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martes, 8 de julio de 2025

LA SAUNA FINLANDESA DE PIRO MILKANI


Increíble, pero cierto de Piro Milkani (La Tortuga Búlgara Ediciones)
Fotografía: Enrique Sánchez

La sauna finlandesa
Checoslovaquia, Estado independiente desde 1918, logró históricamente una espléndida reputación mundial en el terreno deportivo. El atletismo, el hockey, el fútbol y los deportes de invierno la situaron, a nivel internacional, en el grupo de los países punteros, y ello a pesar de no haber superado nunca los quince millones de habitantes. Para los jóvenes checoslovacos de posguerra, la pareja formada por Emil Zátopek y Dana Zátopková se convirtieron en símbolo de inspiración. Zátopek con cuatro plusmarcas olímpicas y Zátopková récord mundial de lanzamiento de jabalina. Nacieron casualmente el mismo día, un 23 de noviembre de 1922. Era una pareja de atletas que, en términos de popularidad, superaban a cualquiera de las figuras políticas, académicas o artísticas de su tiempo. Zátopek, el símbolo de la juventud checoslovaca, fue aún más querido cuando en 1968 denunció públicamente la invasión rusa y, como resultado, fue privado de cualquier función y actividad deportiva y terminó de modesto trabajador en una empresa de pozos de agua, y ello hasta 1990, cuando estalló la Revolución de Terciopelo. Tras el disidente Václav Havel, era el segundo en popularidad, posición que conservó hasta el día de su muerte en el año 2000.
Emil Zátopek y Dana Zátopková hacia 1955
Fotografía: e-Sbírky, Národní Muzeum 
 ¿Y por qué sucedía algo así? Porque tanto en la Primera República de 1918 a 1938, como en la Segunda, de 1945 a 1990, el movimiento deportivo era absolutamente masivo. Su punto culminante fueron los Juegos gimnásticos Sokol (halcón) de la Primera República y la Espartaquiada Nacional de la Segunda, en la que participaron más de medio millón de deportistas.
 Cabía ser estudiante de arte, medicina o ciencias exactas, pero los programas deportivos, en los ciclos medio o superior, eran completos e iguales. El voleibol, la natación, el esquí en las montañas nevadas eran programas de cada facultad.
 Tras haber participado en las disciplinas deportivas que se podían practicar en las instalaciones de la ciudad, en el verano de 1958 y en el marco del programa deportivo, a los alumnos de la Academia de las Artes, juntos con los de la facultad de Agricultura, nos iban a desplazar a Trebon, ciudad medieval del sur de Chequia, en la que también estaban las mejores instalaciones deportivas para preparar las competiciones internacionales.
 Practicaríamos allí las disciplinas deportivas que no era posible ejercitar en Praga. Bádminton, béisbol, tenis, remo y natación en lagos eran parte del programa de quince días. Condiciones ideales. Villas en el interior del bosque y, un poco más allá, un lago.
 El profesor de educación física, un hombre de mediana edad, macizo y encantador, en las horas de descanso nos enseñó muchas cosas, si bien no nos hablara de deporte.
 A mitad del periodo de entrenamiento deportivo nos indicó que fuéramos bien de mañana al bosque a recoger troncos. ¿El motivo?
 –Esta tarde probaremos una verdadera sauna finlandesa.
 Al borde del lago había una barraca de madera. En su interior, en medio del habitáculo, grandes bloques de piedra. Colocamos allí los troncos y les prendimos fuego uno tras otro. Por la tarde, las piedras estaban recalentadas. Cuando comenzó a oscurecer, el profesor nos invitó a la barraca. Solo los chicos. El primero en desnudarse fue el profesor. Y tras él, todos nosotros. Nos indicó que podíamos sentarnos en los escalones de madera. ¡Pero cuidado! Cuanto más arriba nos sentáramos, más tórrido nos llegaría el vapor. Vació sobre la piedra el primero de los bidones de agua y en un instante se evaporó. Después el segundo y el tercero. Entre las nubes de vapor apenas nos distinguíamos unos a otros. Y a través del vapor oíamos al profesor decirnos que la sauna era el deporte más popular de Finlandia, pero no solo, también de Suecia y Noruega. Y que era su deporte favorito sobre todo en invierno. Y que una vez los cuerpos se caldeaban al máximo y sudaban por cada uno de los poros, salían de la barraca y se tendían en la nieve.
 Media hora después estábamos bañados en sudor. En determinado momento, el profesor nos ordenó que saliéramos de allí y que, a través del puente que unía la barraca con el lago, corriéramos a zambullirnos en el agua. Claro que, estrictamente, dicho puente no existía. Sobre unos postes hincados en el blando terreno, había dos listones de madera rodeados de juncos, a ambos lados, de más de tres metros de altura. Corrimos en fila y después, plaf, plaf, nos tiramos al lago. Alegría sin igual.
 Y ocurrió el milagro. Al regresar a las villas, no sentíamos el menor peso corporal. Nos sentíamos tan ligeros como si camináramos por la luna. Después de una ducha caliente y de vestirme con un chándal azul, dispuesto a encaminarme al comedor, oigo a Vašek decirme que me busca Šofr. Salí de mi villa y fui a la de al lado. Lo llamé, pero no había nadie. Lo llamé por segunda vez, nada. Pero poco después oí algo así como un susurro:
 –¡Pirooo! ¡Pirooo!
 El susurro venía de otro lado. De los altos juncos a orillas del lago. Me fui acercando y encontré a Šofr escondido detrás.
 –¿Qué haces aquí?
 –Han ido las chicas a la sauna. Dentro de un momento saldrán. Cúbrete las manos con las mangas del chándal y sígueme bajo el puente.
 –¿Estás en tus cabales? ¡Qué vergüenza!
 –¿Por qué vergüenza? Somos cineastas. Quizás un día debamos rodar una escena parecida en alguna película. ¿Para qué rompernos la cabeza en cómo hacerla cuando podemos observar en vivo cómo se desarrolla?
 Me convenció. Al final yo acabaría siendo cineasta. Nos arrastramos bajo los listones, que estaban separados de cinco a diez centímetros entre sí, y nos tumbamos boca arriba. Desde la barraca nos llegaban los cuchicheos de las muchachas. Sin tardar mucho, la puerta se abrió. Y como nosotros, media hora antes, corrían en fila las futuras cineastas y agrónomas. Y pudimos verlas pasar a través de la abertura. Algo oscuro se distinguía borrosamente entre sus piernas. Después nos levantamos para observar las siluetas de sus cabezas en el lago y para escuchar los gritos de alegría que les proporcionaba el agua.
 En tercer curso de la especialidad de cámara éramos seis estudiantes. Cinco checos y yo. Jaromír Šofr era, sin la menor duda, el más polémico y destacado de los seis. En cualquier práctica, su forma de iluminar y componer el encuadre era siempre diferente a la nuestra, la tradicional.
 Tras finalizar los estudios, lo poco que podía saber de mis compañeros me llegaba a través de la revista Film a doba, que recibía regularmente la biblioteca de los Estudios Cinematográficos. Y hete aquí que, inesperadamente, en 1967, la película Trenes rigurosamente vigilados (Ostre sledované vlaky), con guion de Bohumil Hrabal, dirección de Jiri Menzel y fotografía de Jaromír Šofr, ganó en Hollywood el oscar a la mejor película extranjera. Menzel tenía veintiocho años y Šofr veintisiete.
Cartel película Trenes rigurosamente vigilados
 En los años noventa y después, cada vez que tenía la oportunidad de regresar a la ciudad donde había estudiado, veía una y otra vez las películas de Menzel y Šofr, quienes, desde 1967, no interrumpieron nunca su colaboración, comenzada en la facultad. Mas en ninguna de sus películas vi nunca un episodio relacionado con la sauna finlandesa y la acechanza bajo el puente de las muchachas desnudas. Escenas eróticas todas las que quieras, pero sin incluir la sauna.
 Cuando hice de actor en la película Lamerica, de Gianni Amelio, concluida la jornada, casi siempre cenaba con el productor ejecutivo Enzo Porcelli. Sea por nuestra edad similar, o por el placer que sentíamos al referirnos nuestras respectivas «aventuras» estudiantiles, las mías de Praga, las suyas de Roma, el caso es que nos sentimos muy próximos. Fue él quien me animó a plasmarlas en papel con vistas a un futuro guion cinematográfico. Puesto que me llevaría demasiado tiempo narrar cómo llegué al guion y al rodaje de la película La tristeza de la señora Schneider (Smutek paní Šnajderové/Trishtimi i zonjës Shanjder), paso sin más dilación al momento de la conversación con la señora Jany Tomsové sobre la coproducción de la misma. Le gustó el guion ya en la primera lectura, de modo que me recomendó la colaboración con un guionista checo para que quizá ganara con ello la película. Sin la menor vacilación acepté. Unos días después se presentó en la oficina de Tomsové un joven, mi coguionista. Se llamaba Radek Šofr. Radek era el hijo de mi compañero Jaromír. ¡Oh, ancho mundo, qué pequeño eres a veces...! Le entregué el guion y le advertí:
 –Ten cuidado con el episodio de la sauna finlandesa, porque quien alienta a Lekë Seriani a acechar a las muchachas desnudas, no es otro que tu propio padre Jaromír.
 Y así fue. Tras cuarenta y siete años, recreé lo que nos sucedió a Šofr y a mí en Trebon. Šofr había tenido razón. No tenía por qué fantasear, bastaba con hacer lo que ya había hecho cuando aún no había cumplido los veintiún años.
 El estreno de la película en Praga fue en el cine Lucerna con seiscientos espectadores, entre ellos, cómo no, el mismísimo Jaromír Šofr. Vino a ver el trabajo de su hijo y de su compañero de clase.
 Ignoro si le gustó la película, pero al abrazarme me dijo:
 –¡Te felicito, compañero! Resultaste ser el más capaz de los seis de la especialidad de cámara.
 –¡Mira quién habla! ¡El compañero que ha ganado un oscar! ¡Qué ironía!
 –¡Oscar, sí, pero como camarógrafo, mientras que tú has llegado a director!
 –Es decir, el único traidor al oficio inicial.
 –No eres el único. Lo han hecho muchos otros.
 Pero si la acechanza valió la pena en Trebon, también le ha aportado poesía a la película.
Cartel película La tristeza de la señora Schneider 

 Este texto pertenece a Increíble, pero cierto, del cineasta albanés Piro Milkani, libro en el que, con aparente sencillez, recoge recuerdos, anécdotas y apuntes de toda una vida.

Escribí este libro de memorias con el anhelo de legar determinados recuerdos que podrían haber sido llevados al cine, pero, sobremanera, para mostrar que la vida de cualquier ser humano es mucho más hermosa cuando está plagada de sueños, retos, deseos, coraje y amor.
Piro Milkani

 Pueden leer mi reseña de Increíble, pero cierto clicando sobre el siguiente enlace:

https://cartadesdeeltoubkal.blogspot.com/2025/07/increible-pero-cierto.html

 Y a todos los alumnos del I.E.S. Isaac Albéniz de Málaga –sobre todo a los que estudian la asignatura de Cine–, decirles que esperamos tener este libro en la biblioteca del instituto el próximo curso.

Taller de cine del I.E.S. Isaac Albéniz de Málaga
Fotografía: Enrique Sánchez

jueves, 12 de junio de 2025

LOS 10 BENEFICIOS QUE PROPORCIONA LA PRÁCTICA DEL AJEDREZ

Menudas piezas, una película de Nacho G. Velilla

No cabe duda de que el ajedrez es una herramienta educativa valiosísima. Para ello, basta con ver los 10 beneficios que proporciona la práctica del ajedrez en los niños según el maestro de primaria Enrique Sánchez «Donen», que ha inspirado Menudas piezas, la comedia de G. Velilla, protagonizada por Alexandra Jiménez.

1. Aumenta el rendimiento escolar.

Aprender a jugarlo a edades tempranas potencia áreas cognitivas que serán claves en el futuro desarrollo intelectual de los niños.

2. Estimula la capacidad de análisis y síntesis.

Obliga a centrarse en una única tarea, a analizar varias posibilidades y a desarrollar un pensamiento crítico (y autocrítico): obliga a buscar la mejor opción en cada ocasión.

3. Entrena la memoria.

Es un gran estimulador de la memoria visual, espacial y asociativa al recordar movimientos o estrategias utilizadas con anterioridad.

4. Incentiva la creatividad.

En una partida de ajedrez, ambos hemisferios del cerebro trabajan por igual. El izquierdo (análisis intelectual, razonamiento lógico, abstracción...) se activa tanto como el derecho, sede de la creatividad, capacidad necesaria para evaluar movimientos propios y del rival.

5. Ayuda a entender las consecuencias de los actos.

El ajedrez ayuda a aceptar las reglas y a asumir las consecuencias de tus propios actos, ya que es un juego en el que no interviene el azar. Aquí no hay postes ni árbitros a quienes culpar de tus propios errores.

6. Ayuda a expresarse de forma razonada.

Detrás de cada jugada hay una intención, y el jugador sabe por qué elige esa y no otra. Ayuda, por tanto, a conocer, y a explicar, las causas de sus propios actos y decisiones.

7. Una herramienta de socialización.

Es, ante todo, un juego. Por lo tanto, entretiene y permite socializar con personas de cualquier origen y condición (es gratis, no hace falta hablar y se puede jugar a distancia).

8. Desarrolla la autoestima.

El jugador se siente mejor con la práctica, valora sus progresos y siempre debe decidir por sí mismo ante el rival, lo que ayuda a desarrollar la autoestima, la tenacidad, la resiliencia y la capacidad de sacrificio.

9. Reduce la impulsividad.

Todas las jugadas van precedidas de un periodo de reflexión. Los jugadores se acostumbran a pensar antes de decidir cada movimiento.

10. Es terapéutico.

Los niños y adolescentes que practican regularmente ajedrez mejoran en los síntomas del TDAH: hiperactividad, impulsividad y dificultades de atención.

 En el instituto, dentro del programa Recreos Activos, hemos realizado este curso un torneo de ajedrez, del cual os dejo aquí algunas fotografías y vídeos. El campeón fue el profesor de Tecnología Francisco Javier Guijarro, en dura pugna con el alumno de 2º A, Iván Martín Bravo.

Segundas rondas del torneo de ajedrez del IES Isaac Albéniz
Recreos Activos, Málaga 2025. Fotografía: Alfonso Urbano


Primeras rondas entre Hugo y Elora
Fotografías: Pedro Delgado


Duelo de profes y de Javis
Fotografía: Pedro Delgado


Final del torneo de ajedrez del IES Isaac Albéniz, entre Guijarro y Martín
Fotografía: Pedro Delgado

Continuación de la final del torneo de ajedrez del IES Isaac Albéniz
Fotografía: Pedro Delgado

Iván Martín y Francisco Javier Guijarro en la final del torneo
Recreos Activos del IES Isaac Albéniz de Málaga, 2025
Fotografía: Pedro Delgado

Javier e Iván, campeón y subcampeón del torneo
Recreos Activos (IES Isaac Albéniz, Málaga 2025)
Fotografía: Alfonso Urbano

 Menos móvil y más ajedrez.

 ¿Echamos una partida?

Nota: Los vídeos están realizados por Alfonso Urbano, profesor del DACE del instituto Isaac Albéniz de Málaga.

jueves, 21 de abril de 2022

EL MARATONIANO QUE ATRACABA BANCOS


El Ladrón, una película de Benjamin Heisenberg

Tras Vivir sin parar, de Kilian Riedhof, le llegó el turno a El Ladrón (Der Räuber), de Benjamin Heisenberg, un inquietante thriller sobre un maratoniano atracador de bancos que ganó los premios a la mejor dirección y al mejor actor en la Viennale de 2010.

Escena de la película El Ladrón, con Andreas Lust en el papel del protagonista

 La película, una coproducción austro-alemana, está basada en la novela del escritor austriaco Martin Prinz. Un texto de 136 páginas que cuenta la historia real del atleta Johann Kastenberger, primer corredor austriaco en la 25 edición de la maratón de Viena en 1985, que a finales de los ochenta se hizo famoso por atracar numerosos bancos cubriéndose el rostro con una máscara de Ronald Reagan, motivo por el que la prensa lo apodó «Pumpgun-Ronnie».

Johann Kastenberger enmascarado (imagen real de las cámaras de seguridad)

 Detenido tras un asesinato, su fuga a la carrera de la comisaría y su posterior persecución tuvo una amplia cobertura en la televisión y la prensa de la época. Durante cuatro días, Johann Kastenberger logró eludir a la policía, a veces en auto pero la mayor parte del tiempo a pie, corriendo campo a través.

Noticia del periódico sobre la fuga de Johann por una ventana  de la comisaría

 Martin Prinz, que también fue corredor, lo conoció en persona y fascinado por su andanzas decidió darle todo el protagonismo en su primera novela. En el texto, las escenas de acción se mezclan con divagaciones acerca de las carreras de larga distancia, la embriaguez de la velocidad y los picos de adrenalina cuando subimos las pulsaciones del corazón.

Der Räuber (El ladrón), de Martin Prinz

 El libro ya ha sido traducido hasta al griego, así que a ver si alguna editorial patria se anima a publicarlo por estos lares. Me apunto el primero para leerlo.

 En la película, el ladrón se llama Rettenberber, y no usa una máscara de Ronald Reegan, sino una más parecida a las películas de terror americanas.

Escena de El Ladrón (The Robber (Der Raüber))

 El director, Benjamin Heisenberg, no disculpa al ladrón, ni analiza el motivo que lo mueve a actuar de esa manera. Tampoco hace una cronología de su vida.

 La cinta empieza con el protagonista, interpretado por el actor Andreas Lust, entrenando en el patio de la cárcel, donde da vueltas a un pequeño perímetro delimitado por muros y cercas metálicas. Después continua con el preso corriendo en su celda sobre una cinta. Tras seis años encerrado, Rettenberger va a salir en libertad.

–La gran pregunta: ¿Qué planes tiene? ¿Tiene algún objetivo?
–Ya veré.
–¿Se alegra de salir en libertad?
–Por supuesto.
–Eso es bueno. No todos se alegran. A mucha gente le asusta.
–¿Que tiene pensado?
–No correr más en círculos.

 Rettenberger, que tiene un trastorno de personalidad antisocial, sigue entrenando fuera, corre maratones y establece un récord en una prueba de montaña, la Kalnacher Bergmarathon, con un tiempo de 3:16:07. Incluso gana premios en metálico.

Escena de la película El Ladrón (The Robber (Der Räuber))

Escena de la película El Ladrón (The Robber (Der Räuber))

 Pero no le basta con la adrenalina de la competición. Necesita más, es un yonqui de esa aceleración del corazón que da atracar un banco, ese Everest de pulsaciones en apenas unos minutos. Por eso sigue robando, a veces dos o tres bancos en el mismo día, cuando ya tiene un buen botín.

Escena de El Ladrón (The Robber (Der Räuber))

Escena de El Ladrón (The Robber (Der Räuber))

 Lo que pronto nos quedará claro, cuando lo veamos blandir un trofeo, es que, además de ser un deportista, Rettenberger es un psicópata.

Andreas Lust en el papel del protagonista en El Ladrón (Der Raüber)

 Tras ese momento comenzará la cacería. Un zorro que huye de los perros en los bosques austriacos.

 Como leí en un simpático comentario de Filmin: «Ideal si buscas un poco de motivación antes de una maratón o un atraco».

Nota: El final de la película, y algún detalle más, no se corresponde del todo con la realidad. Pueden leer los hechos exactos en el siguiente enlace:

https://www.derraeuber.com/filminhalt/hintergrundinfo.html


jueves, 31 de marzo de 2022

VIVIR SIN PARAR (DE CORRER)


Cartel de la película Vivir sin parar, dirigida por Kilian Riedhof

Ayer hacía una de esas tardes desapacibles en las que lo único que apetece es sentarte en el sofá a ver una buena película con una mantita sobre las piernas y una taza humeante entre las manos.

 Busqué en el catálogo de Filmin un título que llevaba años queriendo ver y que me parece mentira que todavía no haya llegado a España en Blu-ray. ¡Y bingo! Allí estaba. Se trataba de Vivir sin parar, del director alemán Kilian Riedhof, que bien podría llevar de subtítulo: «Porque si te detienes, pierdes», una frase que entronca con aquello que decía en la entrada anterior (Juventud sin límites), eso de que uno no deja de correr porque se hace viejo, sino que uno se hace viejo porque deja de correr.

La vida entera es una maratón. Los primeros pasos te resultan sencillos, piensas que nada te puede parar, pero después llegan los dolores, tus fueras disminuyen metro a metro, crees que ya no puedes más, pero sigues adelante, siempre adelante, hasta acabar extenuado. Y al final está la victoria. Sin duda, la victoria.

 El protagonista de este emotivo drama, con tintes de comedia, sobre la superación y la vejez, es el maratoniano Paul Averhoff, interpretado en la pantalla por el actor Dieter Hallervorden, que obtuvo por su papel el galardón al mejor actor protagonista en los German Film Awards en 2014.

Cartel alemán de Vivir sin parar (Sein Letztes Rennen)

 Paul Averhoff es un personaje de ficción, y me resulta increíble la de páginas que hay en internet que dan por cierta la historia. Por mucho que en la película se diga que es una autentica leyenda del atletismo en Alemania, y que venció en las maratones de Londres, Boston y Berlín y en los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956 (también que participó en Helsinki 1952), basta mirar en las hemerotecas para comprobar que esos datos forman parte de la historia que han creado el director y su coguionista Marc Blöbaum. En Australia venció el francés Alain Mimoun, segundo fue el yugoslavo Franjo Mihalić y tercero el finlandés Veikko Karvonen. En esa carrera, el primer alemán fue Lothar Beckert, de la República Democrática Alemana, que entró en el puesto 19 con una marca de 2h42'10", y el segundo, Kurt Hartung, de la Alemania Federal, en el puesto 28 con 2h52'05".

 Al margen de que Alain Mimoun se habrá removido en su tumba, nada de esto le resta valor a la película, cuya fuente de inspiración nos la explica el propio director en la entrevista que acompaña las notas de producción de Karma Films:

P: ¿Cómo surgió la idea para Vivir sin parar?
R: Hace muchos años leí en la prensa una noticia sobre un hombre mayor con carácter depresivo. A este hombre su mujer le puso las pilas diciéndole: ¡o corres o te abandono! Y el hombre corrió realmente una maratón. Es verdad que durante el proceso de desarrollo del guión hemos cambiado la historia mucho y le hemos dado otro empaque, pero la cuestión fundamental, que surgía desde el inicio, se ha mantenido. ¿Cómo manejo el hecho de que las cosas pasan y llego al final? ¿Me abandono y capitulo o lucho por mí y por mi dignidad? Para mí se trata de un tema muy sentimental. No sólo desde el momento en el que uno envejece, sino mucho antes, en muchas situaciones de la vida.

Fotograma donde se ve a la actriz Tatja Seibt en el papel de Margot Averhoff
Vivir sin parar, de Kilian Riedhof

 La verdad es que el personaje de Paul es totalmente creíble en la película, y más después de leer la sinopsis:

«Paul Averhoff es un corredor de clase mundial, ex campeón olímpico en Melbourne en 1956. Ahora vive en un hogar de ancianos en Berlín, junto a su esposa Margot. Para escapar de su deprimente rutina, se propone una meta: entrenar para participar en la maratón de Berlín. A pesar de algunos recelos, su esposa es de nuevo –como siempre– su entrenadora. Le esperan muchos contratiempos para llegar a recorrer los 42,195 kilómetros de distancia que le separan de la meta».

 La foto antigua de Paul corriendo, que conserva firmada uno de los ancianos de la residencia, acrecienta esa realidad; sin embargo, el germen de la duda me lo crearon las imágenes del principio, cuando una voz en off nos habla de los Juegos de Helsinki mientras se mezclan escenas en blanco y negro de una maratón con otras de uno de los duelos del británico Roger Bannister con el australiano John Landy en la milla.

 Las imágenes que sí se corresponden con la realidad son las de la maratón de Berlín, rodadas in situ en 2012, con el actor corriendo en distintos tramos de la prueba.

P: ¿Ha corrido alguna vez una maratón?
R (de Dieter Hallervorden): No. Pero he jugado mucho al tenis y practico vela y surf. Además, mi hijo tiene ahora 14 años, así que siempre tengo acción en casa. Fue mi mejor entrenador en los últimos años. ¡Nada de poner las piernas en alto y ver la tele!
P: Pero al menos ha corrido parte de la maratón de Berlín durante el rodaje de Vivir sin parar. ¿Qué sensación tuvo? ¿Cómo lo vivió?
R: Lo más difícil fue evitar que los otros corredores me reconocieran como Dieter Hallervorden. Incluso mas difícil todavía fue hacer que los espectadores que se encontraban en la orilla del recorrido no saludaran a la cámara. Y después de todo eso, también era importante mantener la velocidad y el buen humor. Ha habido días de rodaje más sencillos.
P: ¿Qué le ha aportado su trabajo en Vivir sin parar?
R: [...] Cumpliré 78 años cuando se estrene la película en septiembre y ya he sacado provecho de Vivir sin parar ya que he mantenido bastantes partes de mi programa de entrenamiento. Sigo corriendo todos los días. Muchos no empiezan a apreciar su salud hasta que ya casi la han perdido. Pero uno debería alegrarse cada día por poder moverse libremente.
Notas de producción de Karma Films

Dieter Hallervorden en el papel de Paul Averhoff en Vivir sin parar

 Sobre la grabación en Berlín, el productor Boris Schönfelder cuentan lo siguiente:

«La maratón se realizó en un día soleado a finales de septiembre de 2012. Para que el equipo de rodaje se pudiera mezclar entre los aproximadamente 40.000 corredores, con el fin de filmar a Dieter Hallervorden, alias Paul Averhoff, "en acción", se realizaron previamente acuerdos con los organizadores del evento de este tipo más grande en Alemania. Tanto la producción como la dirección fijaron tres tramos del recorrido en los que se filmaría a Dieter Hallervorden en el pelotón de los corredores. Después de iniciar la carrera con el disparo de salida, el primer tramo fue el puente Kottbusser en el distrito de Kreuzberg. Aquí, Dieter Hallervorden, se encontraba todavía entre miles de corredores y la cámara, Judith Kaufmann, sólo le reconocía a través de un acompañante que corría con él y que mantenía contacto con el equipo a través de radiocomunicación. Dicho acompañante corría con una bandera al lado de Dieter Hallervorden y sólo se retiraba del campo de visión cuando se realizaban las tomas. En los puentes de York el pelotón ya era más pequeño, por lo que se pudo trabajar aquí con comparsas y con una cámara en un coche. También se rodó en la calle Leipziger, cerca de la Plaza Potsdam, así como desde una segunda unidad, que grababa durante toda la carrera en la orilla las reacciones de los espectadores, a otros corredores o bandas musicales que animaban el ambiente y a los corredores con su música.
A pesar de lo complejo de la logística, el rodaje funcionó sin problemas y Dieter Hallervorden superó su "debut en una maratón por trozos" con maestría. El único obstáculo era el tiempo, porque la producción sólo disponía de cinco horas para todo el rodaje. Porque entonces ya había pasado el último corredor la meta y se limpiaban las calles y se abrían al tráfico. Es decir, se trataba realmente de una carrera contra el tiempo. Los cineastas pudieron entender ese día cómo se debió sentir Paul Averhoff durante su última carrera».
El actor Dieter Hallervorden corriendo en la maratón de Berlín 2012
Vivir sin parar, de Kilian Riedhof 
«[la carrera de maratón] finaliza en un estadio olímpico totalmente lleno de espectadores y en el que entran casi 80.000 personas. Para la película "hemos realizado algunos trucos", cuenta Boris Schönfelder. Sólo hemos cubierto pequeñas tomas con espectadores, el resto se rellenó virtualmente o se combinó con material ya existente. En agosto de 2012 pudimos rodar durante la competición de atletismo ISTAF. El estadio estaba a rebosar y hemos integrado esas tomas. Al final ha encajado todo perfectamente».
 Paul y su esposa Margot solían decir que eran como el viento y el mar, de ahí que suene La mer, de Charles Trenet, durante los créditos de la película. Con ella cierro esta reseña.


 Nota: Esta entrada está dedicada a mi tío José Fernández Quintana, que a sus 75 años sigue dando zancadas.

José Fernández Quintana, mi tío Pepe 
Esa señora tiene un extraño sentido del humor. ¿Cómo va a prohibirme correr? Eso es imposible. No se le puede prohibir nadar a un pez, ¿no?

  Si os gustó esta reseña os animo a haceros seguidores del blog y a curiosear entre los archivos del mismo, 250 entradas que dan para muchas horas de lectura.

viernes, 9 de julio de 2021

¿DE VERDAD SE VAN A CELEBRAR LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE TOKIO ESTE VERANO?


Fotograma de El misterio Koumiko, película documental de Chris Marker

La otra tarde vi con mi hijo Pedro la película documental El misterio Koumiko, de Chris Marker, y en su metraje di con la clave de por qué no posponen de nuevo los Juegos Olímpicos de Tokio. Es algo intrínseco al carácter japonés.

 Chris Marker viajó a Japón para documentar los Juegos del 64, los del segundo oro de Abebe Bikila en maratón, y el doblete en 800 metros y 1.500 metros del neozelandés Peter Snell.

Abebe Bikila (Tokyo 1964)
Fotografía: Bettmann / Corbis

Peter Snell, campeón olímpico de 800 metros en Tokio 1964
Fotografía: Time-to-Run

Peter Snell, campeón olímpico de 1.500 metros en Tokio 64
Fotografía: nzherald.com.nz


Vídeos The NZ Team

 Durante su estancia, Chris Marker conoció por azar a la bella y exótica Koumiko Muraoka. Fascinado por ella, decidió que protagonizase una película; una que lleva su nombre: Le Mystère Koumiko.

El misterio Koumiko, película documental de Chris Marker

 En el film, Marker la sigue con su cámara mientras conversan sobre distintos aspectos de la vida y la cultura nipona, intercalando escenas de las competiciones deportivas y de la capital.

 La cinta también recoge las respuestas de Koumiko a un cuestionario que Chris Marker le entregó antes de volver a Francia, "como quien lanza una moneda a una fuente". La voz de Koumiko, grabada en una cinta, le cuenta (nos cuenta) sus pensamientos íntimos sobre la identidad, la belleza y el tiempo.

 Pero volvamos a los Juegos de ahora. A falta de 14 días para su inicio, Tokio sigue en estado de emergencia por la COVID-19, y el país se encuentra cerrado a los turistas extranjeros. El ritmo de vacunación es extremadamente lento, y el tanto por ciento de población que tiene las dos dosis de la vacuna resulta irrisorio. Una parte importante de la población rechaza la realización de los Juegos, algo que también reclama el sindicato de médicos del país tras combatir una cuarta ola.

 Por otra parte, aunque las autoridades japonesas habían decidido en un principio permitir que hubiera hasta 10.000 espectadores en las gradas (o un 50% del aforo), reservándose la opción de celebrar competiciones a puerta cerrada en caso de repunte de contagios, los organizadores anunciaron ayer que, definitivamente, no habrá público en las gradas. La verdad es que no me imagino unas olimpiadas sin espectadores, con atletas corriendo en estadios vacíos. Sea con espectadores o sin ellos, el número de atletas que integran las distintas delegaciones olímpicas y las personas que se moverán en torno a ellas es enorme. ¿De verdad van a celebrarse los Juegos este verano? Creo que el COI y el Gobierno japonés deberían haberlo repensado.

 Soy de la opinión de que los Juegos debieron de cancelarse en 2020, como ya ocurrió en 1916, 1940 y 1944 con motivo de la I y la II Guerra Mundial. La cita se podría haber celebrado después de los Juegos de París 2024. Ya sé que Los Ángeles es sede oficial para 2028, pero no creo que a los estadounidenses les hubiese molestado retrasar cuatro años el evento. Lo mire por donde lo mire, no veo lugar a una Olimpiada en estos tiempos de pandemia. Otra opción sería una nueva suspensión: si de Tokio 2020 se pasó a Tokio 2021, por qué no pasar a Tokio 2022.

 Vuelvo a El misterio Koumiko. Además de dirigirlo, Chris Marker se encargó del guión, el montaje y la fotografía. El tono y la delicadeza de ésta última me ha recordado el trabajo que hizo sobre la capital nipona mi amiga Nathalie Raffet en 2016. Imágenes que aquí les muestro, ya que no podrán viajar allá en los próximos días. Ella, que viajó por todo Japón, dice que Tokio es un buen compendio del país.

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

Tokio 2016. Fotografía: ©Nathalie Raffet

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