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domingo, 23 de febrero de 2014

1997: EL AÑO QUE AGUSTÍN DIO LA CAMPANADA EN LA MARATÓN DE SEVILLA




Cada vez que se celebra la Maratón de Sevilla, me embarga una especie de melancolía, una añoranza de lo que pudo ser y no fue.

 Era 1997, y tanto Agustín como yo habíamos marcado en rojo el día 23 de febrero en el calendario, pues ambos habíamos decidido correr nuestra primera maratón en la ciudad hispalense. Para ello, por separados y desde septiembre, nos preparamos con ahínco, doblando sesiones y haciendo kilómetros por un tubo. Para el 24 de noviembre corrí la primera media de la temporada, la Media Maratón Internacional de Jerez, que gané con un tiempo de 1h 7'04" (2º y 3º fueron los portugueses Guerreiro y Mestre); luego, el 6 de enero, corrí los 20 Km de Espera, donde quedé 4º con 1h 2'38" (por detrás del portugués Calado, de Agustín Molina y de Mestre); el 12 de enero, en el test principal, los exigentes 25 km de la VIII Carrera Popular Ruta Carlos III Ciudad del Sol, quedé 3º con un tiempo de 1h 21'55" (1º fue Calado, 2º Juan Antonio Ortega, 4º Juan Vázquez, 5º Escalera, 6º el marroquí Abderrahim Oumaiz y 7º Miguel Ríos); y el 26 de enero ganaba el Campeonato Provincial de Cross por delante de Juan Vázquez y Agustín Molina. Todo parecía ir sobre ruedas, sin embargo, a los dos días de ese cross, a menos de un mes para la maratón, todo se truncó. Caí enfermo con anginas o faringitis y, con recaída incluida, me tiré doce días en el dique seco. Para cuando salí de la cama, sólo restaban catorce días para la Maratón y los primeros siete me los pasé rodando sin dejar de tomar antibióticos. Aún así, como era uno de esos atletas invitados por la organización, decidí presentarme en la salida, sin tener claro si iba a terminar o no la prueba.

 Aquella mañana calenté con Agustín. Y luego echamos a correr con la intención de bajar de 2h 20'. Corrimos juntos hasta cerca de la media maratón, entonces me dijo que iba a tirar para adelante y que me fuese con él. Miré el cronómetro, íbamos por debajo de 3'20" cada kilómetro. "Vamos bien, tira tú si quieres", le dije sabiendo que yo ya no era el mismo de hacía un mes. Agustín pasó la media maratón en 1h 9'15", y yo en 1h 10', acompañado por Juan Vázquez que corría su tercera maratón. Por delante de nosotros todavía iba un pequeño grupo de atletas y lejos de éste, a más de dos minutos, el keniata John Mutai. En aquel momento, viendo que podía mantener el ritmo de las dos horas veinte, decidí seguir corriendo y terminar la prueba. Mientras tanto, Agustín, poco a poco, fue alcanzando al grupo, que ya no era grupo sino una hilera de corredores desperdigados por las calles de Sevilla, y después, más pensando en asegurar el segundo puesto que en alcanzar al keniata (al que ni siquiera veía), siguió solo hacia adelante. Fueron los gritos de ánimo del público al doblar cada esquina, ese "Corre, corre, que lo tienes ahí", ese "Corre, corre, que lo coges", ese "Corre, corre, que va muerto" los que le hicieron apretar los dientes en los últimos kilómetros, los que le hicieron plantearse que la prueba empezaba allí. Agustín vio a Mutai al entrar en la Avenida de La Palmera, a cien metros de distancia, iba K.O., casi trotando, así que aumentó el ritmo y lo adelantó. Era el último kilómetro, y aún así tuvo tiempo de meterle un minuto y cuatro segundos de ventaja en la línea de meta, una cinta que arrastró con el pecho brazos en alto, con un grito exultante de alegría y un crono de 2h 17'43". Fue el triunfo de un albañil de 29 años, que trabajaba en el Ayuntamiento de Fuengirola, sobre un granjero keniata, el triunfo soñado de todo debutante. Tras Mutai llegaban el marroquí Fikry (2:19:30), Miguel Ríos (2:19.55), Jorge Juan Sempere (el vencedor de la anterior edición), Juan Vázquez (2:20.19) y el sueco Ulf Olsson. Mientras que yo, descolgado de Vázquez poco más allá del kilómetro 25, perdía fuelle en la última parte de la prueba y entraba el décimo con un tiempo de 2h 24'16".

 Para mí, nuestro debut aquel domingo reflejó lo que es la cara y la cruz de este deporte. De ahí esos sentimientos agridulces. Por un lado, la satisfacción y el orgullo porque un amigo ocupase lo más alto del cajón, y por otro la tristeza por la convicción de que, de no haber sido por la enfermedad, podría haberlo acompañado en aquel pódium.

Agustín Molina con el dorsal 1423, Sempere con el 2 y Pedro Delgado Fernández con el 1904
XIII Maratón Ciudad de Sevilla, 23 de febrero de 1997


 A las tres semanas, el 16 de marzo, buscando resarcirme, corrí la Maratón de Barcelona, pero el cuerpo no es una máquina y sólo pude hacer 2h 24'26", diez segundos por detrás del crono de Sevilla. Entré en meta el 14º de la general y el 6º de los españoles. A partir de entonces, decidí no obsesionarme y seguir el consejo de Rainer María Rilke, ese poeta que tanto amaba Ronda, quien decía que "El verano llega. Pero sólo llega para los que saben esperar. Tan tranquilos y abiertos como si tuvieran la eternidad por delante". Y afortunadamente ese "verano" llegó en 1999, cuando gané la Maratón de Badajoz, pero eso ya forma parte de otra historia, quizás de otra entrada.

P.D.: Juan Vázquez tuvo también su estío en 2001, cuando ganó en León la Maratón Toral de los Vados, repitiendo luego en las maratones del Campeonato del Mundo de veteranos celebradas en San Sebastián y Rímini en 2005 y 2007, y ya con la friolera de 49 años, en la I Maratón Ciudad de Málaga en el 2010.



Para ampliar la información sobre la XIII Maratón de Sevilla:
http://hemeroteca.abcdesevilla.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/sevilla/abc.sevilla/1997/02/24/082.html

lunes, 17 de febrero de 2014

LAS ZAPATILLAS MINIMALISTAS DE LOS QUE ESTUDIAMOS LA E.G.B.


Adidas ROM
(Eran para jugar en sala, pero nosotros las llevábamos hasta para salir)


Estos son algunos de los modelos de zapatillas minimalistas que teníamos los que estudiamos la E.G.B.


Zapatillas de lona John Smith
(sabíamos que en teoría eran para baloncesto, pero
gracias a nuestras madres las hicimos polivalentes)

Adidas Stan Smith
(Con ellas pasaba como con las anteriores: sabíamos que eran
 para jugar al tenis, pero se usaban para todo)

Adidas SL72

Adidas SL76
(Una mejora del modelo anterior que llevaba
Starsky, el poli de la serie Starsky y Huctch)

Yumas Galaxia
(otro clásico de la época, producto nacional, como las Paredes y las Kelme)


 Creedme que éstas son las mejores, pues al principio teníamos que conformarnos con unas tórtolas, unas victoria o unas bambas con las que dábamos Educación Física, corríamos las vueltas de rigor en torno al patio, jugábamos al fútbol, al sota-caballo-rayo, pedaleábamos en la Peugeot o en la Orbea (no la mires que se estropea) o intentábamos subirnos a uno de esos sancheskis naranja sin rompernos la crisma (confieso que la vez que me lo prestaron me hice un esguince de tobillo del copón, con lo cual se acabó rápido eso de hacer el Leiff Garref). Estas zapatillas de marca estuvieron reservadas para los últimos años de la E.G.B., y eso los que lográbamos convencer a nuestras madres de que los modelos horrendos y, claro está, más económicos que ellas proponían se iban a romper mucho antes.


Zapatillas Tortolas de los años 70


Bambas


 Cuando empecé a correr en el equipo de atletismo del colegio Los Olivos, estos eran los modelos de zapatillas que llevábamos. Es decir, que correr, correr, se puede correr con cualquier cosa (sino que le pregunten a mi amigo Ángel Bueno que también corría por aquella época en los cross de Portada Alta).


 Como comprenderéis, cuando el progreso nos trajo zapatillas más blandas y con mejores acabados, lo flipamos.


Pedro Delgado (con unas Munich de las que usa ahora para vestir) y Jesús Suárez "Pipi" (con las primeras Nike que trajeron a Málaga) entrenando en la Universidad Laboral en 1981.

 Y no os digo nada cuando llegaron las adidas TRX. ¡Dios! Son las zapatillas que recuerdo con más emoción.


Adidas TRX, las ferrari de la época

 Decir que las pulí es poco, las llevé hasta que se les cayó la suela a trozos. Y, aún así, seguía ganando carreras y mejorando marcas.


Pedro Delgado Fernández (con sus zapatillas adidas TRX) recibiendo de manos del alcalde de Mijas, Antonio Maldonado, el trofeo al Campeón Absoluto de la Fiesta del Deporte. Mijas, Málaga, 19-3-1982. 

 ¿Significa eso que se debe correr con unas zapatillas pulidas? Pues claro que no, aquello era fruto de una época, una época que, ahora que lo pienso, ha acabado pareciéndose a ésta. Vale que les metas kilómetros a las zapatillas por mor del presupuesto, pero de ahí a hacerlo por veleidades minimalistas va un trecho.
 Para los profanos o los que se inician en este deporte, os diré que lo básico es tener dos zapatillas:
 -unas de entrenamiento para las sesiones generales (son zapatillas más pesadas y con mayor amortiguación),
 -y otras de competición para los entrenamientos específicos: series, interval, carrera continua rápida y la propia competición (son zapatillas muy ligeras y con menos amortiguación).

 Y luego están las zapatillas de clavos. Las hay de pista y de cross (incluso, si flojea la economía podemos usar las mismas para ambas especialidades cambiándole la longitud de los clavos). Las zapatillas de clavos son muy minimalistas, de ahí que en fondo y mediofondo sólo se usen en la competición y en algunos entrenamientos (intervals muy rápidos y series por encima del ritmo de competición), pues te cargan mucho los gemelos.

 En la época en la que me patrocinaba Karhu, Joma o Mizuno, cambiaba de zapatillas de entrenamiento cada pocos meses, y compaginaba varias de competición en la misma temporada (reservaba unas para los entrenamientos rápidos y otras para las competiciones en función de la distancia de éstas: millas, carreras de cinco o diez kilómetros, medias, y maratones en el momento en que me tocó subir de distancia).
 Para mí esto es lo ideal, usar un calzado específico para cada cosa (igual que usé unas Mizuno de montaña cuando corrí en el 99 la maratón alpina del Aneto), pero ahora que no me patrocina nadie y me cuesta el dinero, intento alargar la vida deportiva de mis zapatillas. Algo a lo que también contribuye, claro está, que no haga ni un tercio de los kilómetros que hacía antes. De esta manera, las de entrenamiento me duran toda la temporada, y algo más las de competición. Pues bien, por alargarles la vida más de la cuenta a estas últimas ando lesionado del talón izquierdo.

 Moraleja: No trates de alargarles la vida a las zapatillas porque al final acabarás pagándolo caro.

 Y otro consejo para los que pesáis más de 65 kg: muchas zapatillas de competición son para atletas de un peso específico (la mayoría para atletas de menos de 60 kilos), así que tenedlo en cuenta a la hora de comprar vuestras zapatillas. Si sólo vais a tener una zapatilla para todo, deberíais primar la amortiguación antes que la levedad, sobre todo si pesáis más de 65 kilos.

 Por supuesto que ésta es mi opinión, la de alguien que lleva corriendo desde los 14 años y que ha estado siempre inmerso en el atletismo de competición, muy diferente a lo que es hoy día el mundo de las carreras populares, del running o, como antes se le llamaba, del footing. Sé lo que opinan los que propugnan las teorías minimalistas y de barefoot, todo eso de los apoyos, de Caballo Loco y demás. ¿Qué os puedo decir? Si os sentíis más en contacto con la naturaleza corriendo descalzos o con apenas un trozo de suela debajo de la planta del pie, pues seguid haciéndolo; pero para mí sería como volver a la E.G.B.

sábado, 8 de febrero de 2014

¡RECUPERATE PRONTO, CAMPEÓN!

Juan Sarria Cuevas
Del 400 (49"2) al maratón (2h19'04")

Como decía Oscar Tusquets en Todo es comparable, el diseño es algo fundamental en nuestra vida; pero claro está, el diseño bueno, porque el malo... Y si no que le pregunten a mi amigo Juan Sarria Cuevas que el otro día, cuando iba en moto y lloviznaba, pisó una de esas rejillas de ventilación de las del metro y se fue al suelo. Esas rejillas son un peligro de muerte los días de lluvia: a Juan, con la clavícula rota en tres trozos, le ha costado una buena operación y tener que estar inmovilizado un montón de días. Y encima hay que dar gracias porque no viniese ningún coche detrás.
 Tomad nota, motoristas y ciclistas. Y a ti, Juan, ánimo, que lo peor ya ha pasado.
  Un abrazo desde Calle 1.

domingo, 2 de febrero de 2014

WHAT THE FUCK?

El año pasado hubo una expresión que se puso de moda entre los adolescentes, una especie de muletilla que acompañaba a todo acto de sorpresa, asombro o estupefacción, un What the fuck? que traigo aquí a colación a cuenta de los vídeos que me manda mi amigo (médico deportivo y profesor de Fisiología en el INEF de Granada) el Dr. Ángel Gutiérrez, el "Doc" del programa de televisión de la cadena cuatro Desafío Everest. Unos vídeos que hablan sobre esa "moda" de correr descalzo tal cual Abebe Bikila en la maratón de los Juegos Olímpicos de Roma en 1960 o la sudafricana Zola Budd en Los Ángeles 1984 (7º clasificada en el 3.000 más polémico de la historia de los Juegos Olímpicos) y en  los Campeonatos del Mundo de Cross en Lisboa y Neuchâtel en 1985 y 1986.


                   Abebe Bikila, en la maratón de los Juegos Olímpicos de Roma
                   de 1960, donde se impondría al marroquí  Abdessalem Rhadi






                                                             Zola Budd descalza en Los Ángeles 84


 Pero claro, esos atletas estaban acostumbrados desde niños a andar, correr y jugar descalzos, lo que no es nuestro caso. Aquí en Málaga, por el mismo motivo que los dos ejemplos anteriores, hemos visto correr descalza a la marroquí Nejma Ezzentri, del Club Nerja de Atletismo (por cierto que Nejma acaba de volver a la competición, ya en la categoría de veteranas).





 Distinto fue lo de un par de atletas de la FANE, Paco Román y Jaime Barranquero, que por algún motivo que se me escapa se atrevieron a intentarlo en algunas carreras de campo a través y de pista, aunque desistieron pronto del intento. Quizás aquello sólo fue un arrebato o una apuesta; un pecado de juventud, pues de eso hace ya muchos años (creo recordar que en 1986), entonces eran muy jóvenes y hoy son ya veteranos. Mi hermano, que también aparece en la foto de abajo, estaba con ellos en la FANE, pero afortunadamente me tenía a mí al lado para decirle que se dejase de experimentos.


Paco Román, mi hermano Paco Delgado y Jaime Barranquero

 Realmente muy bueno no debe de ser el asunto, porque sino habría creado tendencia y, que yo sepa, por Carranque en el último año sólo hemos visto a una persona correr descalza. Y la verdad es que no estuvo por allí muchas semanas.
 Mi amigo Manolo Camacho, atento siempre a las modas y novedades, se compró unas de esas chanclas minimalistas con suela Vibram (¡a precio de zapatilla de marca!), pero al final, a pesar de la euforia inicial, acabó lesionándose.


 
 Manolo Camacho con sus zapatillas minimalistas





       






 También he leído sobre Santiago Ruiz, ese atleta granadino que promueve esta práctica. Corrió la última maratón de Málaga descalzo, pero leí en un periódico y en su blog cualquierapuedehacerlo.es que en la edición anterior tuvo que abandonar con una buena herida en el talón. 


Maratón de Málaga 2012
Santi Ruiz en la Maratón de Málaga 2013

Tras acabar la maratón de este año, a modo de conclusión, Santiago anotó en su blog: "[...]No creo que lo vuelva a hacer descalzo. Ahora el cuerpo me pide hacerlo con sandalias [...]". Un pensamiento que dice mucho al respecto. Abebe Bikila ganó su primera maratón olímpica descalzo, pero la siguiente ya la ganó calzando unas adidas.

 Junto a los vídeos, Ángel Gutiérrez me adjunta un artículo sobre el minimalismo y el barefoot en el que se rebaten las supuestas bondades de esta moda; pero como viene sin firmar (él no lo ha escrito, sólo me remite un artículo recibido), y para que no haya error o dudas sobre su autoría, he decidido eliminarlo (aparecía en una entrada previa a ésta). Si consigo dar con el nombre del verdadero autor del artículo y éste me da su permiso, estaré encantando de publicarlo en un nuevo post, pues el artículo me parece bien argumentado.



 De todas formas, en este tema ya se sabe... para gusto colores. Yo si alguna casa comercial me pasa unas Five Fingers, prometo probarlas y comentarles la experiencia.



Vibram Five Fingers Bikila


P.D.: Un abrazo desde aquí para Ángel Gutiérrez, uno de esos profesores que gusta tener. De esos que no se olvidan.