El Tour de Francia y El Gran Libro de las Bicicletas (Blackie Books) Fotografía: Lucía Rodríguez |
Bajo el prisma de que las bicicletas son, como los amores juveniles, para el verano, tenemos las sobremesas ocupadas con la ronda gala. Las primeras jornadas, celebradas en el País Vasco, han sido el cebo perfecto para que miles de españoles salgan de sus casas al caer la tarde con sus bicicletas, sus cascos y sus maillots y culottes de colores. Rodar como sus ídolos, en solitario o con amigos, en su peso o con algunos kilos de más, en plena forma o con las rodillas machacadas. Y si el Giro precedió al Tour, a este le seguirá la Vuelta, de forma que siempre habrá aficionados al ciclismo que llenen las calles y carreteras de nuestros pueblos y ciudades.
Pero el ciclismo, además de poder practicarse y verse por la tele, también se puede leer. Yo vengo pedaleando en el sofá desde que empezó el año, y lo hago con El Gran Libro de las Bicicletas (Blackie Books, 2022), una golosina para los aficionados al ciclismo, los cicloturistas y todos aquellos que, como yo, van al trabajo en bicicleta.
El gran libro de las bicicletas (Blackie Books, 2022) Fotografía: Pedro Delgado |
Lucía Barahona Lorenzo ha reunido con mimo (a veces también traducido) los mejores relatos, ensayos y diarios de la literatura ciclista universal, y ha confiado en Conxita Herrero para que se los ilustre, convirtiendo el volumen en un objeto bello que luce en las librerías y que nos grita eso de «Llévame a casa». Una de esas portadas que alegra la vista puesta de cara en la estantería de nuestras bibliotecas, con ese celeste cielo tan propio de estas fechas.
Esta antología contiene sesenta y un relatos en los que las bicicletas tienen un papel destacado, y aunque se pueden leer al azar, Lucía nos los ha ordenado en siete apartados, rematados con citas, poemas y letras de canciones.
En Bicis campestres se nos invita a disfrutar del paisaje desde nuestros sillines, y en Un día en las carreras acompañamos a distintos enviados especiales que cubrieron para diversos medios las grandes rondas ciclistas. En Una bicicleta propia, título que hace referencia a la habitación propia de Virginia Woolf, se nos muestra hasta qué punto fue la invención de la bicicleta un hito esencial para la emancipación de las mujeres y la conquista de su libertad. Bicis fantásticas nos enseña que las dos ruedas no están reñidas con la ciencia ficción, y Bicis urbanas se mueve en el extremo opuesto al del primer apartado. Y si en Cicloviajes nos aguardan las aventuras de aquellos que decidieron hacer realidad el osado sueño de recorrer el mundo en bicicleta, en Recuerdos de bicicleta nos esperan historias de cuando esta era aún prehistoria y variaba de lo que hoy entendemos por ella, así como bicicletas propias que tuvimos que aprender a montar antes de que se convirtieran en nuestras mejores amigas y que no se nos borran de la mente aunque ya no existan en el plano físico, y otras que bregaron en conflictos bélicos o que coparon la escena en numerosas películas.
Fotograma de la película E. T., el extraterrestre |
Un tercio de esos sesenta y un relatos (aunque también abundan extractos de novelas) son inéditos, y están firmados por autores de la talla de H. G. Wells, Edith Wharton, Aldous Huxley, Dino Buzzati, Colette, Flann O'Brien, Mark Twain, Fernando Fernán Gómez, Henry Miller o Vladimir Nabokov.
No hace mucho leí, lo escribía el psicoanalista y psiquiatra David Dorenbaum, que montar en bicicleta constituye un remedio eficaz contra el estrés porque los ritmos cadenciosos de las dos ruedas favorecen el engranaje de un pensamiento creativo. Por esas mismas, puede ser que algunos de estos autores escribieran sus relatos tras un paseo ciclista, como el que yo o ustedes nos vamos a dar cuando acabe la retransmisión deportiva de hoy.
Pam, pam y pam–por Meryem El Mehdati–
Señor agente, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Me declaro culpable, no hace falta que me espose, no, por favor, tengo las muñecas delicadas, dejará marca. Me declaro culpable, no voy a negar las cosas, juro que voy a contarle toda la verdad y nada más que la verdad. En serio, se lo juro. Agente, ¿sabe usted lo que puede llegar a sentir una persona cuando pierde la paciencia? Furia, ira, rabia, mal genio terrible. A veces, agente, a veces yo miraba a Lucas desde el sofá mientras le daba el pecho a Lucía y pensaba, me decía, pero ¿cómo he terminado yo con un imbécil como este, agente? Si yo era guapísima. Si tenía un culo que partía piñones. Es verdad, por favor, no, no, las esposas no, me declaro culpable, culpable de haber perdido los papeles, culpable de no poder más, culpable de haber sentido ira, rabia, furia, mal genio terrible, de haber cogido la puta bici y haberla tirado por el balcón, pero necesito que usted me entienda. Quiero llamar a mi abogado, ¡no me toque! Quiero llamar a mi abogado, sé que tengo derecho a uno. Yo agarré la bici. Quiero una llamada, que sé que tengo derecho a llamar. Yo la tiré por el balcón, pam, fuera de mi vista. No vea usted cómo pesaba la bici de los cojones, tres mil y pico euros de bici, los agarré y los mandé a volar. No me arrepiento. No se puede usted imaginar cómo tengo yo la cabeza. El cuerpo me pide tierra. Yo miro a Lucas y me quiero morir. ¿Es eso amor? Ahora tiene arruguitas en las esquinas de los ojos, nos hemos hecho mayores. Me dan ganas de acariciar esas arruguitas con las puntas de los dedos y luego sacarle los ojos mientras se retuerce de dolor. ¿Y mi llamada? ¿Puedo llevarme el móvil? Que llega a casa y está muy cansado, dice. Y yo le doy de comer a la niña y él está muy cansado, y yo hago la colada y está muy cansado, y yo me voy a trabajar por la mañana y sigue muy cansado. ¿Yo no me canso nunca? No lo he matado con mis propias manos de milagro, señor agente, mire que yo lo amo. Lo amo y en ocasiones lo veo estirarse en el balcón mientras prepara la puta bici para irse con sus amigos y siento un golpe en el pecho, un golpe en el pecho que no termina de irse nunca. Pero lo mataría. Así que, sí, yo agarré la bici y la tiré. Tiene tiempo para la bici pero no para su familia, pues hago que la bici desaparezca, pam. Quiero que venga ya mi abogado, señor agente, que yo no soy tonta. Yo conozco mis derechos.
Y si todavía se quedan con ganas de más ciclismo, les voy a recomendar el Facebook de mi amigo Luis Muriel, donde nos muestra que siesta y Tour no son incompatibles.
Siestas con Tadej. Cuaderno de Luis Muriel del Tour de 2023 Imagen: Facebook de Luis Muriel |
Siestas con Tadej. Cuaderno de Luis Muriel del Tour de 2023 Imagen: Facebook de Luis Muriel |
Siestas con Tadej. Cuaderno de Luis Muriel del Tour de 2023 Imagen: Facebook de Luis Muriel |
Les invito a abrir su cuaderno del Tour de 2023, que lleva por título Siestas con Tadej, y a deleitarse con sus crónicas, sus ocurrencias y sus dibujos.
https://www.facebook.com/luis.muriel.925
Las crónicas del Tour de Francia de Luis Muriel Imagen: Facebook de Luis Muriel |
Las crónicas del Tour de Francia de Luis Muriel Imagen: Facebook de Luis Muriel |
Luis Muriel es arquitecto de profesión, pero como ven, está pidiendo a gritos ilustrar libros molones como los que hace Blackie Books. Ojalá ustedes y yo lo veamos.
Y ya saben, este verano lean, pedaleen y no vayan en contradirección en los carriles bici.
¡¡Oh, Pedro. Un millón de gracias!! Pedro Delgado hablando de ciclismo pero con mucha más desenvoltura que Perico. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias a ti, Luis, por ilustrar con tanto arte cada etapa. ¡Me he enamorado de ese gato! Otro abrazo.
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