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jueves, 26 de agosto de 2021

COSES DESDE RIBADESELLA (III)


Como no hay dos sin tres, aquí les dejo un nuevo artículo de mi amigo Pepe Zapico.


Apología del atleta

El Pensador está atento a la prensa diaria y se admira de cómo con excesiva frecuencia, y al rebufo de la Olimpiada de Tokio, aparecen noticias poco alentadoras.

 Lee con desánimo las denuncias de gimnastas (que vienen de lejos) y baloncestistas. Respira hondo y las pone en el mostrador junto a los escándalos no tan lejanos del ciclismo y casos cada vez más repetidos en la pista de atletismo: los que van desde el asunto Ben Johnson en 1988, a la actual Sha'Carri Richardson.

Sha'Carri Richardson se perdió Tokio 2020 al dar positivo por marihuana
Fotografía: Getty Images

 Pasa a la página siguiente y piensa en los ciclistas a los que se les exigen proezas que parecen sacadas de las hazañas bélicas de Boixcar, es decir, soldados a punto de estallar en pedazos porque los mandan al infierno de cuestas disparatadas y trazados de infarto.

Tebeo de la colección Hazañas Bélicas (Ed. Toray)
Dibujos: Boixcar

 Es la forma de espectáculo que justifican con arrogancia los organizadores. Todo sea por la televisión que parece la gallina que pone los huevos de oro y que vende el producto (¡y a qué precio, Señor!) como si los atletas fueran funambulistas de alturas imposibles. Unos circos que hacen tambalearse al Barón de Coubertin desde la pared donde está colgada su figura.

Barón Pierre de Coubertin

 Hoy Nadal parece anunciar una ausencia que esperemos no sea definitiva. Sería irreparable no solo en términos deportivos sino morales, porque no estaría en el candelero diario dando ejemplo, marcando nota y con las ideas en su sitio. Y con él los Gasol, Entrerrios, Portela, Gravioto, Chorraut, García Bragado y otros más que aguantan en la pelea como si tuvieran implantadas las pilas aquellas que al parecer no se gastaban nunca. Ejemplos para muchos, o mejor diría que para todos, por ese saber estar.

"Chuso" García Bragado disputó en Tokio sus octavos Juegos Olímpicos
Fotografía: sporthd.news

 Sin ellos, piensa el Pensador, nos quedaríamos huérfanos de ese humanismo que desprenden los atletas cuando lo son de verdad para convertirlos en héroes (el héroe es aquel que por su condición de ser hijo de ser humano y de un dios o diosa, llega a donde los demás no llegamos). A esos, los campeones de cartón-piedra, no les da mucho campo ni crédito.

 Valverde, un ejemplo de la voluntad humana, acaba de retirarse de la vuelta ciclista a España. Un accidente es un accidente, claro, pero, si se ponen las circunstancias y si se fuerzan los tornillos, el accidente estará más cerca. Casi se asegura.

Caída de Alejandro Valverde en la Vuelta 2021

 Los convocadores de los eventos, pensando en el jodido circo, obligan a los atletas a llegar hasta límites peligrosos para su salud. El Pensador cree que hace falta repasar aquella cinta de Norman Jewison titulada Rollerball. Esa y otras de la misma dimensión (Vuelta a Berlín, Un domingo cualquieraNanuk el esquimal, Luces de la ciudad, etc…) deberían ser obligatorias en los centros escolares.

Cartel de la película Rollerball

 Los atletas de antes, los que describiera Cervantes, eran otra cosa. Iban a su bola y competían por deporte, es decir, por recreo, ocio o pasatiempo. Jugaban una negra, remaban en barcas por la bandera o participaban alegremente en las fiestas. Algo así como los actuales muchachos que saltan por encima de las hogueras de San Juan. Menos mal que aún no hay una federación nacional de saltadores de hogueras que reclame de inmediato que se le considere deporte olímpico, que a estas alturas disparatadas todo podría llegar.

Saltando hogueras por San Juan
Fotografía: elcanario.net

 El Pensador ha revuelto en La Galatea, y el señor Cervantes le ha dado permiso para que pusiera en astillero esta cita:

Luego en el instante, se mostraron en la plaza un buen número de dispuestos y gallardos pastores los cuales, dando alegres muestras de juventud y destreza, dieron principio a mil graciosos juegos, ora tirando la pesada barra, ora mostrando la ligereza de sus sueltos miembros en los desusados saltos, ora descubriendo su crecida fuerza, é industriosa maña en las intrincadas luchas, ora enseñando la velocidad de sus pies en las largas carreras, procurando cada uno ser tal en todo, que el primero premio alcanzase de muchos, que los Mayorales del Pueblo tenían puestos para los mejores, que en tales ejercicios se aventajasen.

 Eran otros tiempos…

El Pensador –Pepe Zapico–


lunes, 27 de junio de 2016

EL CEREBRO DE LOS DEPORTISTAS

Escena de los cerebros de El jovencito Frankenstein

Ahora que se acerca la fecha de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro -los primeros de la historia que se celebran en Sudamérica-, no dejan de aparecer referencias al evento en prensa y revistas, incluso en magazines de moda como el SModa de junio donde, dentro del reportaje Mucho que ganar (con texto de Juan Pelegrín y fotos de Sofía Moro), aparece un breve artículo del psiquiatra Luis Rojas Marcos sobre el cerebro de los deportistas. Como en el mismo se hace referencia a la psicología deportiva, asignatura que imparto en los cursos de monitores de atletismo que organiza la Federación Andaluza de Atletismo, he creído oportuno copiarlo aquí.
 Y es que huele a Olimpiada.

La saltadora de altura Ruth Beitia
Fotografía: Sofía Moro

CEREBRO SUBLIME PARA COMPETIR

El experto nos explica qué configura el poderoso "centro directivo" de un atleta

El cerebro de los grandes deportistas está programado para mantener en todo momento un alto nivel de autoestima y una indestructible perspectiva optimista; ambas cualidades mentales se encargan de alimentar la confianza en sí mismos, la motivación infinita para competir y la firme expectativa de triunfo.
 Otro ingrediente fundamental del pensamiento de estos atletas es que localizan el centro de control dentro de sí mismos -piensan que el triunfo está en sus manos, depende principalmente de sus buenas condiciones física y mentales- y no fuera de ellos, como en el destino o en la suerte. "¡Que sea lo que Dios quiera!" es una afirmación incompatible con el cerebro del deportista.
 En efecto, las neuronas de sus lóbulos frontales configuran un poderoso "departamento ejecutivo". Este centro directivo es responsable de sustentar la autodisciplina, tomar decisiones estratégicas, dirigir la acción durante las competiciones y triunfar, independientemente de los obstáculos que surjan en el camino.
 Otra cualidad mental muy importante en los deportistas es hablarse a sí mismos en voz alta. Aunque en nuestra cultura hablar a solas está mal visto o, incluso, se considera síntoma de locura, la verdad es que conversar con uno mismo es muy sano y casi todos lo hacemos. Entre los atletas está ampliamente demostrado que hablarse a uno mismo, para darse ánimos y motivarse, es una estrategia muy efectiva que vigoriza la voluntad y fortifica la resistencia física y mental. Estos efectos tonificantes se deben a que las palabras estimulantes que se dicen a sí mismos minimizan la percepción del esfuerzo que realizan y alivian la sensación de agotamiento. Además, los soliloquios sirven para darse instrucciones sobre qué medidas tomar en momentos difíciles o inesperados de la competición.
 En realidad, estas cualidades cerebrales no son únicas de los grandes deportistas: todos las poseemos en mayor o menor grado. La diferencia es que en ellos son sublimes.

Luis Rojas Marcos es profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York.

El marchador Jesús Ángel García Bragado
Fotografía: Sofía Moro