jueves, 31 de marzo de 2022

VIVIR SIN PARAR (DE CORRER)


Cartel de la película Vivir sin parar, dirigida por Kilian Riedhof

Ayer hacía una de esas tardes desapacibles en las que lo único que apetece es sentarte en el sofá a ver una buena película con una mantita sobre las piernas y una taza humeante entre las manos.

 Busqué en el catálogo de Filmin un título que llevaba años queriendo ver y que me parece mentira que todavía no haya llegado a España en Blu-ray. ¡Y bingo! Allí estaba. Se trataba de Vivir sin parar, del director alemán Kilian Riedhof, que bien podría llevar de subtítulo: «Porque si te detienes, pierdes», una frase que entronca con aquello que decía en la entrada anterior (Juventud sin límites), eso de que uno no deja de correr porque se hace viejo, sino que uno se hace viejo porque deja de correr.

La vida entera es una maratón. Los primeros pasos te resultan sencillos, piensas que nada te puede parar, pero después llegan los dolores, tus fueras disminuyen metro a metro, crees que ya no puedes más, pero sigues adelante, siempre adelante, hasta acabar extenuado. Y al final está la victoria. Sin duda, la victoria.

 El protagonista de este emotivo drama, con tintes de comedia, sobre la superación y la vejez, es el maratoniano Paul Averhoff, interpretado en la pantalla por el actor Dieter Hallervorden, que obtuvo por su papel el galardón al mejor actor protagonista en los German Film Awards en 2014.

Cartel alemán de Vivir sin parar (Sein Letztes Rennen)

 Paul Averhoff es un personaje de ficción, y me resulta increíble la de páginas que hay en internet que dan por cierta la historia. Por mucho que en la película se diga que es una autentica leyenda del atletismo en Alemania, y que venció en las maratones de Londres, Boston y Berlín y en los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956 (también que participó en Helsinki 1952), basta mirar en las hemerotecas para comprobar que esos datos forman parte de la historia que han creado el director y su coguionista Marc Blöbaum. En Australia venció el francés Alain Mimoun, segundo fue el yugoslavo Franjo Mihalić y tercero el finlandés Veikko Karvonen. En esa carrera, el primer alemán fue Lothar Beckert, de la República Democrática Alemana, que entró en el puesto 19 con una marca de 2h42'10", y el segundo, Kurt Hartung, de la Alemania Federal, en el puesto 28 con 2h52'05".

 Al margen de que Alain Mimoun se habrá removido en su tumba, nada de esto le resta valor a la película, cuya fuente de inspiración nos la explica el propio director en la entrevista que acompaña las notas de producción de Karma Films:

P: ¿Cómo surgió la idea para Vivir sin parar?
R: Hace muchos años leí en la prensa una noticia sobre un hombre mayor con carácter depresivo. A este hombre su mujer le puso las pilas diciéndole: ¡o corres o te abandono! Y el hombre corrió realmente una maratón. Es verdad que durante el proceso de desarrollo del guión hemos cambiado la historia mucho y le hemos dado otro empaque, pero la cuestión fundamental, que surgía desde el inicio, se ha mantenido. ¿Cómo manejo el hecho de que las cosas pasan y llego al final? ¿Me abandono y capitulo o lucho por mí y por mi dignidad? Para mí se trata de un tema muy sentimental. No sólo desde el momento en el que uno envejece, sino mucho antes, en muchas situaciones de la vida.

Fotograma donde se ve a la actriz Tatja Seibt en el papel de Margot Averhoff
Vivir sin parar, de Kilian Riedhof

 La verdad es que el personaje de Paul es totalmente creíble en la película, y más después de leer la sinopsis:

«Paul Averhoff es un corredor de clase mundial, ex campeón olímpico en Melbourne en 1956. Ahora vive en un hogar de ancianos en Berlín, junto a su esposa Margot. Para escapar de su deprimente rutina, se propone una meta: entrenar para participar en la maratón de Berlín. A pesar de algunos recelos, su esposa es de nuevo –como siempre– su entrenadora. Le esperan muchos contratiempos para llegar a recorrer los 42,195 kilómetros de distancia que le separan de la meta».

 La foto antigua de Paul corriendo, que conserva firmada uno de los ancianos de la residencia, acrecienta esa realidad; sin embargo, el germen de la duda me lo crearon las imágenes del principio, cuando una voz en off nos habla de los Juegos de Helsinki mientras se mezclan escenas en blanco y negro de una maratón con otras de uno de los duelos del británico Roger Bannister con el australiano John Landy en la milla.

 Las imágenes que sí se corresponden con la realidad son las de la maratón de Berlín, rodadas in situ en 2012, con el actor corriendo en distintos tramos de la prueba.

P: ¿Ha corrido alguna vez una maratón?
R (de Dieter Hallervorden): No. Pero he jugado mucho al tenis y practico vela y surf. Además, mi hijo tiene ahora 14 años, así que siempre tengo acción en casa. Fue mi mejor entrenador en los últimos años. ¡Nada de poner las piernas en alto y ver la tele!
P: Pero al menos ha corrido parte de la maratón de Berlín durante el rodaje de Vivir sin parar. ¿Qué sensación tuvo? ¿Cómo lo vivió?
R: Lo más difícil fue evitar que los otros corredores me reconocieran como Dieter Hallervorden. Incluso mas difícil todavía fue hacer que los espectadores que se encontraban en la orilla del recorrido no saludaran a la cámara. Y después de todo eso, también era importante mantener la velocidad y el buen humor. Ha habido días de rodaje más sencillos.
P: ¿Qué le ha aportado su trabajo en Vivir sin parar?
R: [...] Cumpliré 78 años cuando se estrene la película en septiembre y ya he sacado provecho de Vivir sin parar ya que he mantenido bastantes partes de mi programa de entrenamiento. Sigo corriendo todos los días. Muchos no empiezan a apreciar su salud hasta que ya casi la han perdido. Pero uno debería alegrarse cada día por poder moverse libremente.
Notas de producción de Karma Films

Dieter Hallervorden en el papel de Paul Averhoff en Vivir sin parar

 Sobre la grabación en Berlín, el productor Boris Schönfelder cuentan lo siguiente:

«La maratón se realizó en un día soleado a finales de septiembre de 2012. Para que el equipo de rodaje se pudiera mezclar entre los aproximadamente 40.000 corredores, con el fin de filmar a Dieter Hallervorden, alias Paul Averhoff, "en acción", se realizaron previamente acuerdos con los organizadores del evento de este tipo más grande en Alemania. Tanto la producción como la dirección fijaron tres tramos del recorrido en los que se filmaría a Dieter Hallervorden en el pelotón de los corredores. Después de iniciar la carrera con el disparo de salida, el primer tramo fue el puente Kottbusser en el distrito de Kreuzberg. Aquí, Dieter Hallervorden, se encontraba todavía entre miles de corredores y la cámara, Judith Kaufmann, sólo le reconocía a través de un acompañante que corría con él y que mantenía contacto con el equipo a través de radiocomunicación. Dicho acompañante corría con una bandera al lado de Dieter Hallervorden y sólo se retiraba del campo de visión cuando se realizaban las tomas. En los puentes de York el pelotón ya era más pequeño, por lo que se pudo trabajar aquí con comparsas y con una cámara en un coche. También se rodó en la calle Leipziger, cerca de la Plaza Potsdam, así como desde una segunda unidad, que grababa durante toda la carrera en la orilla las reacciones de los espectadores, a otros corredores o bandas musicales que animaban el ambiente y a los corredores con su música.
A pesar de lo complejo de la logística, el rodaje funcionó sin problemas y Dieter Hallervorden superó su "debut en una maratón por trozos" con maestría. El único obstáculo era el tiempo, porque la producción sólo disponía de cinco horas para todo el rodaje. Porque entonces ya había pasado el último corredor la meta y se limpiaban las calles y se abrían al tráfico. Es decir, se trataba realmente de una carrera contra el tiempo. Los cineastas pudieron entender ese día cómo se debió sentir Paul Averhoff durante su última carrera».
El actor Dieter Hallervorden corriendo en la maratón de Berlín 2012
Vivir sin parar, de Kilian Riedhof 
«[la carrera de maratón] finaliza en un estadio olímpico totalmente lleno de espectadores y en el que entran casi 80.000 personas. Para la película "hemos realizado algunos trucos", cuenta Boris Schönfelder. Sólo hemos cubierto pequeñas tomas con espectadores, el resto se rellenó virtualmente o se combinó con material ya existente. En agosto de 2012 pudimos rodar durante la competición de atletismo ISTAF. El estadio estaba a rebosar y hemos integrado esas tomas. Al final ha encajado todo perfectamente».
 Paul y su esposa Margot solían decir que eran como el viento y el mar, de ahí que suene La mer, de Charles Trenet, durante los créditos de la película. Con ella cierro esta reseña.


 Nota: Esta entrada está dedicada a mi tío José Fernández Quintana, que a sus 75 años sigue dando zancadas.

José Fernández Quintana, mi tío Pepe 
Esa señora tiene un extraño sentido del humor. ¿Cómo va a prohibirme correr? Eso es imposible. No se le puede prohibir nadar a un pez, ¿no?

  Si os gustó esta reseña os animo a haceros seguidores del blog y a curiosear entre los archivos del mismo, 250 entradas que dan para muchas horas de lectura.

jueves, 24 de marzo de 2022

JUVENTUD SIN LÍMITES


Atletas máster tras la final de 200m lisos en el Campeonato del Mundo Máster
Málaga 2018. Juventud sin límites (5/5)
Fotografía: Susana Girón (EL PAÍS)

El año pasado se celebró el Campeonato de España de Veteranos (no me acostumbro a eso de Máster) en Málaga, pero no pude acercarme a las gradas del estadio porque ese mes de junio volvieron a ingresar a mi madre en el hospital y, por si eso no fuera suficiente, mis dos hijos dieron positivo en la prueba de detección de la COVID-19. De esa manera, el azar evitó que se me pusieran los dientes largos, que es lo que me suele ocurrir cada vez que veo correr a los atletas veteranos: un sentimiento de envidia sana que no se puede evitar.

 Unos años antes sí asistí al estadio Ciudad de Málaga para ver el Mundial de Veteranos, que se celebró entre el 5 y el 16 de septiembre de 2018, e incluso escribí un artículo* en el que relacionaba dicho campeonato con los lienzos atléticos que colgaban de las paredes del Museo Ruso de la ciudad, esa pinacoteca que algunos cuestionan ahora a cuenta de la invasión rusa de Ucrania. A pesar de la desolación, la crueldad y la destrucción de estos días, pienso que habría que reflexionar cuidadosamente sobre este tema. ¿Se debe mezclar la cultura y el deporte con la política? Creo que debemos mostrar nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano y condenar la invasión de sus fronteras y la muerte injustificada de civiles, pero me parece injusto castigar a artistas y deportistas por las acciones de sus gobernantes, más cuando hay miles de rusos detenidos por manifestarse en contra de la guerra. Rechazar a los deportistas solo por su nacionalidad, como ha ocurrido con el veto a los atletas rusos y bielorrusos en el pasado Mundial de Atletismo de pista cubierta que se celebró en Belgrado, o la expulsión de la Fórmula 1 del piloto Nikita Mazepin, es convertir la cultura y el deporte en otro frente de guerra. ¿Por qué no se les dejó competir como neutrales, sin banderas, himnos ni distintivos? Y que decir de otros boicots absurdos e inconcebibles, como la anulación hace unas semanas de la proyección de la película Solaris, del director Andréi Tarkovski, quien sufrió en vida la censura soviética y el exilio.

Corredores, obra de Alexander Deyneka, 1932-1933
Fotografía: Lucía Rodríguez

*https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2019/02/atletismo-en-el-museo-ruso-de-malaga.html

 Esta tarde, teñida de naranja oscuro por la calima, me he puesto a leer algunos recortes de prensa que tenía amontonados en la mesa de la cocina, y me he topado con la fotografía que abre esta entrada. Aparece en la sección 'Exposición' del diario EL PAÍS del viernes 31 de diciembre de 2021. La imagen, tomada en ese campeonato del mundo de veteranos de 2018 del que les hablaba, es obra de Susana Girón, de su serie 'Juventud sin límites'.

Juventud sin límites. Fotografía: Pedro Delgado

 Luego, he buceado en internet para mostrarles las otras cinco imágenes que componen la serie.

Teresa Liras, atleta máster de 67 años
Entrenando el lanzamiento de peso en Majadahonda
Madrid, 2015. Fotografía: Susana Girón (EL PAÍS)
Juventud sin límites (1/6)


Atleta australiano en los 3.000m obstáculos
Campeonato del Mundo de Atletismo Máster, Málaga 2018
Fotografía: Susana Girón (EL PAÍS)
Juventud sin límites (2/6)

Atleta estadounidense (categoría 80 a 84 años) en los 200m
Campeonato del Mundo de Atletismo Máster, Málaga 2018
Fotografía: Susana Girón (EL PAÍS)
Juventud sin límites (3/6) 

El atleta Luri Polovshchkov en los 1.500m 75 a 79 años
Campeonato de Europa de Atletismo Máster, Madrid 2018
Fotografía: Susana Girón (EL PAÍS)
Juventud sin límites (4/6)

Atletas máster de la categoría 80 a 84 años tras la prueba
Campeonato del Mundo Máster en Málaga 2018
Fotografía: Susana Girón (EL PAÍS)
Juventud sin límites (6/6)

 Tengo subrayada una frase en el libro que estoy terminando de leer (Nacidos para correr, de Christopher McDougall) que entronca muy bien con eso de la juventud sin límites. Dice así:

«Uno no deja de correr porque se hace viejo, uno se hace viejo porque deja de correr.»
Jack Kirk, El Demonio de Dipsea

Sea como sea, no lo dejen.


Nota: Les dejo aquí la página de la fotógrafa Susana Girón por si quieren ver sus otros proyectos:

https://susanagiron.es/portfolio-archive