El gusto del cloro, de Bastien Vivés (Diábolo Ediciones) Fotografía: Lucía Rodríguez |
La novela gráfica de Bastien Vivés (París, 1984) llegó a mis manos por la recomendación y el préstamo de mi amiga Carmen Guerra. A su vez, yo le dejé Bocetos de natación, de Leanne Shapton, pues Carmen fue nadadora en su juventud y no se ha desprendido del hábito de nadar.
El gusto del cloro (Diábolo Ediciones) también empieza con una recomendación, la que le hace su fisioterapeuta al joven protagonista, aquejado de contracturas en la espalda (mi Talón de Aquiles cuando corría). Nada mejor que la natación para relajar y fortalecer al mismo tiempo los músculos de la espalda. La insistencia de ese fisio porque vaya a nadar, terminará por romper la reticencia o la pereza del joven, del que, dado el minimalismo de Bastien Vivés, no llegaremos a saber ni el nombre.
No hace falta ser un nadador consumado para sumergirse en El gusto del cloro, aunque sin duda apreciarán mejor la historia los asiduos a las piscinas. Para mí, que anduve unos meses nadando en la cubierta de la UMA, fue como volver a ese tiempo pasado: el ticket; el vestuario con la taquilla; la ducha de antes y la de después; las calles de nado libre, a veces libres de verdad y otras con varios nadadores con los que era imposible no tropezar (esos «perdona» al chocar con alguien); y los largos de ida y vuelta (los intentos por no desfallecer al principio y los evidentes progresos con el paso de las semanas). No sé el gusto, pero el olor a cloro sí que lo he sentido.
¿Qué nos cuenta esta novela gráfica? Pues la típica historia de chico conoce a chica, pero bajo el prisma de Vivés. En ese menos es más, característico del autor francés, la narrativa se desarrolla prácticamente en un único escenario (la piscina cubierta, apenas tres o cuatro páginas en la consulta del fisio), con pocos personajes y escasos diálogos. Y aún así, o quizá por ello, uno también termina, como el joven introvertido, enamorándose de esa chica espigada con bañador y gorro de baño de la marca Arena.
Página 26 de El gusto del cloro, de Bastien Vivés Diábolo Ediciones |
Página a página, viñeta a viñeta y de miércoles a miércoles, veremos cómo se va estableciendo una relación entre ellos, mientras, de paso, le vamos cogiendo de nuevo el gusto a la natación.
Página 52 de El gusto del Cloro, de Bastien Vivés Diábolo Ediciones |
Y todo ello aderezado con esas pinceladas filosóficas a las que son tan dados el cine y la literatura francesa.
–¿Por qué no has seguido con la natación?
–No era lo mío.
–Entonces, ¿qué crees que es lo tuyo?
–No sé.
–¿Y tú?
–Eh... No sé si estamos hechos para algo en concreto.
–¿Eso crees?
–¿Te has preguntado alguna vez por qué cosas estás dispuesta a morir o cuáles no abandonarías nunca?
–...
–Dime...
–Estoy pensando...
–Dime.
–Creo que hay cosas que no abandonaría, pero no estaría dispuesta a morir por ellas.
–¿Cómo qué?
–Todavía no sé.
Tras varios años agotado, Diábolo Ediciones ha vuelto a reeditar este cómic en la que ya es su cuarta edición. ¿Qué tal si lo leen, cogen el bañador, el gorro y las gafas de natación del armario y se dan un chapuzón? El agua sobre la piel no estará salada como la del mar, pero les aseguro que no le harán ascos al cloro. Y quién sabe, igual ustedes también encuentran allí el amor.
Página 92 de El gusto del cloro, de Bastien Vivés Diábolo Ediciones |
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