Escena de los cerebros de El jovencito Frankenstein |
Ahora que se acerca la fecha de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro -los primeros de la historia que se celebran en Sudamérica-, no dejan de aparecer referencias al evento en prensa y revistas, incluso en magazines de moda como el SModa de junio donde, dentro del reportaje Mucho que ganar (con texto de Juan Pelegrín y fotos de Sofía Moro), aparece un breve artículo del psiquiatra Luis Rojas Marcos sobre el cerebro de los deportistas. Como en el mismo se hace referencia a la psicología deportiva, asignatura que imparto en los cursos de monitores de atletismo que organiza la Federación Andaluza de Atletismo, he creído oportuno copiarlo aquí.
Y es que huele a Olimpiada.
La saltadora de altura Ruth Beitia Fotografía: Sofía Moro |
CEREBRO SUBLIME PARA COMPETIR
El experto nos explica qué configura el poderoso "centro directivo" de un atleta
El cerebro de los grandes deportistas está programado para mantener en todo momento un alto nivel de autoestima y una indestructible perspectiva optimista; ambas cualidades mentales se encargan de alimentar la confianza en sí mismos, la motivación infinita para competir y la firme expectativa de triunfo.
Otro ingrediente fundamental del pensamiento de estos atletas es que localizan el centro de control dentro de sí mismos -piensan que el triunfo está en sus manos, depende principalmente de sus buenas condiciones física y mentales- y no fuera de ellos, como en el destino o en la suerte. "¡Que sea lo que Dios quiera!" es una afirmación incompatible con el cerebro del deportista.
En efecto, las neuronas de sus lóbulos frontales configuran un poderoso "departamento ejecutivo". Este centro directivo es responsable de sustentar la autodisciplina, tomar decisiones estratégicas, dirigir la acción durante las competiciones y triunfar, independientemente de los obstáculos que surjan en el camino.
Otra cualidad mental muy importante en los deportistas es hablarse a sí mismos en voz alta. Aunque en nuestra cultura hablar a solas está mal visto o, incluso, se considera síntoma de locura, la verdad es que conversar con uno mismo es muy sano y casi todos lo hacemos. Entre los atletas está ampliamente demostrado que hablarse a uno mismo, para darse ánimos y motivarse, es una estrategia muy efectiva que vigoriza la voluntad y fortifica la resistencia física y mental. Estos efectos tonificantes se deben a que las palabras estimulantes que se dicen a sí mismos minimizan la percepción del esfuerzo que realizan y alivian la sensación de agotamiento. Además, los soliloquios sirven para darse instrucciones sobre qué medidas tomar en momentos difíciles o inesperados de la competición.
En realidad, estas cualidades cerebrales no son únicas de los grandes deportistas: todos las poseemos en mayor o menor grado. La diferencia es que en ellos son sublimes.
Luis Rojas Marcos es profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York.
El marchador Jesús Ángel García Bragado Fotografía: Sofía Moro |
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