Mostrando entradas con la etiqueta Manuel Vicent. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Manuel Vicent. Mostrar todas las entradas

miércoles, 22 de noviembre de 2023

LA DERROTA


La derrota, artículo de Manuel Vicent
EL PAÍS, 19 de noviembre de 2023
Fotografía: Pedro Delgado

A veces, uno se encuentra con un artículo que merece la pena recortar y conservar entre las páginas de algún libro. En este caso, por la referencia que hace el escritor Manuel Vicent a la derrota dentro del mundo deportivo. Un texto que estos días también funciona como metáfora del mar perder de tantos agitadores.

MANUEL VICENT
La derrota

A un jugador de póquer muy avezado que había perdido una cifra exorbitante en una partida, al día siguiente sus compañeros de garito le preguntaron qué tal había dormido esa noche y él contestó que había dormido como un bebé, porque cada cinco minutos se despertaba y lloraba. Añadió que para un jugador que sabe perder las derrotas cicatrizan enseguida. En ese momento estaba sentado de nuevo a la mesa y tenía dos ases en la mano. El mundo se creaba de nuevo y la suerte volvía a rodar. Un monje del monasterio del Nido del Tigre de Bután me dijo un día que ante cualquier fracaso repitiera 100 veces como si fuera una oración: "He sido derrotado, algo he hecho mal, no importa, mañana empezaré de nuevo". Es más elegante aceptar una derrota que celebrar una victoria, hay más estética en el fracaso que en el éxito, tiene más literatura el perdedor que el ganador.

El Nido del Tigre (Bután)
Fotografía: Revista Esquire / Getty Images

 Por mi parte, prefiero a Van Gogh con una sola oreja que con dos y al Picasso de la época azul, muerto de hambre, en calzoncillos que al triunfador con esmoquin y pajarita. En todos los colegios anglosajones el deporte está considerado como una asignatura fundamental porque en la cancha se aprende todas las reglas que luego hay que aplicar a los negocios, a la política y a la moral ciudadana, el juego limpio, el respeto al adversario, pelear hasta la extenuación sin rendirse nunca, valorar el triunfo y aceptar la derrota como una lección. Aunque el tenista rompa la raqueta contra el suelo, por muy bronco que haya sido el partido al final deberá subir a la red para felicitar y abrazar al ganador. Sería expulsado del circuito si no cumpliera estas reglas.

Novak Djokovic en la Final del US Open
Fotografía: Reuters

Pero nadie es más detestable que el jugador que tiene mal perder, que está dispuesto a cometer cualquier trampa, a romper la baraja o a dar una patada al tablero con tal de no admitir la derrota. Es como quien tiene mal vino y encima no sabe beber.

EL PAÍS. Domingo 19 de noviembre de 2023

 

https://elpais.com/opinion/2023-11-19/la-derrota.html

domingo, 9 de octubre de 2022

EL ADIÓS DE FEDERER


Roger Federer y Rafa Nadal, en la retirada del tenista suizo
Fotografía: GTRES (Vanity Fair)

A veces, el mejor periodismo deportivo lo generan los escritores:

Lágrimas

Manuel Vicent

La pelea entre Apolo y Dionisos, origen de la tragedia griega, ha sido representada ante nuestros ojos en las canchas de tenis. En la mitología clásica Apolo encarna el lado platónico del espíritu, el equilibrio, la elegancia, la precisión, la medida, la contención, el límite. Dionisos representa la pasión, el exceso, el instinto, el esfuerzo, el desgarro, las lágrimas. Desde la tribuna de una cancha de tenis, mientras Federer y Nadal disputaban cualquier final agónica de un Grand Slam, Nietzsche hubiera podido explicar ese partido como una lección de filosofía moral. Federer manejaba la raqueta como si el tenis fuera un deporte matemático, mental, equilibrado. La pelota salía de su brazo con una velocidad ingrávida hacia un punto de la línea con la fuerza precisa. No sudaba, no gritaba, podía haber jugado con esmoquin. En cambio, Nadal, frente a Federer, daba a entender que el tenis era un deporte explosivo, crispado, sobrehumano. Cada golpe imposible, más allá de toda medida, iba acompañado de un grito tal vez de dolor o de placer orgiástico. Nadal sudaba. El sudor de Nadal era su corona. En sus inicios, Federer rompía la raqueta cuando la pelota no obedecía al impulso de su mente. A la derrota le seguía la cólera. Este desequilibrio fue corregido a tiempo hasta alcanzar la serenidad del héroe apolíneo, frío, incapaz de mostrar ninguna emoción. Al principio de su carrera el adolescente Nadal vestía en la pista pantalones de bucanero y tenía una mirada obsesiva de guerrero apache. Sus ojos concentrados expresaban una disposición a resistir la adversidad a cualquier precio hasta la agonía. El mito de Apolo y Dionisos representado por estos dos tenistas alcanzó su culminación el pasado día 23 con la despedida de Federer cuando estos dos héroes de la mitología moderna, cogidos de la mano, juntaron sus lágrimas. Venció la emoción, venció Dionisos.

Artículo aparecido en el EL PAÍS del 2 de octubre de 2022