|
Jesús Manuel Suárez García "Pipi" en el circuito de cross de la Universidad Laboral (1982)
Fotografía: José Luis Leal Ruperto. |
Decía Cesare Pavese, acerca de la vida, que, al final, no se recuerdan los días, se recuerdan los momentos; y en eso pensaba ayer después de la llamada de mi amigo Alberto. Me pedía que hablase brevemente ("no más de tres minutos, por favor") de la segunda etapa de la EGB, del 6º, 7º y 8º que la Enseñanza Secundaria Obligatoria (la ESO) vino a trastocar. Y pensaba en el escritor italiano, al darme cuenta de que me resultaba imposible distinguir un curso de otro (el 77/78 del 78/79 o del 79/80). No recordaba los años ni los días, sino los momentos, y éstos me remitían directamente a nuestra infancia en el colegio. ¿Quién no recuerda las matinales de los sábados? Con aquellas películas de artes marciales, de romanos, de indios y cowboys, o de Johnny Weissmuller, el mejor de los tarzanes. ¿Quién no recuerda el trampolín de la piscina? Creo que tirarnos de cabeza desde aquellas alturas fue la primera prueba de valor de muchos de nosotros. ¿Y cuándo nos quedábamos a comer y, desobedeciendo los consejos de los Padres, nos escapábamos a explorar los alrededores del centro? La cueva cercana; los montes; los arroyos; "la casa del loco"; la tubería que comunicaba la zona del pozo con la entrada de la Universidad Laboral; el refugio de cuando la guerra que había en los olivares al pie del río, ya pasada la mencionada Universidad. Cuántos miedos tuvimos que superar para llegar a recorrer sus galerías... Recuerdo también las obras de teatro que representábamos (entre las de la segunda etapa La máquina automática, llevada a cabo por los alumnos de 7º); el periódico La voz de Los Olivos, en el que colaborábamos todos los alumnos de 6º, 7º y 8º; las dos bibliotecas con las que contaba el centro: la infantil, con aquellos tebeos de pasta dura de Los 4 ases que ahora busco por internet para mis hijos, y la de los mayores, una puerta abierta al conocimiento y a la aventura, donde uno podía encontrar de todo. ¿Os acordáis de los concursos de "Cesta y punto"? ¿Y de los concursos de relatos y dibujo? Recuerdo haber ganado ambos en una ocasión, y haber leído en este mismo salón de actos las páginas de El corredor, las andanzas de un indio americano en unas Olimpiadas. ¿Quién se olvidó de los piques sanos entre una letra y otra de un mismo curso? ¿Y de los Sota, caballo, rayo, las partidas de chapas y los partidos de fútbol con pelotas de tenis que jugábamos en las columnas y en la parada del autobús escolar? Cada vez que paso por el Cine París, hoy un bingo, me acuerdo de mis compañeros. ¿Olvidó alguien las competiciones deportivas internas e intercolegiales de fútbol, baloncesto, balonmano, hockey, ajedrez y atletismo? ¿Y las vueltas que dábamos corriendo al colegio en Educación Física? Yo no las he olvidado, ni tampoco las pruebas de cross en las que me inició D. Pablo Madrid junto a mi añorado Jesús Suárez Pipi. Revivo esos momentos y compruebo cómo influyeron en mi vida. Y veo que no es casualidad que haya dedicado más de media vida al atletismo, ni que me licenciase en Educación Física y sea hoy día profesor en un instituto de la ciudad. Tampoco que me dedique en los ratos libres a escribir novelas. Para escribir la segunda de ellas, Neguinha la garimpeira, estuve conviviendo un tiempo en el Amazonas con los misioneros de la Consolata, misioneros como los padres agustinos que veíamos en el centro y que partieron a las misiones de África y de Suramérica. Anoche, al revisar las páginas de las revistas del colegio, me encontré con algunos de ellos. Se me hizo un nudo en la garganta. En una página estaban las fotografías del personal de consejería, de secretaría, de limpieza, de cocina, de jardinería, del bar..., y comprobé que tampoco los había olvidado. También estaban en aquellas memorias escolares todos los que fueron nuestros profesores (y el nudo en la garganta se hizo todavía más grande), así como todos mis compañeros de viaje. Allí estaban sus caras tal como yo las recordaba. Creedme que, salvo por algunas arrugas y esas canas, no habéis cambiado nada. En aquella segunda etapa de la EGB éramos unos niños, pero, como la mañana al día, la infancia comenzaba a mostrar al hombre que hoy somos, adultos que se enorgullecen de aquellos tiempos, del esfuerzo que hicieron nuestras familias, y que dan las gracias al centro y a sus educadores por todo el empeño y el cariño que pusieron en nuestra educación. Gracias por ese buen hacer. Gracias de corazón.
Pedro Delgado Fernández
Málaga, 20 de junio de 2009
Con este texto en la mano subí al estrado del salón de actos del Colegio Los Olivos en junio de 2009 cuando, por iniciativa de José M. Casero y Alberto Castro Tirado volvimos a reunirnos todos los compañeros de la décimo quinta promoción (71/84) para celebrar nuestro 25 aniversario. Yo me fui de aquel colegio al terminar 1º de BUP, así que me alegró que se acordaran de mí para aquel reencuentro. Fue grato recuperar por unas horas a los compañeros de la infancia y la primera adolescencia, ver cómo nos había tratado la vida, volver a ver a muchos de nuestros profesores y revivir anécdotas.
Desde entonces, hemos procurado no perder el vínculo y reunirnos una vez al año, la última el pasado sábado 21 cuando almorzamos en el Restaurante Gallego Candamil, donde también trabaja nuestro compañero de promoción Cecilio.
La vida fue implacable con algunos que tristemente ya no están entre nosotros, pero a los que sí seguimos manteniendo vivos en la memoria. Éste es un blog de atletismo, así que voy a aprovechar para recordar la figura de Jesús Suárez Pipi, compañero de estudios (él estaba en 1º C y yo en 1ºA) y de carreras.
|
Carrera de campo a través en el circuito de cross de la Universidad Laboral
(En la primera fila se ve a Pedro Delgado Fernández, Jesús Suárez Pipi y Joaquín Bueno) |
Cuando Pipi falleció en un accidente de moto, en agosto de 1985, a los 19 años de vida, ya se había alejado del atletismo; pero, aún así, sus años atléticos dejaron huella en todos los que lo conocimos. Tenía un talento natural excepcional. Recuerdo que en nuestro primer Campeonato Provincial de Cross, en enero de 1981, él llegó primero y yo segundo en la categoría cadete, y que al mes siguiente, en nuestro estreno en un Campeonato de Andalucía de Cross (ese año se celebró en Los Llanos del Nacimiento, en Granada) él quedó 1º y yo 7º. También me acuerdo mucho de su padre, el conocido futbolista Alberto Suárez Pipi, que tenía la tienda Deportes Pipi, donde mis padres me compraban el material deportivo.
La fotografía del grupo que acompaña esta entrada la he sacado de mi álbum familiar. No sé la fecha ni quién la tomó, tal vez José Luis Leal. En ella se ve además a otro compañero del colegio: Joaquín Bueno Caro, que corre a la derecha con la camiseta blanca del CAIM. Jesús Suárez Pipi está en el centro, con la camiseta roja del CAIM, y yo estoy a la izquierda de la imagen con una camiseta adidas blanca que me había mandado mi tío Antonio desde Francia. Estamos corriendo en el circuito de cross que había junto a la Universidad Laboral, y detrás nuestra aparece Miguel García Velasco, Francisco Reina y otros corredores de los que ahora mismo no recuerdo el nombre.
|
Pedro Delgado Fernández, Miguel García Velasco, Paco Reina, Jesús Suárez Pipi y Joaquín Bueno (Detalle de la foto anterior) |
En ese último almuerzo, Miguel Ángel Ortega me dijo que han conseguido el archivo de fotos del Padre Mayo, y que van a tratar de escanearlo para subirlo a la web del colegio. Por aquello del deporte, en muchas de ellas aparecemos Pipi y yo, así que espero poder subirlas aquí cuando las tenga.
Y para terminar, aprovecho para mandarles un abrazo a todos los antiguos compañeros de la décimo quinta promoción del colegio Los Olivos. ¡Buen verano a todos!