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sábado, 9 de julio de 2022

¿PERO POR QUÉ DIANTRES NO SALTA POR CUBA?


España nacionaliza a la mayor promesa del atletismo mundial: Jordan Díaz
Fotografía: Diario de Cuba (Deportes Andy Lans/Twitter)

El otro día, zapeando, me enteré de la polémica que había con la nacionalización exprés del estadounidense Lorenzo Brown para que pueda jugar el Eurobasket con la selección española de baloncesto. El jugador no tiene ningún tipo de arraigo con España, y la Asociación de baloncestistas profesionales (ABP) había emitido un comunicado en el que consideraba éticamente reprobable la medida. Empezaba con la siguiente pregunta: «¿Es creíble que la actual selección campeona del mundo no encuentre jugadores españoles con los que competir en las citas de máximo nivel internacional?».

Lorenzo Brown con la camiseta de los Toronto Raptors
Fotografía: Twitter Toronto Raptors

 Yo me hago otra pregunta: ¿Qué razones excepcionales hay para la nacionalización en el acto de un deportista que no tiene ningún tipo de arraigo con España? Porque el asunto podrá ser legal, pero es discutible. Para mí es otro ejemplo más del doping administrativo que llevan a cabo las federaciones para aumentar el número de medallas en los campeonatos. No sé si más medallas da más visibilidad, y eso se traduce en más dinero en subvenciones del Consejo Superior de Deportes, pero para mí este no es el camino.

Se frustra la ilusión de cualquier jugador cuando la FEB y el CSD favorecen la concesión de pasaportes legales, pero éticamente reprobables. Este tipo de acciones lejos de ayudar, dinamitan las expectativas de los jugadores, alejan al aficionado y eliminan el mérito deportivo que permite soñar con jugar en la selección nacional. [...] El jugador español tiene talento y lo lleva demostrando muchos años, pero para desarrollarlo y explotarlo necesita oportunidades en sus clubes y desde luego en la Federación Española. Nos resistimos a que se condene de esta manera el futuro de muchos jugadores que aspiran a poder jugar en la selección.
Nota de la ABP

 En atletismo recientemente hemos tenido otro ejemplo. Estoy algo cansado del tema y lo dejé pasar (a veces uno se siente Quijote luchando con molinos), pero, tras lo de Lorenzo Brown no me queda otra que traerlo a la palestra. Se trata del cubano Jordan Díaz, el flamante campeón y plusmarquista de España de triple salto en el Campeonato de España que se celebró del 24 al 26 de junio en Nerja (Málaga).

Jordan Díaz, después de mejorar el récord de España de triple salto en Nerja
Fotografía: Agencia EFE

 Después de lo de Orlando Ortega, poca gracia tienen que hacer estas cosas en Cuba.

 Ya saben mi postura sobre el tema:

–Atletas que se han criado o se han formado aquí desde niños: Sí.

–Atletas que ya vienen criados y han competido con sus países de origen: No.

 Los segundos solo pueden competir por su país de origen, no por el de adopción. Si no, estaríamos adulterando la competición, convirtiéndola en una engañifa; el doping administrativo del que les hablaba. Algo poco ético, se tire o no de chequera.

 Dicho esto, me parece igualmente vergonzoso que Mohamed Katir, que sí llegó de niño a España, haya tenido que esperar cinco años su nacionalización. El propio Katir se quejaba de ello tras ganar el Campeonato de España de 5.000 metros en Nerja (que por cierto, menudo carrerón se marcó): «Gracias a Dios hoy soy campeón absoluto, que eso no lo diría hace cuatro años cuando ganaba y no me daban el título por no ser español. Creo que soy el primer atleta que lleva ganando crosses desde juveniles hasta promesas. Gané cuatro años seguidos el campeonato nacional, pero no me daban la medalla. Llegaba a mi casa y me daba la enhorabuena mi padre por haber ganado, pero no me daban la medalla y me sentía fatal. Me quedaba horas llorando».

Mohamed Katir, Campeón de España de 5.000 metros (Nerja, 2022)
Fotografía: RFEA (Miguelez Team)

 Katir, que nació en Alcazarquivir, Marruecos, en 1998, llegó con cinco años a Mula, Murcia, donde la familia estableció su residencia. En 2015, a los 17 años, solicitó la llamada nacionalidad exprés, pero su solicitud se quedó en un cajón. Mientras seguía ganando carreras, inició también los trámites para solicitar la nacionalidad por residencia, un proceso mucho más lento en el que la mayoría de peticiones se topan con el muro de la burocracia. Fue por este segundo método como la consiguió a finales de 2019. A partir de ahí, en 2021, el primer año que pudo competir como español después del parón por la pandemia, batió los récords nacionales de 1.500, 3.000 y 5.000 metros. «Me he perdido Europeos y Mundiales, pero soy joven y es mejor tarde que nunca», apuntó Katir conciliador. Yo me habría cagado en la leche que les dieron.

 Y otro caso muy parecido al de Katir es el del también fondista Abdessamad Oukhelfen, que llegó a España con cinco años. A pesar de estar todos estos años afincado con su familia en Reus, no consiguió la nacionalidad española hasta enero de 2019, casi tres años después de solicitarla.

Abdessamad Oukhelfen, también afincado en España desde los cinco años
Fotografía: Pablo García

 Ambos son buenos ejemplos de atletas que habría que haber nacionalizado rápido, porque se han criado y formado aquí desde niños y han optado competir por su país de adopción.

 Como ven, ambos casos son muy distintos al de Jordan Díaz que, según la prensa, se escapó de una concentración de la selección cubana en Valencia en junio de 2021, y en ocho meses consiguió la nacionalidad. En una entrevista de El País doy con la respuesta al titular de mi entrada.

'Tú tienes que irte, tienes que irte si quieres ser grande', ¿sabes? Si quieres coger los beneficios que te corresponden...*

*https://elpais.com/deportes/2022-06-04/jordan-diaz-el-atleta-que-cambio-cuba-por-espana-mis-padres-me-dijeron-tienes-que-irte-si-quieres-ser-grande.html

 En 2017, el presidente de la IAAF, Sebastian Coe, viendo cómo proliferaban las nacionalizaciones exprés sin que mediase un arraigo, trató de poner un poco de orden en el asunto, y tras exclamar eso de «¡order, order!», al modo del speaker John Bercow en la Cámara de los Comunes del Parlamento de Londres, paralizó todas las solicitudes exprés. Por lo que veo, se ha vuelto a abrir la veda. Quizás la IAAF debería volver a controlar el tema. Un poquito de order, please.


Sebastian Coe avisa: La IAAF estudiará caso por caso las nacionalizaciones de atletas:

viernes, 13 de noviembre de 2020

EL ORO OLÍMPICO QUE LE BIRLARON A JOÃO CARLOS DE OLIVEIRA


João Carlos de Oliveira en la final de triple salto de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980
El árbitro sentado a la izquierda de la imagen es Robert Zotko
Fotografía: Valeriy Shustov (Sputnik)

La velocidad y las curvas, cuando vas a pedales, combinan mal con el asfalto mojado, y si encima hay sobre él hojas y semillas caídas de los árboles, la combinación resulta aún más nefasta, como pude comprobar el pasado miércoles 21 de octubre cuando me dirigía al instituto.

 Resultado: visita a Urgencias de El Ángel y unos cuantos hematomas y heridas provocadas por el golpe y la erosión que me obligaron a guardar reposo durante unos días; tiempo que aproveché para terminar un libro y empezar otro, y para leer un buen montón de suplementos dominicales –El País Semanal– que acumulo, a la espera de su lectura, en uno de los peldaños de la escalera.

Efectos de la velocidad en el cuerpo humano

 Pues bien, en uno de ellos, me topé con un artículo escrito por Carlos Arribas, ese Píndaro de las gestas deportivas, que tan bien utiliza las técnicas narrativas en sus crónicas. El oro robado a João Carlos de Oliveira se titulaba, y hacía referencia a la final de triple salto que se celebró el 25 de julio de 1980 en los Juegos Olímpicos de Moscú, y que quedó marcada por las trampas arbitrales en favor de dos de los tres atletas soviéticos que estaban en competición, Jaak Uudmäe y Viktor Saneyev (oro y plata a la postre con 17,35 y 17,24), y en contra del brasileño João Carlos de Oliveira (bronce con 17,22) y del australiano Ian Campbell, a los que los jueces dieron nulos intentos válidos por encima de los de sus rivales. John Boas, el entrenador de Campbell se fue furioso del estadio. «No podía creer lo que acababa de ver. Ian estaba completamente devastado». Y João Carlos, que ya había sido bronce en los anteriores Juegos (Montreal, 1976) lloraba desconsolado.

«Me han robado el oro, me han robado el oro», se lamentaba Oliveira en el autobús después de la final de triple, y Pedrão (su entrenador) le daba la razón. «Nunca le había visto llorar en mi vida», declaró después Pedrão. Ramón Cid en el autobús observaba y lamentaba. «Como no me clasifiqué para la final, vi la competición desde las gradas, y vi clarísimo un salto gigantesco de Oliveira. Saltó 18 metros o 17,90 como poco, récord del mundo, y era válido seguro, pero el juez del paso intermedio después de dudar un poco y de comprobar que era larguísimo, levantó la bandera roja para darlo nulo. Y ordenó enseguida borrar las marcas de la arena para que no pudiera reclamar. João levantó al cielo brazos estirados y mirada incrédula, como clamando una justicia que no llegó. Nadie le escuchó. Y lo mismo le hicieron a Ian Campbell, un australiano, al que dieron nulo un intento válido de 17.50. Eran nulos de raspado del pie libre, el izquierdo, en el segundo impulso del salto, el step, de los que no puede haber prueba porque son de apreciación, y en 1990 los borró la IAAF de su reglamento. Son nulos que se cantaban por ruido, indemostrables, una posibilidad maravillosa de putear a alguien».
 Las marcas de los falsos nulos le habrían proporcionado el oro a Oliveira, a quien le dieron como válidos solo dos de los seis intentos de la final, y se quedó en bronce con 17,22 metros, y la plata a Campbell, a quien solo dieron como bueno uno de seis, que fue quinto con 16,72 metros. El oro, sin embargo, no fue para el atleta designado, Saneyev, que estaba tocado, y solo pudo llegar a 17,24 metros, y en su sexto intento, sino para su compatriota Jaak Uudmäe, estonio, que sorprendió a todos con un salto de 17,35 metros. Fue una victoria soviética y una derrota del sistema.

Viktor Saneyev en la final de triple salto de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980
El árbitro sentado a la izquierda de la imagen es Robert Zotko

Jack Uudmäe en la final de triple salto de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980
El árbitro sentado a la izquierda de la imagen es Robert Zotko

 Uudmäe no tardó en volver al anonimato de una carrera en la que sus únicos éxitos habían sido un par de medallas en campeonatos de Europa. «Todo estaba preparado para que ganara Saneyev, pero saltó lesionado y no pudo batirme», explicó luego Uudmäe en una entrevista.
[…] Harry Seinberg, el entrenador de Uudmäe, solo tuvo ocasión de hablar con João do Pulo (João del Salto, apodo de Oliveira) en 1992, cuando el mundo era otro, cuando el campeón brasileño se preparaba para participar en los Juegos Paralímpicos de Barcelona. «Todo fue un fraude, te robaron con falsos nulos», se disculpó Seinberg ante Oliveira, y habló también con un periodista del Jornal do Brasil. «Solo con la caída del telón de acero podemos decir la verdad: João había llegado a los 18 metros. En su momento pensé en denunciarlo ante el COI, pero di marcha atrás. Ahora estoy aliviado, al menos puedo pedir disculpas en mi nombre, en el de Uudmäe y en el del pueblo de Estonia». «Ya lo sabía», respondió Oliveira. «Ya sabía que yo había vencido en la prueba y, probablemente, alcanzado un nuevo récord mundial. No creí que hubiera hecho nulo y por esa injusticia lloré por primera vez en la vida».
 Año y medio después de Moscú, en las Navidades de 1981, la vida le siguió dando motivos para llorar. Y a Pedrão, para tomar una decisión que nunca habría deseado tener que tomar.
 «Pedrão, no hay otra, o la pierna o la vida», me dijo el doctor en el hospital», explicó años después el entrenador, quien también sabía que era un falso dilema. ¿La pierna o la vida?; no, era la pierna y era la vida. Cuando le amputaran la pierna derecha, João do Pulo moriría, aunque João Carlos de Oliveira siguiera respirando y su corazón latiera. «Su mundo se derrumbó, y el nuestro. Todo lo que le hacía ser João do Pulo era la pierna. Para él fue el fin, ¿no?», dijo su hermana Ana María, para quien también el mundo se hundió la noche del 21 de diciembre de 1981. João conducía su Passat por una autopista de São Paulo cuando un automovilista borracho perseguido por la policía chocó de frente. Oliveira entró en coma en el hospital. El parte señalaba fractura craneal, dos fracturas abiertas en la pierna derecha, la pelvis destrozada y la mandíbula fracturada. La pierna se gangrenó y se le amputó por encima de la rodilla. Tenía 27 años. Murió 18 años más tarde, alcoholizado y solo.

 Ramón Cid, nuestro ilustre triplista, conoció a Viktor Saneyev cuando visitó Sujumi (Georgia) en 1989. También al técnico Robert Zotko, que fue el árbitro que anuló todos aquellos saltos en aquella final de triple.

Ramón Cid extriplistay director técnico de la RFEA entre 2013 y 2018
Fotografía: Diario As

«Entonces era el centro del atletismo soviético, que organizaba allí concentraciones de tres meses con los mejores atletas y los mejores técnicos, solo la élite», cuenta el entrenador español, entonces responsable nacional de saltos. «En Sujumi había nacido Saneyev y allí le conocí, en un viaje con varios técnicos españoles más. Los rusos querían entrenarse en España con vistas a Barcelona 92 y a cambio nos permitieron ver a sus técnicos y sus sistemas de preparación. Y allí me encontré también con Robert Zotko, que era el director técnico nacional de saltos. Saneyev, a quien se homenajeaba en un festival atlético, héroe nacional 10 años antes, tímido y coloradote, nos pidió trabajo. Zotko, que había aprendido español en Cuba, simplemente nos dijo: «Me habéis caído bien», y se entregó a nosotros. Ordenó a los grandes técnicos, Vitaly Petrov y compañía, ponerse a nuestra disposición el tiempo que necesitáramos. Nosotros los interrogábamos y Zotko hacía de intérprete. Por la noche se bebía dos vodkas y, melancólico, nos recitaba poesías rusas que nos traducía al castellano».

Robert Zotko, entrenador de saltos ruso
Fotografía: Paulo Calado, 2000 (Jornal Record)

 Con la llegada al poder de Yeltsin, que no era de los que creían que las medallas reflejaban el poder de un país, Robert Zotko y muchos otros técnicos perdieron sus trabajos de funcionarios del estado. Zotko ejerció entonces de entrenador en Italia, y después en Portugal, adonde llegó en el año 2000 de la mano de José Barros, director técnico de la Federación Portuguesa de Atletismo, quien lo nombró responsable de saltos de la selección. De esa manera, Robert Zotko puso las bases de la revolución técnica del atletismo portugués, impartiendo cursos y seminarios a entrenadores y atletas.

José Barros, técnico de la Federación Portuguesa de Atletismo

 A José Barros, que trabó bastante amistad con él, y compartían cenas, tragos y confidencias, le confesó un día que él había traicionado al atletismo en los Juegos de Moscú. «Yo fui al infierno, y no volví», le aseveró.

«Esas explosiones», recuerda Barros, «ocurrieron un máximo de dos, tres veces. No añadía más. Era algo tóxico que le estaba matando. No era alcohólico. Bebía mucho, pero sabía cuándo parar. Necesitaba olvidar. Sin decir el motivo. Él sabía que yo sabía. Llevé su cuerpo a Moscú cuando murió y su hijo me lo reconoció: 'Has sido una de las personas más importantes en la vida de mi padre'. Ha sido uno de los momento más duros de mi vida». Zotko murió el 12 de febrero de 2004, a los 67 años.
 A Cid le llamó Barros para decírselo, y Cid inmediatamente echó de menos las llamadas a cualquier hora de la madrugada que siempre sabía que eran de un Zotko emocionado e impaciente por contarle algo y que él hacía como que le fastidiaban. También se acordó, sobre todo, de una noche cenando en Madrid con Zotko. «Cuando estábamos ya con el café, Roberto sacó una foto vieja de la cartera, ya arrugada, y nos la mostró. Era él con 20 años menos, camisa clara de árbitro de atletismo, sentado en una silla junto a una pista y levantando un banderín rojo para anular un salto durante los Juegos de Moscú. A su lado, una silla vacía, y empezó a explicarnos por qué siempre llevaba un velo de pena, un faro que no era melancolía sino arrepentimiento. 'Yo fui el que le dio los nulos a Oliveira en la final de los Juegos. Yo impedí que ganara. En la Unión Soviética, el triple solo lo podía ganar un soviético, y preferiblemente Saneyev'. Y yo creo que llevaba la foto en la cartera como quien lleva un cilicio, para mortificarse, para decirse constantemente, 'soy un cabrón'. Y me deja perdido ver al verdugo sufriendo. Le veo como víctima y verdugo […]».
 Solo cuatro días después de la muerte de Zotko, Nelson Évora, un chaval portugués que no ha cumplido aún los 20, compite en Moscú. Salta 16,85 metros. Consigue la mínima olímpica para los Juegos de Atenas. Su entrenador, João Ganço, pide que el locutor de la competición anuncie por los altavoces del pabellón que dedican este resultado a Robert Zotko, maestro y amigo.

Nelson Évora campeón olímpico en Pekín. Fotografía: Fabrice Coffrini

 Robert Zotko ya había puesto sus esperanzas en Nelson Évora cuando este tenía 17 años, y le animó a trabajar duro para demostrarle que no se había equivocado. En 2007, Nelson Évora se proclamó campeón del mundo de triple en Osaka, y al año siguiente, campeón olímpico en Pekín. "El ruso que privó a un brasileño de un oro olímpico había sentado las bases para que un portugués lo lograra 28 años más tarde".

«Toda acción en la vida tiene un precio que hay que pagar», le decía Zotko a Barros, y quién sabe si el oro de Évora, la gloria del rapaz de Odivelas, le hubiera parecido un pago por la deuda que contrajo en Moscú. Su redención. El punto final de sus búsquedas».

 Pero como muy bien apunta Ramón Cid, ese no debe de ser el punto final de todo. «Este solo llegará cuando el COI le devuelva a Oliveira el oro que le robaron».

Clasificación de la final de triple salto en los Juegos Olímpìcos de Moscú 1980

Nota. Pueden leer el artículo completo de Carlos Arribas en el siguiente enlace:

https://elpais.com/elpais/2020/08/27/eps/1598525636_433644.html


viernes, 9 de mayo de 2014

JODIDOS POZOS NEGROS

Yago Lamela


Como uno de esos ciclistas enfrentados a las curvas cerradas y las rampas duras de un puerto de montaña que se apea de su bicicleta en el punto más empinado del ascenso, cuando transita alejado de la cabeza de la general, o al igual que el boxeador que perdida la capacidad de reacción arroja la toalla harto de recibir golpes en un combate, Yago Lamela se ha retirado de la vida conmocionando al mundo del atletismo; viniendo a corroborar que abril es el mes más cruel del calendario.
 Mi más sentido pésame a toda su familia. Descanse en paz.





Palmarés:

-Campeón de Europa sub23 de longitud (Gotemburgo, 1999).
-Subcampeón del Mundo de longitud (Sevilla, 1999).
-Subcampeón del Mundo de longitud en pista cubierta (Maesbashi, Japón, 1999).
-Campeón de longitud de los Juegos Iberoamericanos (Lisboa, 1998).
-Tercero en el Campeonato de Europa de longitud (Múnich, 2002).
-Subcampeón de Europa de longitud en pista cubierta (Viena, 2002).
-Tercero en el Campeonato del Mundo de longitud (París, 2003).
-Subcampeón del Mundo de longitud en pista cubierta (Birmingham, 2003). 

En 1998, el atleta avilés consiguió una mejor marca de 16,72 metros en triple salto. Su marca de 8,56 metros en salto de longitud fue récord de Europa y aún hoy es récord de España. Fue Subcampeón del Mundo de longitud con tan solo 21 años. Desgraciadamente, las lesiones truncaron su progresión deportiva y llevaron a Yago Lamela a anunciar su retirada de la alta competición el 11 de marzo de 2009.