domingo, 2 de noviembre de 2014

VERGÜENZA, QUE EN HÚNGARO SE DICE SZÉGYEN


Sello húngaro en homenaje al atleta Sándor Iharos 

Desde el año 2009, cuando atravesé Europa en tren hasta Finlandia con mi hijo mayor, somos miembros de Couchsurfing, una red social que conecta a cualquier viajero con los habitantes de más de 230 países, una red hospitalaria con la que uno puede aprender más de los países y de las personas que los habitan.
 A raíz de ello, estos días tenemos en casa a Gabriel Saltan, un húngaro al que ya alojamos dos noches el año pasado, un tipo agradable que vive a caballo entre Budapest y Bristol y que sueña con venirse a vivir a Málaga. En 1988, con quince años, Gabriel fue campeón de Hungría de 400 metros con una marca de 50.06, y, aunque más adelante se apartó de los entrenamientos y las competiciones atléticas, sigue manteniendo la afición por este deporte.
 Su padre, Miklós Tóth, fue también atleta. Corría los 1.500 metros con Sándor Iharos, Tábori Laszló y Rózsavölgyi István, pero el nivel de éstos, que llegaron a batir el récord del mundo de la distancia, lo empujaron a subir de prueba hasta recalar en la maratón. En 1961, su padre, junto a Kovács Zoltán y Sovák János, ganó el Campeonato de Hungría de maratón por equipos. Fue en la capital, representando al Club de atletismo Budapest Honvéd. Gabriel no recuerda la marca de su padre, pero me enseña una foto suya que lleva en el móvil. "No es de ese campeonato, pero es la única que tengo".


Miklós Tóth (a la izquierda de la imagen)


 "Murió hace quince años. Era muy mayor. Cuando yo nací el ya tenía 46 años... Era profesor de matemáticas, y jugaba al ajedrez con los ojos vendados. Él era quien me entrenaba".

 Gabriel también me habla de aquellos atletas húngaros que asombraron al mundo a base de batir récords del mundo: Sándor Iharos, Laszló Tábori y István Rózsavölgyi, los mismos con los que empezó a correr su padre. "Entre 1955 y 1956 los tres se arrebataron el récord del mundo de 1.500. El primero en batirlo fue Sándor Iharos que en Helsinki, el día 28 de julio de 1955, paró el cronómetro en 3.40.8".


Sándor Iharos


 Apenas un mes después, el 6 de septiembre de ese mismo año, Laszló Tábori igualaba ese crono en Oslo".


Laszló Tábori

 "Y al año siguiente, en Tata, el 3 de agosto, István Rózsavölgyi rebajó el récord en dos centésimas, deteniendo el crono en 3.40.6. ¿No es increíble?", me interroga mientras busca imágenes en Google y abre páginas escritas en húngaro.


István Rózsavölgyi

 "¿El más grande de los tres?", le pregunto. "Sin duda Sándor Iharos, que batió seis récords del mundo en distintas distancias, entre ellas los 10.000 metros, cuyo récord ostentaba hasta el 15 de julio de 1956 Emil Zátopek. Sándor lo dejó en 28.42.8".


Iharos (dorsal 229) junto a Emil Zátopek (dorsal 50) en 1955. Fotografía: Komlós Tibor.


 "¿Ganó alguna medalla olímpica?" "Lamentablemente, Sándor se perdió los Juego Olímpicos del 56, los de Melbourne, por la invasión de los tanques soviéticos. Los rusos ocuparon Hungría para atajar la revolución anticomunista desencadenada en el país, y no le dejaron viajar". Mientras Gabriel me cuenta esto último, me acuerdo de un artículo de Guillermo Altares que leí hace unos días en un Babelia atrasado, hablaba sobre el regreso literario de Milan Kundera con La fiesta de la insignificacia y recogía un chiste checoslovaco de 1968: ¿Cómo visitan los rusos a sus amigos? En tanque.
 "Para colmo, unos meses después de que se le escapase la posibilidad de alcanzar la gloria olímpica, otro ruso, Vladimir Kuts, le quitó el récord".

 Gabriel me muestra y me traduce una entrevista espectacular en Youtube en la que el entrevistador le recuerda a un Sándor Iharos, ya en la vejez, que es el mejor atleta húngaro de la historia. En ese momento, a Sándor se le humedecen los ojos detrás de los grandes cristales de sus gafas y, con un pequeño quiebro en la voz responde que sí, que muy bien, que llegó a tener seis récords del mundo, pero que ahora sólo tiene una pensión mísera, por debajo del mínimo establecido, que le ahoga la vida más que el ritmo trepidante que alcanzaron sus piernas.




 "Vergüenza, es lo que un húngaro siente después de ver este vídeo. Vergüenza, que en mi idioma se dice Szégyen".

domingo, 26 de octubre de 2014

LA PRIMERA VEZ

Dicen que siempre hay una primera vez para todo, y que ésta nunca se olvida. Quizás fuese por ello que el pasado domingo, viendo entrar en meta a los ganadores de la edición de este año, me acordase de la primera vez que gané la Carrera Urbana Ciudad de Málaga, conocida popularmente como la del Corte Inglés. Han pasado 27 años, pero el recuerdo aún permanece.




 A las nueve menos cuarto de la mañana, de aquel 15 de noviembre de 1987, la gente había empezado a concentrarse en los alrededores del Corte Inglés, y mientras unos andaban silenciosos y cabizbajos concentrados en los más de diez kilómetros que les aguardaban, o charlaban de manera distraída en el vano intento de espantar los nervios que preceden a toda carrera, otros ya habían empezado a colocarse tras la pancarta de Salida. Veinticinco minutos después, cuando empezábamos a calentar, ya se había formado una cola importante detrás de la misma, y a las diez menos cinco, cuando ocupábamos nuestros lugares bajo la pancarta, un mar de cabezas se extendía hasta la Alameda. Decían que había más de once mil personas, una marea humana que se desbordó por la Avenida Andalucía en cuanto sonó el pistoletazo de salida.
 Aquella recién estrenada temporada había dejado el club CAIM para fichar por el club Joma Sport de Toledo, uno de los mejores clubes de España, así que me sentía como si hubiese puesto un pie en la Luna. Estrenaba equipación y el convencimiento de que aquel año, después de un tercer y quinto puesto en ediciones anteriores (1986 y 1984), podría alcanzar el triunfo. Ese triunfo con el que en Málaga todo el mundo ha fantaseado alguna vez, sobre todo aquellos que corrimos de chaveas las primeras ediciones.



Cabeza de carrera de la IX Carrera Urbana Ciudad de Málaga, "El Corte Inglés", 1987. De izq a dcha: José Luis Calvo, Francisco Carvajal, Juanjo Sánchez, Pedro Delgado, Manuel Pardo y Juan Sarria. 


 Siempre se salía rápido en El Corte Inglés, como si hubiese prisas por ajustar cuentas o se le quisiera comer la moral a los rivales, y en aquella ocasión no iba a ser de otra manera. Pasado el puente de Las Américas ya se había constituido un grupo de seis atletas: Manuel Pardo Muñoz, Juan Sarria Cuevas, Juanjo Sánchez Moreno, Francisco Carvajal, José Luis Calvo y el que esto escribe. De todos ellos, Carvajal, de Álora, era el que mejor palmarés tenía, con dos segundos puestos en 1980 y 1981 en la II y III edición y un primer puesto en la VII de 1985, año en el que ni Juan Sarria, ni Francisco Espejo, ni Rafael Morales, ni yo tomamos la salida para mostrar nuestra disconformidad con los premios que daba la organización.
 Sin tregua en el ritmo, el grupo fue perdiendo unidades poco a poco, y al coronar Eugenio Gross sólo quedamos tres en cabeza.



Juan Sarria, Manuel Pardo y Pedro Delgado Fernández cerca del Diario Sur. IX Carrera Urbana Ciudad de Málaga, "El Corte Inglés", 15 de noviembre de 1987.


 Yo había decidido colocarme detrás de los dos favoritos: Juan Sarria, del CAIM (que en 1986 había sido 2º en la VIII edición, por delante mía, y 3º en 1984 en la VI edición, donde yo había quedado 5º y 1º junior) y Manolo Pardo, de Alameda (que había llegado 2º en 1983 en la V edición), quien corría como Independiente después de alguna temporada en el Club Atlético Gamarra. El día anterior había entrenado en la playa (mi entrenador, Pepe Rodríguez Delgado, con la vista puesta en el Nacional de Cross, no perdonó aquel entrenamiento), y no tenía claro cómo iban a responderme las piernas.



Pedro Delgado Fernández y Juan Sarria Cuevas a la altura del antiguo Hospital de la Cruz Roja. IX Carrera Urbana Ciudad de Málaga, "El Corte Inglés", 15 de noviembre de 1987.


 Sin embargo, yendo a rueda me sentía cómodo, y a la altura del Diario Sur decidí probar las fuerzas de mis compañeros. Di un primer tirón. Pardo se quedó y Juani tardó mucho en cogerme, así que al poco de unirnos y cuando empezábamos a subir por Capuchinos, no me lo pensé y volví a cambiar de ritmo. Esta vez fue un cambio mantenido largo tiempo que me permitió entrar a 21" de él en la meta. La marca que hice, 32'05" (sobre 10.850 metros y no 10.000 como se corre ahora), constituía un nuevo récord, y rebajaba en 6" el mejor crono que desde la edición anterior ostentaba Juan Jiménez García. Felizmente, el sueño de aquel chaval de calle La Unión se había cumplido.


Pedro Delgado Fernández entrando en solitario en la Alameda, IX Carrera Urbana Ciudad de Málaga, 1987. En la Vespa de la derecha se puede ver a Francisco Espejo y Lucía Rodríguez, y en el Vespino de la izquierda a Pepe Perea, que fueron animándome durante toda la prueba.


Pedro Delgado Fernández a la altura de los puestos de flores de la Alameda
IX Carrera Urbana Ciudad de Málaga, 1987


Clasificación de la IX Carrera Urbana Ciudad de Málaga (1987)
1º Pedro Delgado Fernández (Joma Sport) 32'05"
2º Juan Sarria Cuevas (CAIM) 32'26"
3º Manuel Pardo Muñoz (Independiente) 32'48"


Podio de la IX Carrera Urbana Ciudad de Málaga
De izq a dcha: Sarria, Delgado y Pardo

 Lo que no sabía el público que aplaudía la entrega de premios, junto a la meta, en el espaldar del edificio del centro comercial, es que yo estaba allí arriba del podio por una casualidad, pues si la prueba no se hubiese suspendido la semana anterior (llovió muchísimo la víspera y temieron que ocurriese igual el día de la carrera, aunque al final ese domingo no cayó ni una sola gota) yo no habría participado en ella, pues no estaba inscrito. Concentrados en meter buenos entrenos y dobles sesiones de cara al cross, mi entrenador había decidido que no corriésemos la prueba, y no fue hasta el viernes previo a la nueva cita de la carrera, cuando me dijo de apuntarme. Cuando fui el sábado por la tarde a El Corte Inglés, ya no quedaban dorsales, así que me dieron el número 11625 para que me lo hiciese yo mismo a mano en un folio.


Cabeza de carrera de la IX Carrera Urbana Ciudad de Málaga ("El Corte Inglés"), bajando por la Avenida de Carlos de Haya. 15 de noviembre de 1987. De Izq a dcha se puede ver a Manuel Pardo, Pedro Delgado Fernández, José Luis Calvo y Juan Sarria Cuevas. En la imagen se puede observar lo anecdótico de mi dorsal.


 El triunfo me dio una enorme popularidad, apareciendo imágenes de mi llegada a meta en la sección Tiempo Récord del telediario de la noche, y el Diario Sur me incluyó entre los protagonistas de la jornada, al lado del campeón del mundo de Fórmula 1 Nelson Piquet.




 Una errata muy curiosa, por lo que tuvo de premonitoria, fue la del Diario 16. En el titular, que no el texto de la noticia, indicaban que el atleta Pedro Delgado había ganado la XI (en lugar de la IX) Carrera Urbana Ciudad de Málaga, cosa que efectivamente ocurrió dos años más tarde. ¡¡Cosas de meigas que dirían en Galicia!!


IX Carrera Urbana Ciudad de Málaga, 1987 (Diario 16)


Otra anécdota que sí recordarán algunos es que por primera vez me confundieron con mi tocayo el ciclista Pedro Delgado, una confusión que tuvo segundas partes en mi carrera atlética y de la que prometo hablarles en otro momento.




 También les dejo aquí la guasa de mi paisano Miguel González-Molina que, por aquello de al César lo que es del César..., escribió a la sección de Cartas al director de El País, terminando su misiva con un "¡Ánimo, señor Cebrián, y que Butragueño gane la San Silvestre!".




 No conozco al Sr. Miguel González-Molina, pero desde aquí quiero darle las gracias, tantísimos años después, por tomarse la molestia de poner las cosas en su sitio. Un abrazo para él, extensible a todos los que se nombran en esta entrada y a las mujeres que subieron al pódium aquella mañana: Dolores Martín Molina, "Loli" (la mujer de mi amigo Agustín Molina), que con solo doce años y una marca de 42'42" ganó la prueba con la camiseta del Club Nerja, Ana María Martínez García del Club Deportes Sánchez y María del Carmen Velasco Luque del Club Santa Rosa. Seguro que estas imágenes os traen muy buenos recuerdos.


Podio femenino de la IX Carrera Urbana Ciudad de Málaga, 15 de noviembre de 1987. De izq a dcha: Ana María Martínez García, Loli Martín Molina y María del Carmen Velasco Luque.


IX Carrera Urbana Ciudad de Málaga, 1987 (Diario de la Costa del Sol)





Nota: Para aquellos que quieran saber lo mucho que se entrenaba antes, os apunto que a la tarde, como si no hubiese sido suficiente con lo de la mañana, tuve que salir a rodar una hora y diez minutos. Como dice Alejandro Gándara en La media distancia, la novela que me estoy leyendo ahora, eran tiempos "donde el sufrimiento estaba manchado de tintes heroicos".

lunes, 6 de octubre de 2014

EL ESTADIO DE LA JUVENTUD

Estadio de la Juventud, abril 2014 (Fotografía: Miguel Ángel Moya)


Después de diez años cerrado por disputas políticas, el Estadio de la Juventud de Granada ha vuelto a abrir sus puertas; algo que, además de llenar de alegría a los deportistas granadinos, reconforta el alma a todos aquellos atletas que en algún momento de nuestras vidas entrenamos y competimos en sus instalaciones. Malagueños como Miguel Ángel Moya, Ignacio González o yo mismo que, cuando estudiábamos Educación Física en el INEF de Granada, íbamos a correr a diario a su pista de atletismo, amén de ser fijos durante mucho tiempo en los listados de atletas que participaban en el Memorial Ramón Vilches y en el Memorial Nuñez Blanca, reuniones atléticas que se celebraban todos los años en el mismo Estadio. Fueron cinco años los que pasé (86/91) estudiando en Granada, así que es normal que me diese pena ver las instalaciones cerradas y en estado de abandono.


El abandono del Estadio de la Juventud (Fotografía: Juan Ortiz)


 Hoy, al enterarme de su reapertura, bajo la dirección del malagueño Alejandro Camps, me he acordado de todos aquellos atletas granadinos o de diversa procedencia que, como yo, tenían una cita todas las tardes con las seis calles de la pista de atletismo del Estadio de la Juventud. ¡Un brindis desde aquí por todos ellos! ¡Por todos nosotros!



El malagueño Pedro Delgado Fernández (de rojo) y el granadino Miguel Leyva corriendo los 5.000 metros en el VIII Memorial Ramón Vilches (Estadio de la Juventud, Granada, 12 de abril de 1987). En el reverso tengo anotado que gané la prueba con una marca de 14' 41", dejando atrás a Leyva en los últimos 200 metros.


El atleta olímpico granadino Francisco Sánchez Vargas (con el dorsal 1640) y el almeriense Eduardo Ramos Ramírez (1641). Detrás de ellos, con el 1625, el granadino Francisco Javier Sánchez Aguilera y, con el 1629, José Luis del Nogal Linares ("Mateo").


El atleta granadino Juan Sánchez García en el Estadio de la Juventud, 1990


El jienense Manuel Jiménez Lara y el granadino Víctor Soto Hermoso a la izquierda de la imagen, y los granadinos José Sánchez Fortún y José Miguel Sánchez Romero a la derecha. Juegos Deportivos Municipales, 1986. 5.000 metros.







Miguel Ángel Moya entregándole el testigo a Rafael Morales en la liga de Clubes de 1ª división. Estadio de la Juventud, Granada, 1985. Al fondo, con pantalón rosa, se puede ver a Lucía Rodríguez Vicario, mi pareja, quien por entonces corría pruebas de velocidad.


El malagueño Ignacio González Franco corriendo un 110 metros vallas en el Estadio de la Juventud.


Miguel Ángel Moya y el jienense Virgilio Domínguez (de amarillo) corriendo un 400 de la liga de clubes en la pista del Estadio de la Juventud de Granada, 1985.


La gallega Pilar Veiga corriendo un 800 en el Estadio de la Juventud en 1985
Fotografía: Jesús Corcelles


Los malagueños Juan Sarria Cuevas y Rafael Morales encabezando una carrera en el Estadio de la Juventud. Con el dorsal nº 5, el jienense Manuel Pancorbo que realizó el servicio militar en Granada. Y cerrando el grupo, con el dorsal nº 1, el granadino Carlos García Montes.


El granadino Miguel Ángel Montes Molina en un 1.500 del Memorial Nuñez Blanca


El granadino Molina Vargas con el dorsal nº 4


El madrileño Carlos Santamaría Medel y el almeriense José Ruano Maldonado
(Detalle de una fotografía de Francisco Velasco)


Los granadinos Santos (10) y Jorge Herrera (12) compitiendo en el Estadio de la Juventud. Aunque el segundo de ellos no solía ir al Estadio a entrenar.


Los granadinos Martínez Checa y Miguel Ángel Gámez Roldán a la izquierda y derecha de la imagen. De pie, con camiseta roja, se puede ver a José Miguel Sánchez Romero y a Diego Sánchez García. De rodillas Santiago González. Estadio de la Juventud, 1985.




1.500 en el Estadio de la Juventud, Granada 1986. Detrás del grupo, encabezado por Miguel Ángel Gámez Roldán (186), José Gámez Aviles (550) y Santiago González (191), se puede ver el Albergue de la Juventud.


El atleta granadino Jorge Alanís Moreno



Nota: Por supuesto que faltan atletas, pero me ha resultado imposible conseguir sus fotografías. Si queréis aparecer en esta entrada no tenéis más que poneros en contacto conmigo para hacerme llegar la imagen, igual que si alguien quiere que añada su nombre a algún pie de foto. ¡Un gran saludo a todos!

 Y gracias a Juan Sánchez García por tomarse la molestia de enviarme muchas de estas fotografías. Estén atentos a su blog, donde está construyendo su propio anuario atlético.
http://elcorrecaminosdeillora.blogspot.com.es/

lunes, 22 de septiembre de 2014

GALÍPOLI





                               -¿Qué son tus piernas?
                               -Muelles. Muelles de acero.
                               -¿Y qué van a hacer?
                               -Llevarme a toda velocidad.
                               -¿A qué velocidad puedes correr?
                               -A la de un leopardo.
                               -¿Y a qué velocidad vas a correr?
                               -¡A la de un leopardo!
                               -Pues veamos cómo lo haces.



Fotograma de Gallipoli



Con la excusa del centenario de la Primera Guerra Mundial, Fnac Málaga está proyectando este mes una serie de películas acerca de la contienda. La del pasado lunes fue Gallipoli, una película australiana de 1981 dirigida por Peter Weir que cuenta con Mel Gibson y Mark Lee de protagonistas; un film que muestra hasta qué punto aquella carnicería salpicó e implicó a todos.


Soldados australianos en una trinchera. Galípoli, 1915
Fotografía: Joseph Cecil Thompson

 Gallipoli es una película bélica vinculada con el atletismo pues, además de hablar sobre la guerra y sus nefastas consecuencias, recoge la amistad entre dos jóvenes promesas del atletismo: Archy Hamilton (Mark Lee) y Frank C. Dunner (Mel Gibson), velocistas australianos que se alistaron en el ejército para combatir en Europa. También hace referencia al corredor Harry Lasalles, quien en 1899 fue campeón del mundo de las 100 yardas en Leeds con una marca de 9"5'.


Fotograma de Gallipoli


 La península turca de Galípoli fue el trágico destino de todos aquellos soldados australianos y neozelandeses que fueron a luchar contra los turcos, aliados de los alemanes, en la Gran Guerra. 

 Dentro de la campaña de Galípoli, también conocida como de los Dardanelos, tuvo lugar el 7 de agosto de 1915 la batalla de Nek, momento trágico de la película, cuando Archy Hamilton y su compañía se aprestan a salir de las trincheras en una última carga que ya saben suicida. Memorable ese diálogo que abre la película, anotado al inicio de esta entrada y repetido a modo de mantra por Archy en esos últimos instantes; un diálogo que, como esas serpientes africanas que se muerden la cola, viene a cerrar el film bajo los estremecedores compases del Adagio de Albinoni.

 Aunque la película esta basada en hechos que tuvieron lugar en Galípoli, es al leer los créditos cuando nos enteramos de que los personajes que aparecen retratados en ella son completamente ficticios. Picado por la curiosidad, he investigado el dato en internet (www.wesfarmers.com) y, por gentileza de la Fnac Málaga, he visto varias veces la entrevista a Peter Weir que acompaña al DVD. En ella, el director explica cómo encontró la inspiración para sus personajes en las figuras reales de los deportistas Grisley Harper y su hermano más joven, Wilfred, quienes participaron en la batalla de Galípoli y en el ataque al Nek aquel fatídico 7 de agosto.


Wilfred Harper

"El décimo regimiento se encontró con la muerte de la misma manera que el octavo. Los hombres corrían lo más erguidos posible frente a los rifles turcos. La flor de la juventud de Australia occidental se fue con ese regimiento. Hijos de las antiguas familias pioneras, en algunos casos dos o tres de una misma familia. Los líderes más admirados del deporte del Este, se precipitaron a la muerte. Grisley Harper y su hermano más joven, Wilfred, a quién se le vio por última vez corriendo como un colegial con toda la velocidad que podía alcanzar".
El director Peter Weir lee estas líneas del libro de Ross McMullin, Farewell, dear people: biographiers of Australia's lost generation. Y luego comenta lo siguiente: 
"Eso provine de la historia oficial de Australia en la Primera Guerra. Y en particular la descripción del ataque al Nek y de aquellos jóvenes, sobre todo del chico que desapareció, que corría como en una carrera, se convirtió en el tema principal. Hasta ese momento, David Williamson (guionista) y yo habíamos experimentado... Habíamos trabajado durante un año y medio sin conseguir nada. A veces, el tema histórico no resulta interesante en el cine. Aquí lo teníamos, en esta historia oficial. Decidimos que los personajes principales serían corredores".

 Aunque el guión es de David Williamson sobre una historia del propio director, Peter Weir,  ambos agradecen en los créditos finales la inspiración que obtuvieron de The broken years: Australian soldiers in the Great War, de Bill Gammage's y War Histories, de C.E.W. Bean (¿cómo no se le ha ocurrido a ninguna editorial traducirlos al castellano, junto a Tell England de Ernest Raymond, en este año tan señalado?).

 En fin, háganme caso, consigan la película y resérvense una tarde para sumergirse en la historia. Seguro que no les deja indiferente.





P.D.: Al escribir este post me he acordado de tres personas: de mi hermano Marcial, que en la adolescencia no se cansaba de escuchar la cassette de Jean Michel Jarre con la música de Oxygène, cuyas notas suenan cuando corren los atletas; de Miguel Ángel Moya, que me habló no hace mucho de esta película que yo tenía olvidada; y de Luis Felipe Méndez, quien se sabe los diálogos de memoria. A ellos va dedicada esta entrada. A ellos y a los cientos de soldados del 8º y 10º regimiento de caballería ligera que sacrificaron con valor sus vidas en la batalla del Nek.

lunes, 8 de septiembre de 2014

DE BARRERAS, GESTAS Y MEZQUINDADES

Estos días he dado cuenta de la prensa atrasada para descubrir, atléticamente, la muerte a los 90 años de Alice Coachman en Albany, Georgia, en el sur de Estados Unidos. Alice ganó una medalla de oro en salto de altura en los Juegos Olímpicos de Londres, en 1948, lo que la convirtió en la primera mujer afroamericana que conseguía dicho metal en unas olimpiadas. A sus 24 años había tocado el cielo, superando el listón a 1,68 metros de altura; aún así, a su vuelta a Albany, tendría que seguir superando barreras, en este caso las raciales, pues el alcalde se negó a estrecharle la mano. Afortunadamente, la segregación racial fue prohibida por la Ley de Derechos Civiles hace ahora cincuenta años y Alice fue homenajeada como una de las 100 mayores atletas olímpicas en los juegos de 1996 en Atlanta.


Alice Coachman  (AP Photo)


 También me recreo con las fotos de Borja Vivas con su medalla de plata en el peso del Europeo de Zúrich, un Borja al que pude felicitar en el mismo aeropuerto (yo llegaba desde Islandia y él iba a recibir a su pedazo de entrenador, Tomás Fernández, que regresaba varios días después que él de Suiza).


Borja Vivas, Zúrich 2014  (Fotografía: Phil Noble (Reuters))


 Y por último me indigno leyendo que el francés Mahiedine Mekhissi-Benabbad fue desalificado tras ganar la final de 3.000 metros obstáculos por quitarse la camiseta en la recta de meta. Que conste que no me gusta la acción del atleta, pues me parece una falta de respeto y de consideración con el rival, pero de ahí a que se le descalifique y se le quite la medalla me parece que es pasarse, no uno ni dos ni tres, sino veinte pueblos.


Mahiedine Mekhissi-Benabbad entrando el primero en meta en la final de 3.000 metros obstáculos del Europeo de Zúrich



La polémica final de los 3.000 metros obstáculos del Europeo de Zúrich 2014


 Creo que lo de Mahiedine, que conseguía su tercer título consecutivo, lo podrían haber solventado mejor con una multa económica y la prohibición de correr durante x meses o en los próximos mítines o galas que cierran la temporada. Es como si a Ronaldo le hubiesen anulado el gol de Lisboa por celebrarlo quitándose la camiseta en lugar de sacarle una tarjeta amarilla. Por mucho que el atleta haya incumplido el artículo 143 del reglamento ("En todas las competiciones los atletas deben usar vestimenta que esté limpia, diseñada y llevada de forma que no sea ofensiva... Cada atleta debe ir provisto de dos dorsales que durante la competición debe llevar puestos de modo visible sobre el pecho y la espalda"), la decisión de la IAAF me parece desproporcionada. Para colmo la reclamación la efectuó la delegación española ya que con la descalificación del francés el español Ángel Mullera subía del cuarto al tercer puesto, y Sebastian Martos del quinto al cuarto. Me parece una reclamación malintencionada y mezquina. Como decía el general Barfus, "en la medida de lo posible, hay que dejar que impere la clemencia".


Clemencia
BERTA VIAS MAHOU
En Frau Jenny Treibel, novela soberbia de Theodor Fontane, principal exponente del realismo literario alemán, se cuenta una anécdota que merece formar parte de todo botiquín espiritual que se precie. Al fin y al cabo, la mayoría de los lectores lo que buscamos es eso. Vacunas, antibióticos o vitaminas que a veces no encontramos en la realidad. Un personaje secundario, profesor de Historia, comenta que, preparando sus clases, ha leído mucho sobre el general Barfus, un militar del que no se podía decir que hubiera inventado la pólvora, pero sí que era un hombre honrado. Durante el asedio de Bonn, el viejo Barfus presidió un consejo de guerra contra un joven oficial que se había comportado de forma poco heroica. Los demás miembros del tribunal se mostraron a favor de declararle culpable y mandarlo fusilar. Así habló Barfus: Hagamos la vista gorda, señores. He participado en 30 batallas y he de decir que un día no se parece a otro. El ser humano es desigual y asimismo el corazón. Y el valor aún más. Yo también me he sentido cobarde alguna vez. En la medida de lo posible, hay que dejar que impere la clemencia... Según esta historia, si algo aprendió Barfus, a pesar de su profesión o gracias a ella, fue a ponerse en el lugar del otro. Una fórmula magistral que deberíamos aplicar en nuestras relaciones personales. Y en la vida pública, para evitar errores irreparables nacidos de juicios precipitados. En la medida de lo posible, pues no se trata de que los violentos y los depredadores económicos queden impunes, sino de que nos demos cuenta de la necesidad de abolir de una vez por todas la pena de muerte, aún en vigor en muchos países. El castigo no debe parecerse al delito. Ni la justicia al crimen.(Artículo aparecido en El País del sábado 16 de agosto de 2014. Creo que el paradigma es evidente)


 Afortunadamente, hubo justicia divina en el 1.500, y Mahiedine se llevó finalmente una medalla de oro a casa.


Mahiedine Mekhissi-Benabbad gana el oro en el 1.500 del Campeonato de Europa (Zúrich, 2014)


Final de 1.500 metros del Campeonato de Europa de Atletismo al Aire Libre (Zúrich 2014)