satisfechos.

 Y ya que Andoni menciona a Joaquín, quisiera desearle desde aquí lo mejor al delantero bético que se despide de los aficionados con un partido homenaje el próximo día 6 de junio en el Benito Villamarín. Sé de dos* que vamos a disfrutar de lo lindo con ese partido. Joaquín, pisha, gracias por ese arte y esas risas.

*https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2019/04/homenaje-tomas-chincoa-gallego.html


martes, 16 de mayo de 2023

EL ATLETISMO EN LOS LIBROS MÁS INSOSPECHADOS

A veces, me encuentro en los libros más insospechados párrafos que versan sobre el atletismo. La última vez fue hace unos días, en un libro de literatura de naturaleza, esos que nos enseñan a apreciar y amar la vida "salvaje" que nos rodea. Su título es Cómo cazar un topo: Y encontrarte a ti mismo en la naturaleza (Editorial Ariel, 2020), del británico Marc Hamer.

Cómo cazar un topo, de Marc Hamer (Editorial Ariel)
Fotografía: Pedro Delgado

 En la página 136, de la traducción de Beatriz Ruiz, se puede leer lo siguiente:

Diviso a dos caballos alazanes sin montura que van galopando sueltos por las lomas, proyectando veloces sombras alargadas sobre la hierba escarchada, y me levanto para admirarlos y me entran deseos de ser ellos, aunque ahora mi cuerpo está demasiado viejo y agotado para correr. Recuerdo cuando corría campo a través en mis años escolares: corríamos calzados con unas zapatillas negras de gimnasia, unas playeras, por páramos y pisando barro y cruzando arroyos. Yo no era muy rápido, pero podía seguir corriendo más tiempo que nadie. No quería parar.

 Uno lee esas líneas y enseguida se retrotrae a ese recuerdo: las carreras escolares de campo a tráves en el circuito de Portada Alta, con zapatillas inadecuadas; a veces, con barro, y siempre, con un derroche increíble de energías.

Nota: Pueden leer la reseña de Cómo cazar un topo: Y encontrarte a ti mismo en la naturaleza pinchando en el siguiente enlace:

https://cartadesdeeltoubkal.blogspot.com/2023/05/como-cazar-un-topo.html